Annual II. No fue una sorpresa

La caída de Igueriben precipitó el desarrollo de los acontecimientos que se  iban a producir con inusitada rapidez. Si el avance se hizo mal, y ello le fue  advertido a Silvestre más de una vez, pretender que la retirada se hiciera  bien era una quimera. La logística falló estrepitosamente dado que ni las  posiciones que defendían Annual ni los propios campamentos tenían  medios para resistir, sin agua, municiones ni alimentos para soportar un  asedio de pocos días a la espera de refuerzos. Ni se había fortificado en lo  más mínimo los campamentos que fueron considerados solo base para la  expansión. No se sabe a ciencia cierta si Silvestre se suicidó, pero que se  despidiera de su hijo, capitán y presente en Annual, deja pocas dudas que  esperase sobrevivir al desastre que iba a suceder. 

  

Los combates, asedio y caída de la posición habían sido presenciados por la  tropa acantonada en Annual, puesto que Igueriben era visible desde los  campamentos, siendo un mazazo a la hundida moral de la tropa. Con más alturas  desde las que batir Annual, y sabedores de que millares de rifeños se están  aproximando, con unos campamentos en los que no existen defensas, el mando  español había de tomar urgentes decisiones. Se encontraban el día 21 de julio  de 1921, víspera de la retirada, unos 5000 hombres, (3000 españoles y 2000  nativos), con víveres para 4 días, y agua y municiones para uno. 

Por la tarde, Silvestre ordenó a Navarro, a pesar de su oposición, que regresase  a Melilla con un convoy de camiones y heridos y volviera con las tropas  solicitadas a la península. Más tarde mandó un mensaje a Berenguer explicando  lo sucedido y la situación, reclamando refuerzos inmediatos, y ya por la noche  envía otro reclamando un inmediato desembarco cerca de Annual, en la  desembocadura del Tasaguin, donde manifiesta al final de mismo “…pero muy  urgentísimo; de lo contrario, inútil.” 

Los rifeños empezaron un “paqueo” que finalizó entrada la noche, mientras la  posición C reclamaba ayuda y la comunicación telefónica fue cortada, quedando  tan solo vía radio. 

Pasada la media noche, en un consejo de oficiales, Silvestre decide la retirada  por la mañana de ese mismo día (22 de julio). Durante la madrugada se recibe  un telegrama de Berenguer en el que dice que embarcará refuerzos dos días después, con destino a Melilla. Se entiende perfectamente que no ha  interpretado la gravedad de la situación, cosa que en el último telegrama que  envía Silvestre a Berenguer a las 5 de la madrugada se manifiesta claramente,  y le expresa su desesperada situación, donde le expone el contenido del  telegrama remitido al ministro de guerra: “Por lectura de su telegrama relativo a  requisa barcos en Cádiz para envío de fuerzas de Tetuán, me hace suponer no  he acertado a dar a V.E. idea exacta situación en que se hallan mis tropas en  Annual: constantemente hostilizadas aguadas, que habrán de ser sangrientas;  cortada por el enemigo mi línea de abastecimiento y de evacuación de bajas; no  disponiendo de municiones más que para un combate, y comprometer mis  soldados con todas consecuencias.” 

Plano que nos muestra la situación de Annual y las elevaciones que la cincundan, así como el camino de  retirada. Archivo del Ejército. 

El puenteo que Silvestre hacía directamente con el Ministro o el rey, quedan aquí  claramente expuestos. 

A primera hora de la mañana en un nuevo consejo, Silvestre duda de la decisión  de retirarse o esperar refuerzos que calcula no llegarían hasta el día 27, pero  cuando se le comunicó que miles de rifeños estaban ya en los alrededores,  ordenó la inmediata evacuación a Ben Tieb, a unos 20 km, dictando las  correspondientes órdenes de evacuación a las posiciones que todavía se conservaban (o al menos a algunas) y el orden de la retirada, al tiempo que  solicita que el regimiento de Caballería Alcántara se desplace desde Ben Tieb a  Izumar, y se despidió de su hijo, a la sazón capitán en Annual. Se desconoce  nada más sobre Silvestre, habiendo dos versiones, la del suicidio y la de que fue  muerto en combate. 

