La personalidad, las palabras y las anecdotas de Franco II. Esoterismo y superstición. Más allá del catolicismo de Franco

La devoción que Franco y su esposa tenían por determinadas reliquias, especialmente la  mano de santa Teresa que tenían ubicada en su dormitorio, es ejemplo del culto al objeto  desmesurado que profesaban. Con la instauración del nacional-catolicismo, en el que la  Iglesia fue, más, si cabe, todopoderosa por su alianza con el régimen, se incrementó el  culto a los vestigios de carácter sagrado y a todo tipo de reliquias. Lo que es menos  conocidoen la vida del dictadores hasta que punto el esoterismo,yhechos que se podrían  catalogar de milagrosos,que tendrían poco que ver con el catolicismo o, incluso, entrarían  en evidente contradicción con el mismo, estuvieron presentes en su vida. Las reliquias, el  Valle de los Caídos, la baraka, la masonería, etc, contienen misterios y esotérismo, siendo  ejemplo de ello especialmente el “episodio” de la monja Ramona y su ubicuidad. En  cualquier caso, hubo un general fetichismo y sacralización de objetos en la sociedad de la  época, como el de la tierra que estuvo en contacto con José Antonio, como ejemplo  paradigmático. 

  

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Franco era conocido, como indica P. Preston, por el hombre “sin miedo, sin mujeres y sin misa”,  de valentía rayana en la imprudencia, solitario y sin amigos, no frecuentaba como sus  compañeros los lupanares. En su etapa africana estaba dedicado en exclusiva a los temas  militares, haciendo que las unidades a su mando fueran de las más eficientes en un ejército no  sobrado precisamente de ella, siendo mencionado en los partes en muchas ocasiones. Es sabido  que su religiosidad no se manifestaba excesivamente cuando estuvo en África,y es en esta época  cuando tuvo contacto, como muchos otros militares, con una visionaria, vidente, bruja, hechicera  o como se prefiera denominarla, de nombre Mersida, en algún lugar del sur del Atlas, la cual era  consultada sobre lo más diversos temas, tanto particulares como militares, sociales, o políticos.  Esta mujer, consultada por militares españoles y franceses, tenía los ojos azules y el pelo rubio  según testigos. Estas características físicas no son extrañas entre los rifeños, pero tampoco  habituales, y es por ello, no ser descabellada la idea de imaginar que la misma podría ser una  espía que en triviales conversaciones fuera capaz, sin mucho esfuerzo, de extraer informaciones  a los militares que le consultaban. La situación en Marruecos con la presencia militar española y  francesa, y el período de la Gran Guerra, estimularon a Alemania, entre otras cosas, a intentar  provocar conflictos en las colonias francesas. Se decía que el nombre de esta mujer era Mercedes  Roca, de padre francés y madre rifeña. 

La Vanguardia, 3 de mayo de 1939

Con la llegada al poder de Franco, desapareció de escena, y según parece, en algún  documento estaría reseñada como “protegida por F.F.B”, ya en período posterior a la  Guerra Civil. Es más que posible que a Franco no le interesara que se le relacionase  con ella. De todo lo anterior, lo que es seguro es que Mersida existió y era una vidente que fue consultada por Franco. El resto son especulaciones,. 

Es imposible desligarnos del concepto de baraka, como tocado por la divinidad, que el  propio Franco tenía muy asumido y en su propio beneficio promocionó, siendo el  precedente de las posteriores adulaciones, empezando por los obispos de ser un  enviado de Dios, cosa que parece incuestionable que llegó a creerse. Pero no fue el  único ejemplo de relaciones con videntes, puesto que con un judío sefardita en Tánger,  Corinto Haza, tuvo eventuales contactos, prediciendo una sublevación militar, con  Franco como elegido. Mersida y Haza no fueron los únicos casos en que el Generalísimo estuvo en contacto con videntes, puesto que hubo incluso… una monja!, que además  nunca estuvo presente en los lugares que contactó con el Caudillo 

Vamos a entrar ahora en terreno con arenas movedizas. Aunque aparece en diversas fuentes el  relato de la monja, la aparición del mismo en la web Fundación Nacional Francisco Franco, es  la prueba de que, más allá de su certeza o no, fue un hecho comentado. De esta manera es  posible pensar en un Franco creyente en lo esotérico, mágico, y sobrenatural, también de otros  tipos de creencias más allá del catolicismo ortodoxo. Básicamente todos los relatos  consultados coinciden en los mismos hechos, por lo que nos referiremos al de la Fundación,  firmado por Pituca. 

