El 23 de octubre de 1940, Hitler y Franco se reunían en Hendaya. De ahí pudo salir una colaboración que metiera de lleno a España en la Segunda Guerra Mundial. Pero la opinión de Hitler sobre Franco no podía ser peor: “La verdadera tragedia para España fue la muerte de Mola; él era el auténtico cerebro, el auténtico jefe. Franco llegó a la cima como Poncio Pilatos en el Credo.”. Descubre mas
Es sabido que el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya el 23 de octubre de 1940 no concluyó de la mejor manera para las relaciones entre ambos dictadores. Era la primera vez, y la última, que se vieron.
Los viajes de Franco al extranjero no fueron muy abundantes: con Hitler en Hendaya, no abandonó la estación, un viaje en coche desde Madrid a Bordighera para reunirse con Mussolini en febrero de 1941, viaje durante el cual hizo parada al regreso en Montpellier para entrevistarse con Petain, y hasta 1949 no se vería con Salazar en Portugal. Además, de que las relaciones internacionales del Régimen eran bastante mejorables, había que añadir el temor de Franco a abandonar España, lleno de desconfianza con todo y todos, por aquello de lo que pudiera pasar en su ausencia.
Con Hitler, en Hendaya, los caracteres latino y germánico se manifestaron en su realidad más absoluta. La cosa empezó con mal pie, dado que el pésimo estado de las líneas ferroviarias produjeron un intolerable retraso de ocho minutos sobre la hora prevista, que molestó al dictador germano.

Fue una reunión que no obtuvo resultado alguno, ante la presión alemana para que España entrara en la guerra, y las exigencias, la falta de compromiso y ambigüedades de Franco, que quería crear un imperio en África a costa de Francia. Si Hitler quería tomar Gibraltar en su planeada operación Félix, Franco manifestaba que el orgullo español no permitiría que lo hicieran extranjeros, y si lo hacían antes de derrotar a los hijos de la Gran Bretaña, las Canarias se podían dar por perdidas ante la Royal Navy. Los testimonios del encuentro son elocuentes en este sentido. Hitler, molesto, manifestó a Von Ribbentrop, Ministro de Exteriores, “no hay nada que hacer con esta gente”, y a Mussolini, que “se dejaría sacar las muelas antes de volver a entrevistarse con Franco”. Y ello no es baladí, pues el austríaco tenía pavor al dentista. Tanto es así que Hitler pidió a Mussolini, por aquello de que entre latinos se deberían entender mejor, que se entrevistara con Franco para convencerlo de entrar en la guerra, con el mismo resultado.

Parece claro que la opinión de Hitler sobre Franco no era lo que se puede decir muy buena, ya que creía era un desagradecido, pues sin su ayuda y la italiana, no hubiera ganado la guerra, circunstancia que a posteriori de Hendaya le fue comunicado vía diplomática.
Pero aún tendría el cabo austríaco al menos una oportunidad de poner de manifiesto sus pareceres sobre Franco.

Para ello, primero hemos de retroceder hasta 1937, durante la Guerra Civil. En la primavera de este año, el ejército de Franco inició la Campaña del Norte, cuyo objetivo era la conquista de la franja cantábrica, de Asturias, Cantabria, y el País Vasco. Entre el 30 de mayo y el 4 de junio, los republicanos, con la Brigadas Internacionales a la cabeza, iniciaron una serie de operaciones, en el Frente del Centro sobre Huesca y Segovia, con el fin de aliviar el frente septentrional y distraer tropas franquistas. En estos combates, se distinguió en la defensa de Segovia el general Varela, que resistió el pésimo y mal planificado ataque republicano, y acabada la batalla le ofrendó a la Virgen de la Fuencisla su fajín de general.

Acabada la Guerra Civil, y en plena apoteosis del Nacional -Catolicismo, el Caudillo concede el grado de Capitán General a la Virgen de la Fuencisla, patrona de Segovia, por su gran ayuda en la defensa de la ciudad. Así, con motivo del 5º aniversario de la fracasada ofensiva republicana, se preparan grandes festejos para concederle dichos honores a la defensora de la ciudad, el 31 de mayo de 1942, honores que conllevaban la escolta militar, armas presentadas, fajín y bastón de mando y a su paso, debía sonar el himno nacional. Asistieron el ministro del Ejército, que impuso las insignias, y los ministros del Aire, Obras Públicas, Justicia, Marina y Educación Nacional, y la artillería hizo las salvas de honor. Todo ello ante miles de segovianos.

En 2010 la ministra Chacón rebajó estos honores, suprimiendo escolta e himno, pero en 2012, con el cambio de gobierno, le fueron reintegrados.
Si bien fueron concedidos honores militares a más vírgenes, el caso de Segovia llegó a oídos de Hitler, que hizo el siguiente comentario:
“Tengo las dudas más serias de que pueda salir algo bueno de una tontería de este calibre. Estoy siguiendo el desarrollo de España con gran escepticismo , y ya he resuelto que, aunque ya hubiera visitado todos los demás países de Europa, nunca iré a España”
Hitler
En otra ocasión, posterior, y si cabía alguna duda de su opinión, también dijo,
“La verdadera tragedia para España fue la muerte de Mola; él era el auténtico cerebro, el auténtico jefe. Franco llegó a la cima como Poncio Pilatos en el Credo.”.
Hitler
De todo lo anteriormente expuesto, lo mejor es que Hitler decidiese no viajar nunca a España.
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