Sobre las 11h se dio la orden de marcha, pero para entonces los rifeños ya  estaban alcanzando el campamento, empezaron a caer muertos y heridos; dos  compañías del regimiento Ceriñola que debían cubrir la retirada fueron  sobrepasadas y la Policía Indígena se pasó a los rifeños, matando a sus oficiales  y disparando a los soldados españoles, arrollando los mulos a la vanguardia de  la retirada. Este fue el momento de no retorno, puesto que la situación se  descontroló, se mezclaron hombres, mulos y material sin orden alguno, junto con  gritos de oficiales amenazantes con pistola, disparos y quejidos de heridos. No  había ya ninguna unidad de protección, los heridos y material eran abandonados,  y los mulos eran montados para la huída, mientras unos pocos respondían al  fuego rifeño. 

Las posiciones circundantes fueron atacadas y tomadas, muriendo la práctica  totalidad de sus defensores, unos 600. Las pocas guarniciones que tuvieron  oportunidad o que optaron por rendirse, fueron asesinadas al dejar las  protecciones. 

Incluso posiciones que no habían recibido orden alguna, en ningún sentido, como  Izumar, importante para la defensa del camino de retirada, fueron abandonadas  por sus defensores al ver la retirada general, y desde ella los rifeños tiroteaban  a placer. Enseguida, la columna en retirada se topó con un convoy de doce  camiones que desde Ben Tieb se dirigía a Annual para participar en la retirada,  y al ver lo que ocurría dio media vuelta, y detrás, de ellos, se hallaba ya el  Regimiento de Caballería Alcántara, que empezó la protección de la retirada. En  este punto, los rifeños bajan la intensidad del ataque, se dedicaron al pillaje del  abandonado campamento y de los pertrechos que por el camino iban quedando.  Por la tarde los fugitivos fueron llegando a la posición de Ben Tieb, en la que su  responsable, el capitán Lobo intentaba detener a los que huían para organizar  una defensa, intenciones de las que no obtuvo resultado alguno, ni por parte de  los soldados ni de los oficiales, que seguían camino de Dar Drius, a donde también se dirigió el capitán Lobo, después de pedir instrucciones a sus  superiores y de manera ordenada. En esos momentos, Navarro ya estaba en  Dar Drius, donde había llegado procedente de Melilla, fue este el punto de  reunión, en que el general fue restableciendo el orden y la disciplina. Sobre las  6 de la tarde del 22 de julio, la guarnición de Ben Tieb, protegida por el regimiento  Alcántara, llegan a Dar Drius, momento en que por ese día pareció establecerse  la tranquilidad. Solo este primer día de los que se conoce como el Desastre de  Annual, costó, al menos, 4000 muertos, entre las guarniciones asaltadas y los  fugitivos del campamento. 

Abd-el-Krim junto al periodista Luis de Oteyza (Foto Alvaro Custodio)

El cómo se llegó a perder el control de la retirada, solo puede entenderse  encuadrándolo en el desorden estructural del ejército en Marruecos. Ya hemos  comentado la corrupción que imperaba, y que hacía negocio provocando  carencias de todo tipo a la tropa, la existencia de contrabandistas y tráfico de  armas que nutría a las cabilas, tanto por parte francesa como española. Incluso  la propia tropa que sufría las carencias de la falta de suministros, malvendía si le  era posible calzado, cartuchos, suministros, o incluso, fusiles. 

Además, entre finales de 1920 y principios de 1921 se licenciaron al menos 4500  hombres, que después de tres años de servicio estaban adiestrados y adaptados al terreno rifeños. Los que los reemplazaron fueron los que con pocos meses se  hallaban en Annual en el momento crítico. 