Una monja catalana de Vic, Ramona María del Remedio Teresa Llimargas Soler,que solo  hablaba catalán, y que contaba con el don de la ubicuidad, se aparece diversas veces al Caudillo.  Algunos miembros del Estado Mayor piensan que es Santa Teresa en un principio, pero queda  descartado porque solo habla catalán. “En cierta ocasión, el general Petrirena comentó con  gracia: “No, no es Santa Teresa, porque le habla en catalán…”.

Captura de pantalla de la web de la Fundación Francisco Franco en el que se relata la historia de la monja Ramona

Hace predicciones y aconseja al Generalísimo sobre temas militares. Franco se ponía  nervioso si la madre catalana tardaba en aparecer. En fin, este párrafo del artículo  describe lo dicho: “En otra ocasión le advirtió la madre Ramona a Franco que tuviese  cuidado con algunos colaboradores, pues eran masones, a lo que él respondió: “Ruegue  a Dios que me saque de este infierno”. Compañeros y ayudantes de Franco refieren que  durante esos años, cuando pasaba junto a alguna capilla o ermita, mandaba  inmediatamente parar y entraba a rezar. Más de una vez le oyeron hablar con una  señora, de la que el mismo Franco dijo en alguna ocasión que era la “Catalana Madre  Ramona” 

Según el relato de Pituca, la madre Ramona murió en 1942 en Barcelona, al pedir al  Señor que le traspasase un cáncer que tenía una señora a la que cuidaba, a lo que Dios  accedió muriendo poco después.

El Confidencial. Himmler en Montserrat

Hay que entender que el contexto en el que estos regímenes (el fascista y el nazi, el  español bebía más de ellos que lo que creaba) ya estaban profundamente inmersos en  creencias esotéricas, donde el carácter sectario y secreto de algunas organizaciones,  como las SS, que tenían ceremonias de iniciación. Para muestra, la visita que realizó  Himmler a España en 1940, donde después de estar en Madrid y tener reuniones con  los más altos cargos del régimen, se desplazó a Barcelona, solo para estar unas horas, cuando en realidad lo que la motivó fue su visita a la abadía de Montserrat, a la  búsqueda del Santo Grial.  

Como hemos indicado con el tema de la baraka, el aura de tocado por la gracia divina  que se iba labrando en combate, y también el inicio de las adulaciones que tanto tuvo y  le gustaban, fueron alimentados también por una importante aportación de un cura que,  en una finca de su esposa, no dudaba en decirle que estaba predispuesto para lo más  alto y lo comparaba con figuras como el Cid, palabras que Dª Carmen le recordaba en  ocasiones, y que sin duda fue interiorizado por Franco puesto que no dudó en colocar  en las monedas con efigie, la leyenda de “Caudillo de España por la Gracia de Dios”,  como si se tratase de un monarca. Contribuyeron a ello las manifestaciones de los  obispos nada más comenzada la guerra, calificándola de Cruzada y a Franco como  enviado de Dios. Hasta Luis de Galinsoga, director de la Vanguardia, describe que “la  vida del Caudillo ha sido guiada por el dedo de Dios.O la que en 1939 dijo el obispo de Madrid, los cañones de Franco son la voz del Evangelio. 

En este sentido, reseñar que en 1947, en la Ley de Sucesión, se declara a España  como Reino, y que su sucesor lo será un rey, o una regencia. Con ello, claramente indica  que nadie más que un rey estaba a la altura de sucederle. Hasta se otorgó el privilegio  de conceder títulos nobiliarios. Entrar en las catedrales bajo palio, o el derecho de  presentación de obispos, eran privilegios reservados a los reyes. Franco ejercía como  un rey en un reino, pero no era rey, era el Caudillo.

