En una de las cuevas que se encuentran en las laderas del monte Pion, cerca de Éfeso , tuvo lugar, según las crónicas que han llegado hasta nuestros días, una de las leyendas más antiguas del Cristianismo: LaLeyenda de los siete durmientes de Éfeso.
El relato de los siete durmientes de Éfeso ha llegado hasta nosotros gracias a historiadores y hagiógrafos como Simeón Metafraste y San Gregorio de Tours entre otros.
Siete durmientes de Éfeso. Foto:Wikipedia
En ella se cuenta que el emperador Decio visitó la ciudad de Éfeso para comprobar si los cristianos cumplían sus leyes y exigió a la población realizar un sacrificio a los dioses y al emperador, a lo que se negaron solamente siete jóvenes nobles. El emperador les dejó un tiempo para que reflexionaran y partió esperando que a su regreso los jóvenes abjuraran de sus creencias cristianas, si no lo hacían serían ejecutados. Los muchachos decidieron entregar sus posesiones a los pobres quedándose solo con unas cuantas monedas, tras esto, se refugiaron en una cueva en la que permanecieron orando, a la espera de ser encontrados por los soldados del emperador. Los hombres de Decio los descubrieron allí durmiendo y el emperador decidió sellar la entrada de la cueva con grandes piedras para que murieran en su interior. La leyenda cuenta que los muchachos siguieron durmiendo, sin padecer hambre, sed o frío. Un pastor cristiano decidió escribir a la entrada de la cueva los nombres de los mártires (Maximiliano, Malco, Martiniano, Dionisio, Juan, Serapio y Constantino) y su historia.
El tiempo pasó y todo quedó en el olvido. Ya en época de Teodosio II, cuando el imperio ya había abrazado el cristianismo, un rico hacendado llamado Adolio mandó abrir la cueva pues quería usarla como establo. Al abrirse los jóvenes despertaron y creyendo aún que se encontraban en el reinado de Decio (pensaban que solo había pasado un día cuando en realidad habían transcurrido cerca de 200 años) enviaron a uno de ellos, de nombre Dionisio, a comprar alimentos a la ciudad para comer antes de entregarse al emperador.
Cuando Dionisio llegó a Éfeso se impresionó al ver las cruces sobre las iglesias, y cuando quiso pagar la comida con sus monedas las gentes quedaron extrañados al ver que era dinero acuñado por el emperador Decio, tras varios malentendidos más, el muchacho les informó que lo último que recordaba es que vivía en el reinado de Decio. Cuando se conoce la noticia, el obispo y el prefecto de la ciudad lo acompañaron a la cueva donde estaban los otros seis compañeros junto a la inscripción donde se relataba su historia. El emperador al conocer estos hechos fue a visitar a los durmientes, quienes le narraron su historia. Después de un largo discurso, los jóvenes murieron alabando a Dios.
Tras su muerte, Teodosio II quiso construirles una tumba de oro, pero los muchachos se le aparecieron en sueños y le convencieron para que los enterrase en la cueva.
El rey hizo construir en el lugar una iglesia donde la gente iba de peregrinaje durante los siguientes siglos y donde cada año se celebraba la fiesta de los Siete Durmientes. En la tradición cristiana de la Edad Media era muy común invocarles para buscar su protección
Los siete durmientes
Esta leyenda también aparece recogida en el Corán en los versículos del 8-26 de la Sura al-Kahf donde es conocida como Los Durmientes o La Gente de la Caverna.
En esta versión, se presenta a Decio como un rey que oprimía a sus súbditos. A su llegada a la ciudad descubrió que Talimkha y sus hermanos (que eran cuatro pero cuyos nombres no se conocen) decían adorar al Dios Eterno lo que hizo enfurecer al rey que los encarceló. Estos consiguieron escapar y en mitad de su huida se encontraron con un pastor que también profesaba su misma devoción a Dios.. El perro del pastor sería el encargado de llevarlos hasta la caverna donde se produciría el milagro. Todos se quedaron profundamente dormidos, (al igual que el perro que se colocó a la entrada de la caverna y que según los escritos era considerado como el guardián de la morada de los difuntos). El sueño de los muchachos duró 309 años. Al despertar, Talimkha fue al pueblo, tras su desconcierto, pues todo estaba cambiado, fue conducido ante el juez y el rey a quienes relató su historia, se dirigieron a su antiguo hogar,que aún seguía en pie, y donde se encontraba escrito la crónica de los sucesos. Cuando Talimkha regresó a la caverna y les relató a sus compañeros lo ocurrido, imploraron a Allah que no deseaban vivir en un mundo desconocido, de tal modo que tomó sus almas y murieron en ese momento. El rey los encontró, los vistió de ricas sedas y los enterró en ataúdes de oro. En la noche, los durmientes aparecieron en los sueños del rey para indicarle su deseo de ser enterrados en el polvo de la tierra y envueltos en un sudario de algodón. Al día siguiente el monarca cumplió su voluntad e erigió una mezquita en el lugar donde fueron enterrados.
Tanto en el relato cristiano como en el musulmán algunos detalles son idénticos: la huida de las persecuciones religiosas, el largo sueño y el despertar en un nuevo mundo desconocido. En ambas religiones los jóvenes son considerados santos. En el calendario ortodoxo el día del milagro se celebra el 22 de octubre, mientras que en el Martirologio romano se conmemora el 27 de julio. En el mundo musulmán se recuerda su historia en la oración de los viernes en las mezquitas.