Pero no todo el mundo estaba de acuerdo con lo que estaba sucediendo, viendo  los detalles que mostraban que el desastre se avecinaba. El 16 de febrero de  1921, el Coronel Morales, del Estado Mayor (para Silvestre estorbo mayor) le  remite un informe realizado por él mismo. Morales, que moriría en Annual, hace  un corto, claro, y entendedor análisis sobre la situación política, diplomática y  militar, advirtiendo de modo premonitorio lo que podía suceder. De cuando se  alcance Sidi Dris, indica: “Una vez establecidos en aquel punto de la costa, habrá  que creer que se ha llegado al límite de elasticidad de las fuerzas de que  V.E. dispone, pues allí se ha de reunir un núcleo considerable, tanto indígena  como europeo, y esta consideración y la necesidad de efectuar rápidos e  importantes trabajos para establecer en Sidi Dris la base para nuestro futuro  avance en Tensaman y llegar al Nekor, obligarán forzosamente a suspender los  movimientos hasta que, terminada la instrucción de reclutas a fin de abril,  cuente V.E. de nuevo con los medios indispensables para continuar.” Pone  de manifiesto el coronel Morales, el límite del posible avance, la instrucción de  reclutas en abril (es el mínimo de 3 meses) y entiende un futuro avance al Nekor,  rio cuya desembocadura está en la bahía de Alhucemas, y que nunca se produjo.  

Continua Morales, aconsejando la máxima prudencia ante las cabilas ya amigas,  y en que el territorio ocupado está prácticamente desguarnecido si se emprende  una operación: “Los avances realizados en el ciclo de operaciones, comenzando  el 7 de marzo de 1919, han sido extraordinariamente rápidos, y aunque todas las  cabilas sometidas se hallan satisfechas, como lo prueba la absoluta tranquilidad  de la zona, no es suficiente: es preciso algún tiempo para consolidar esta  situación y que se pueda pensar, sin riesgo de hallarse con una sorpresa  desagradable, en dejar desguarnecido todo el territorio ocupado y llevar las  fuerzas a vanguardia al emprender las operaciones, y esta consideración ha  de imponerse con mayor fuerza al tratarse de Temsaman y Beni Tuzin.” 

Por si había alguna duda, sigue, aconsejando prudencia y que la diplomacia sea  prioritaria a las armas, y que no antes del otoño se arribara al río Nekor, y  además, manifiesta la opinión de que el camino a seguir ha de ser el de la costa:  “Se trata de realizar una penetración política auxiliada por las armas con los casos indispensables. Es, pues, opinión del Jefe que tiene el honor de informar,  que no convendría, aun en el caso más favorable, pasar el Nekor antes del  próximo otoño, si queremos fiar el éxito, más a la prudencia que a la audacia.  En cuanto al camino que se ha de seguir para ir a Alhucemas, no hay más que  uno: el de la costa”. 

Más, por si no está claro: “Las observaciones de los aviadores y las numerosas  investigaciones realizadas cerca de los indígenas, acreditan que no hay otro  camino practicable por fuerzas europeas más que el indicado, que es, dicen los  naturales, el que ha seguido siempre el Majzen para ir a Beni Urriaguel y el que  ellos siguen normalmente”. 

Portada del diario El Norte de Castilla del 24 de julio de 1921. 

El párrafo siguiente, menciona la obviedad de que el enemigo no está organizado  y solo actúa aislada y puntualmente: 

“Dominada la costa hasta Alhucemas, podíamos elegir libremente las líneas de  penetración hasta el interior que más nos convinieran, sin alejarnos gran cosa  de la plaza, que sería nuestra base; y eso, unido a la intensa labor política que  nuestra favorable situación nos permitiría llevar a cabo, facilitaría la ocupación  completa de la cabila con esfuerzo mucho menor del que exigiría nuestra acción  militar desde Beni Tuzin, a más de 100 kilómetros de Melilla. Cierto que  tendríamos así una línea que presentaría su flanco al enemigo; pero esto no es  una novedad para nosotros, pues siempre nos ha ocurrido lo mismo, sin que haya sucedido nada de particular, teniendo en cuenta que no luchamos con un  enemigo organizado, y que éste, desde el año 1912, si bien sigue defendiendo  con todo tesón que sus recursos le permiten, la integridad de su territorio, no  toma la ofensiva sino para casos de agresiones aisladas. Las harcas del  Chaif, Tafersit, Tauarda, Azilaf y ahora la de Beni Urriaguel, así lo demuestran”.” 