Moneda de 1 peseta. Caudillo de España por la Gracia de Dios

Especialmente confuso, peliagudo y espinoso de tratar, es la relación del Caudillo con  los temas esotéricos y cabalísticos, mezclados con lo puramente católicos. Que Franco  y su esposa, especialmente ferviente católica, Dª Carmen Polo, eran muy creyentes,  practicantes y devotos, es sabido y conocido hasta la saciedad. Conocida es también  su predilección por las reliquias, y que tenía en su dormitorio el incorrupto brazo de  Santa Teresa de Jesús, en realidad la mano. Era considerado como un amuleto o  talismán y viajaba con él cuando se trasladaba al Pazo de Meirás. Llegó a su poder, en  1937, cuando los falangistas ocuparon Málaga y lo hallaron junto con otras joyas y obras  de arte eclesiásticas que habían sido requisadas por los anarquistas de la CNT, y que  en ese momento se encontraba en el cuartel de los Guardias de Asalto. Enterado de  ello Franco, se trasladó la reliquia a Salamanca, y pese a los continuos requerimientos  de las monjas y el obispo de Málaga durante décadas, Franco siempre se negó a su  devolución con un argumento que no admitía réplica, dado que consideraba que había  llegado a él de “forma milagrosa”. Franco solo cedió a su devolución una vez hubiese  muerto, y así, retornado al Convento de las Carmelitas de Ronda en 1976. 

Periódico ABC, con la noticia de la búsqueda del cuchillo que degolló a San Pablo

No podemos olvidar que fue una época general de exaltación religiosa, en la que se  veneraban toda una variedad de reliquias y objetos que de una forma u otra tenían  relación con santos, o con personajes mitificados, como José Antonio, del que se  recogió la tierra que había estado en contacto con su cadáver y conservada en una  arqueta. Pero es que si la guerra se convirtió en Cruzada, y Franco enviado de Dios, no  puede extrañar que los objetos que estuvieran en relación con José Antonio fuesen  considerados reliquias. El fetichismo o la idolatría, bajo el manto protector del  catolicismo, fueron comunes.

Otra de sus relaciones con las reliquias fue la que tuvo el Generalísimo con la daga con  la que supuestamente fue degollado San Pablo,. Llevada en el siglo XIV por el arzobispo  Gil Albornoz a Toledo, desde Roma, con la que Nerón mandó decapitar al Santo. Esta  reliquia era venerada en el Convento de las Jerónimas de San Pablo, en Toledo, como  punto final después de su estancia en la Sisla. Durante sus años de estancia en la  Academia de Infantería, fue objeto de devoción por Franco. Como tantos otros objetos  eclesiásticos, desapareció en 1936 con la entrada en el convento de los milicianos,  habiendo más de una versión sobre los hechos acontecidos. Como fuere, el propio  Franco en 1950, ordena que se busque la daga en los posibles lugares en que se  suponía podía hallarse. Se supone que, durante las negociaciones del Concordato con  la Santa Sede, pretendía ofrecerlo como regalo al Vaticano. La búsqueda de la daga fue  seguida con interés por la población toledana, en la que los tejados fueron rastreados,  se tiraron tabiques y los bomberos descendieron al pozo del convento en su busca. Todo  en vano. Que el tema estaba muy interiorizado por Franco lo prueba también que a los  seis gobernadores civiles de Toledo a los que nombró les explicó el relato del cuchillo.  La aparición de nuevos indicios sobre su localización reavivaron la búsqueda en 1967,  con idéntico resultado infructuoso. 

También es conocida la petición de Franco en sus momentos finales, de que le fuera  traído el manto de la Virgen del Pilar, que fue extendido en su lecho de muerte. Pero no  fue el único objeto sagrado que le acompañó hasta el final, también estaban unos restos  de San Diego de Alcalá que le fueron traídos para obrar el milagro en sus últimos  instantes. Vemos pues, que la adoración que sentía por las reliquias u objetos  eclesiásticos venerados y venerables le acompañó toda su vida, en una mezcla de  religiosidad y superstición de difícil línea divisoria.  

