En 410 d.c. el mundo conocido se sobrecogió ante el saqueo de la poderosa Roma por las tropas godas del rey Alarico. Pero unos meses después, el victorioso rey moría y sus generales idearon un sofisticado plan para enterrar a su rey en un lugar secreto para preservar su cadáver de la venganza de los romanos. Aún hoy es un misterio
La historia está llena de misterios, algunos de los cuáles van saliendo a la luz, como ocurrió con la existencia de Troya. Pero otros siguen resistiéndose a ceder su misterio. Uno de ellos es el lugar donde fue enterrado el rey Alarico I de los godos.

Pero, ¿quién era Alarico? y, ¿cómo fue que acabara siendo enterrado en un lugar al sur de Italia?.
Los godos eran un pueblo bárbaro que había iniciado su migración hacia el sur desde tierras suecas hacía ya mucho tiempo. Para cuando Alarico nació en 370 d.c., el pueblo godo ya estaba asentado en el borde del Imperio Romano, en la región del Danubio. Y tras algunos enfrentamiento con los hunos, debieron cruzar la frontera del Danubio y entrar en territorio romano, lo que causó enfrentamientos con estos, hasta que se llegó a un acuerdo para asentarlos en el territorio de la Mesia bajo vigilancia militar romana. Pero la convivencia bajo esa vigilancia no debió de ser sencilla y en el año 378 d.c. los godos se rebelaron y atacaron a las tropas imperiales acaudilladas por el propio emperador Valente, que murió en la batalla de Adrianópolis. Las alarmas surgieron en la corte imperial de Occidente, donde Graciano, no tuvo otra opción que nombrar augusto a Teodosio, quien acababa de derrotar a los sármatas en la frontera. Teodosio llegó a un acuerdo con los godos, con quienes firmó un foedus en 382.
En 394 Alarico lideró a los godos como federado de Roma en apoyo de Teodosio I en la campaña que aplastó al usurpador Arbogastes. Como la batalla del Frígido, que remató esta campaña, se luchó en los pasos de los Alpes Julianos, Alarico probablemente supo la debilidad de las defensas naturales de Italia en su frontera nordeste en la cabeza del mar Adriático. Esto le sería útil más adelante.
Teodosio I murió en 395 d.c. y fue sucedido por sus dos hijos Arcadio para la parte oriental y Honorio para la parte occidental. Posiblemente durante los cambios de puestos de responsabilidad propios del cambio de reinado, Alarico esperara mas recompensar para él y su pueblo, quienes acababan de desangrarse apoyando al imperio contra Argobastes. Lo cierto es que no obtuvo esa recompensa, lo que unido al descontento en general por su situación dentro del imperio, era un caldo de cultivo ideal para la rebelión. Y así fue. Los godos se rebelaron y atacaron primero en la parte oriental, contra la misma Constantinopla. A duras penas, los imperiales pudieron frenarlos y lograr un acuerdo por el que Alarico era nombrado magister militum per Illyricum. Fue una maniobra inteligente. Arcadio se quitaba un problema asentando a los godos en un territorio del imperio oriental pero en la frontera con el occidental, en una zona disputada.
Pero la situación no podía durar porque el objetivo de Alarico era la misma Roma. Estaba fascinado por su prestigio y gloria pasada y aspiraba a un puesto más cercano a ella. Así, en el año 400 d.c. marchó con su pueblo hacia italia e invadió el norte. Únicamente el brillante general Estilicón logró frenarlo y finalmente expulsarlo de Italia, pero no por mucho tiempo.
Lo cierto es que la relación entre la corte oriental y la occidental era muy fría, casi de guerra civil. La Iliria estaba en disputa, y Estilicón pensó que contar con el apoyo de las tropas godas sería muy útil para una campaña militar contra la corte de Constantinopla. Y así se hizo un contrato con Alarico para que marchara con sus tropas en apoyo de Estilicón y Honorio. Pero ocurrió lo inesperado. Mientras se hacían los preparativos, Arcadio murió en Constantinopla en 408 d.c. Se frenó la campaña militar pero Alarico reclamó los “costes de movilización”. Estilicón presionó al emperador para que pagara y finalmente se pagó. Pero Honorio veía conjuras por todos lados y Estilicón fue víctima de una purga y fue asesinado. Los federados y sus mujeres que vivían en Italia fueron asesinados también y huyeron buscando la ayuda Alarico. Era insostenible. Alarico decidió marchar de nuevo sobre Roma.

Ahora sin Estilicón que la defendiera, Roma fue asediada pero los sitiados decidieron pagar un rescate en oro y plata y Alarico, satisfecho abandonó el asedio y marchó hacia Rávena, donde se refugiaba Honorio, para buscar un acuerdo que le otorgase mejores tierras para su pueblo y un mejor puesto para el. Pero Honorio no cedió, y Alarico decidió marchar de nuevo contra Roma, ahora sí, para entrar en ella.
Y así lo hizo. El año 410 d.c. es recordado como el saqueo de Roma. Pero tras saquear Roma, Alarico ya no volvió al norte. Ahora su objetivo fue llegar al sur de Italia y embarcar a África, donde encontraría el hogar definitivo para su pueblo. Pero no llegó a verlo. A los 3 meses, la muerte lo encontró al sur de Italia, parece que falleció de malaria.
Sus generales se encontraron con un problema. Estaban en territorio romano pero no se podían quedar allí y si enterraban a su rey allí, los romanos encontrarían su cadáver y a saber qué harían con él.
Se les ocurrió construir un dique que desviara el cauce del río Busento. En el lecho seco cavaron profundo (se dice que llegaron a construir una basílica) y allí enterraron el cadáver de su rey junto con parte del tesoro que portaban tras el saqueo de Roma y lo que habían conseguido con los acuerdos con el imperio. Es difícil saber cual es el montante del tesoro que se enterró con él. Jordanes, un historiador contemporáneo, cuenta que Alarico fue enterrado con su caballo y con 25 toneladas de oro y 150 de plata . Según cuenta el mismo autor:
«En las profundidades del foso enterraron a Alarico con sus muchos tesoros, luego canalizaron nuevamente las aguas del río y se mataron a los prisioneros para que nadie conociera el lugar exacto de la tumba»
Jordanes
Lo cierto es que desde entonces el lugar del enterramiento es un misterio. Una de las persona que intentó encontrarlo fue Hitler, quien mandó a Cosenza, en 1937, a Heinrich Himmler, jefe de la policía alemana, para iniciar la búsqueda, aunque volvió con las manos vacías.
Desde entonces, han sido varios los intentos de encontrar el tesoro, que sigue esperando a ser encontrado.
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