La leyenda se enmarca en la época de las persecuciones sufridas por los cristianos en el reinado del emperador Decio.
Gayo Mesio Quintino Trajano Decio fue emperador del imperio romano entre los años 249 al 251. Su efímero reinado estuvo marcado por las amenazas externas por parte de los godos y por su intento de restaurar las fuerzas del Estado. Para Decio la religión romana y el culto imperial eran vitales para la unificación del Imperio. Mandó retomar el culto y las ofrendas ancestrales (incluyendo la adoración a la figura del emperador) lo que le enfrentó con los cristianos. Esta situación le llevó a que en el año 250 emitiera un edicto para la supresión del cristianismo, provocando la primera persecución contra estos. Se exigió a los obispos y oficiales de la Iglesia que realizaran sacrificios por el emperador, bajo pena de tortura y ejecución para aquellos que se negaran. Entre aquellos que fueron ejecutados se encontraría el propio obispo de Roma, San Fabián.
A lo largo de los siglos este relato ha sido tomado como ejemplo en algunas obras posteriores como en Las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, donde se encuentra una leyenda similar cuyo protagonista era Ero de Armentaria, o en época más cercana en el cuento de Rip van Winkle narrado por Washington Irving.
Estas y otras obras más nos narran la historia de un hombre que se queda dormido y que, sin saber que pasan los años, cuando despierta se sorprende al descubrir que todo su mundo ha cambiado.
Cueva de los siete durmientes. Foto: autor
En la actualidad , aunque la cueva se encuentra vallada, el lugar recibe un gran número de visitantes de ambas religiones. Además se encuentra ubicado en una de las áreas donde se concentran algunos de los lugares más importantes dentro del culto cristiano como son:
La Iglesia de Maria. Sirvió como catedral y sede del obispo de Éfeso en toda la antigüedad tardía. Es conocida también como la Iglesia de los Concejos pues se sugiere que pudo ser construida específicamente para atender el Concilio de Éfeso o Tercer Concilio Ecuménico, celebrado en el año 431, y siendo más tarde también la sede en el 449 del II Concilio de Éfeso. Ambos concilios fueron convocados por el emperador Teodosio II, en el primero de ellos se condenó el Nestorianismo (doctrina por el que en Cristo hay dos personas independientes pero unidas en él: la humana y la divina) como herejía, y en el segundo se aceptó el Monofisismo (doctrina por la que en Jesús solo está presente la naturaleza divina pero no la humana) como doctrina oficial siendo ratificado por los ortodoxos orientales solamente por lo que dicho concilio es conocido por los cristianos católicos y ortodoxos occidentales como Latrocinio de Éfeso ya que el patriarca de Alejandría, Dióscoro, prohibió la entrada a los delegados del Papa León e impuso su tesis de forma violenta. Fue destruida por los godos y nunca fue reconstruida, aunque se siguió manteniendo durante siglos el culto entre sus ruinas.
La Casa de la Virgen María o Panaya Kapulu. Según la tradición, el apóstol San Juan y la Virgen María llegaron a Éfeso huyendo de las persecuciones en Jerusalén. En dicho lugar se encuentra una pequeña iglesia bizantina construida encima de un edificio mucho más antiguo de época romana que en 1896 fue declarado oficialmente santuario de la Iglesia Católica Romana. La casa ha recibido la visita de 3 papas: Pablo VI en 1967, Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en 2006. Desde su descubrimiento el lugar ha sido destino de peregrinaje, tanto para cristianos como para musulmanes.
Basílica de San Juan de Éfeso. Foto: autor
La Basílica de San Juan. Según la tradición, durante el reinado de Domiciano, el apóstol San Juan fue desterrado a Patmos donde aprovecharía su estancia en la isla para escribir su evangelio. Tras la muerte del emperador, regresó a Éfeso donde moriría pacíficamente. Tras su muerte se construyó una pequeña iglesia donde fue enterrado. Cuando el emperador Justiniano visitó el lugar en el 548 decidió convertir la iglesia en una gran basílica de estilo bizantino para honrar al apóstol. La basílica se encontraba en la colina de Ayasuluk y bajo su cúpula central estaba ubicada la tumba sagrada de San Juan. El lugar se convirtió durante la Edad Media en lugar de peregrinación de miles de cristianos pues según la leyenda, en la tumba se encontraba el cuerpo incorrupto del apóstol que cuando respiraba agitaba un polvo fino a su alrededor, el cual aseguraban que tenía poderes curativos. Poco a poco y tras la llegada de los musulmanes, los viajes se redujeron entrando la ciudad en declive, siendo la basílica abandonada. Tras guerras y seísmos hoy solamente quedan sus ruinas.
El mito de los 7 durmientes, concretado en esta cueva a los pies del monte Pion, aunque hoy apenas es recordado, durante siglos fue convertido en símbolo de lucha contra la opresión de aquellos que intentaban coartar la libertad de fe ( tanto en el mundo cristiano como en el islámico) y como al final dicha lucha inquebrantable obtendría (mas tarde o mas temprano) su recompensa.
Muy buen artículo. La redacción genial y las ilustraciones preciosa. Me ha encantado.
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