Por supuesto no era el único de su entorno más cercano, puesto que su hermano  Nicolás le iba a la zaga, o le superaba. Lo cierto es que todos estos hechos descritos  parecen más de novela que veraces, pero es que el caso del alquimista es otro de los  que se superan los límites de la normalidad objetiva, que en unos gobernantes se les  habría de suponer. Resultó ser que un alquimista de origen hindú, proveniente de  Alemania, Savarpoldi Hammaralt, se presentó ante Nicolás Franco, y después de dos  reuniones, le convenció de que era capaz de fabricar la piedra filosofal, con la que  podrán producir el suficiente oro para ganar con tranquilidad la guerra, puesto que la  piedra filosofal solo se podía usar si el oro convertido era para una buena causa. Bajo  la protección de Nicolás, el alquimista tuvo a su disposición exclusiva el laboratorio de  la Facultad de Ciencias de Salamanca. Bajo este paraguas, el indicado individuo se  paseó y relacionó en Salamanca con lo más alto del régimen.

Nicolás Franco. ABC

Pasadas unas cuantas semanas y sin resultado, el almirante Canaris, jefe del servicio  de inteligencia alemán advirtió que este individuo era ciertamente químico, pero que era  espía al servicio británico. Cuando se le fue a detener, había desaparecido, no siendo  encontrado. Por supuesto, el Caudillo estaba a al corriente de todo, con lo que la  credulidad de los dirigentes en general sobre temas esotéricos queda evidenciada.  

Por último, y no de menor importancia, es todo lo relacionado con el esoterismo en torno  al Valle de los Caídos. El lugar fue escogido personalmente por Franco, que junto con  Moscardó lo seleccionaron una tarde juntos. Según manifestó Fray Justo Pérez de  Urbel, primer abad, la idea de Franco sobre lo que iba a realizar ya estaba prefijada: “No se trataba de descubrir, sino de identificar y localizar una imagen que él  llevaba dentro. La presencia del Escorial a escasos km no parece casualidad,  pretendiendo emular la figura del rey que más idealizaba, Felipe II, (seguidor del  ocultismos y coleccionista de reliquias), construyendo una faraónica obra de  dimensiones como las del Escorial. Y este no estaba ausente de creencias esotéricas  precisamente, puesto que el lugar donde se asienta el Escorial era llamado ya por  habitantes del lugar como la puerta del infierno, y que con el monasterio quedaría  taponada. Las miles de reliquias de Felipe II (un verdadero osario de cuerpos enteros y  partes de ellos) debían actuar como un talismán. El Valle de los Caídos fue supervisado  al detalle por el propio Franco, que hizo y deshizo a su gusto, y en el que los más  pequeños detalles encierran algún simbolismo, donde todo tiene algún significado,  cristiano o pagano. Ciertamente, el conjunto solo es comprensible para entendidos en  astrología, esoterismo, paganismo, cristianismo, masonería, etc…y por supuesto su  acentuada intención de mimetismo e integración con la naturaleza. .En cierta manera,  es la obra cumbre de la megalomanía de Franco y de su sentir como enviado y escogido  divino, y que como un faraón escogió un risco con forma de pirámide, todo ello coronado  por una cruz de proporciones monumentales, y que se trata de un punto de conexión  entre la tierra y el cielo, y que al igual que el Escorial cumple la función de tapar una  puerta del infierno. 

Valle de los Caídos

Concebido como centro de peregrinaje en el que se convertiría el mayor cementerio de  la guerra civil donde todos los caídos permanecerían juntos eternamente, en solemne  procesión se trasladó desde Alicante el cuerpo de José Antonio,primero hasta el Escorial y posteriormente al Valle. Se ha discutido si Franco decidió ser enterrado en el Valle,  dado que él mismo había decidido que solo fuesen depositados los restos de las  víctimas de la guerra. Parece que fue decisión familiar y de Arias Navarro, su entierro en  el Valle, aunque no es opinión unánime. 

Después de todo lo descrito, es imposible dudar que el ocultismo, esoterismo, creencias  espirituales varias, estén presentes en la vida de Franco, y no solo eso, sino que lo  fueron en gran manera y durante toda su vida. Algunos hechos relatados pueden  parecer de difícil credibilidad, si bien no faltan testigos presenciales de muchos de ellos.  En cualquier caso el carácter especialmente reservado, hierático e impenetrable de  Franco ayuda a creer que todo ello sea cierto en gran medida. 

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