Las opiniones de Morales cayeron en saco roto, y no fueron en absoluto seguidas  sus recomendaciones. También nos muestra que las cabilas en julio de 1921  adoptaron una actitud diferente a como hasta ese momento hacían, y este  cambio sin duda puede atribuirse tanto a la labor entre las cabilas de Abd-el Krim, como sobre todo al temerario, provocador y negligente avance por territorio  hostil de Silvestre. 

El informe Picasso calificó de temeraria la actuación de Silvestre y negligente las  de Navarro y Berenguer. Este informe, que tanto a dado que hablar, fue  minucioso, escrupuloso, decisivo, molesto, concluyente, íntegro, profundo,  verídico y fidedigno, mostró las vergüenzas de un sistema plasmadas en unos  errores de sangrientas consecuencias, por las desastrosas condiciones del  armamento, falta de entrenamiento de la tropa, avance mal diseñado, retirada o  repliegue sin planificar, y también las comodidades y despreocupaciones de los  altos mandos en Melilla, incomparables a la realidad paupérrima de la tropa. Por  supuesto, la redacción del informe no fue un camino de rosas y encontró desde  un principio todo tipo de trabas. 

Más voces críticas, no escuchadas, fueron en las vísperas de julio de 1921, las  del teniente coronel Fidel Dávila que insistió en no tomar Aberrán, a lo que  Silvestre no hizo caso. Incluso, en marzo de 1921, se reunieron Berenguer y  Silvestre, indicando el primero que le parecía rápido el avance, y que debía  consolidar las posiciones. Dos días tardó en informar Silvestre a Berenguer de  lo sucedido en Aberrán, y tuvieron una urgente entrevista en el Príncipe de  Asturias reiterando Berenguer la prudencia, teniendo en cuenta que además él  en Yebala estaba practicando operaciones y que en cuanto las terminara podría  enviar más tropas, dado que entonces se producían combates con el Raisuni. 

Mucho antes, en agosto de 1919, el diputado, y comandante, Joaquín Fanjul,  manifestó en las Cortes: “En Marruecos vendrá una catástrofe, y es necesario abrir una cuenta para saber a quién corresponden las responsabilidades, porque  llegado el momento del desastre todas caerán sobre un ejército que no tiene las  condiciones necesarias para actuar allí, y, entonces, vosotros, hombres  públicos, que sois verdaderamente responsables de la política marroquí,  encogeréis vuestros hombros y dejaréis caer las responsabilidades en los  hombres que visten de uniforme militar”. 

El general José Villalba, que fue ministro de la guerra, mandó un memorandum  al rey mucho antes del desastre, en el que le especificaba los errores que se  estaban produciendo en el avance de forma detallada, pero por supuesto, fue  obviado. 

Sobre la actuación del rey, se puede afirmar, además de que tenía intereses  económicos en el Rif, que al ser Silvestre de su camarilla, tenía acceso, directo  a él, con lo que se puenteaba muchas veces tanto a Berenguer como al ministro  de la Guerra. Sin duda, animó a Silvestre en sus desastrosas decisiones, y  parece que éste se comprometió a tomar Alhucemas el 25 de julio, día del patrón  de España, a lo que el rey habría contestado con un telegrama “Olé ahí por tus  cojones, Silvestre”.  

Este es el relato de los días anteriores a lo que es considerado uno de los  mayores ejemplos de ineptitud militar. Los ejemplos de heroísmo, que los hubo,  antes del 22 de julio, y después, tanto en el conocido sacrificio del Regimiento  Alcántara, como muchos individuales de oficiales y soldados, no deben dejar de  hacernos ver que no es esto lo que debería suceder, ni la gravedad del Desastre. Una prudente competencia habría evitado la necesidad de actos de heroísmo y  miles de vidas, tras muertes espantosas. El Desastre era de tal magnitud que  sus coletazos influyeron directamente en la política española de los años treinta,  con los trágicos acontecimientos ocurridos. 

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