Con este título se estrenó la película en enero de 2022, basada en la novela de Robert Harris “Munich”. Con la Conferencia de Múnich como telón de fondo se intenta explicar y justificar los hechos desde el punto de vista del primer ministro Chamberlain. De esta manera se nos muestra un Chamberlain que sabría los verdaderos planes de Hitler y que hizo todo los posible para conseguir la paz, al menos con ello ganar tiempo antes del estallido de la guerra para el rearme aliado.
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Con el final de la Gran Guerra se produjo una gran cantidad de cambios en el mapa de Europa, al llevarse el conflicto por delante a cuatro de los cinco imperios que la habían comenzado en 1914: alemán, austro-húngaro, ruso, y otomano. Solo se salvó el Imperio Británico. No solo cayeron sus monarcas, sino que también se desmembraron sus territorios. Así, como Tratado de Versalles se englobaron también los restantes tratados que se firmaron entre los aliados y los vencidos: el de Saint-Germain, con Austria, disolvía el Imperio Austro-Húngaro, se reconocía la república de Austria, los estados independientes de Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia, y Hungría, además de ceder territorios a Italia; el de Trianon, con Hungría, cedía a Rumanía Transilvania; el de Neuilly, con Bulgaria, la obligaba a ceder territorios a Grecia, Yugoslavia y Rumanía; el de Sevres, con Turquía, le hizo perder Mesopotamia, Palestina, Siria, que administrarían Francia y Reino Unido, y otros territorios a favor de Grecia e Italia, considerando el paso de los Dardanelos con internacional.
Por supuesto, el de Versalles entre los aliados y Alemania fue el de consecuencias más incendiarias en el futuro: se crearon nuevos estados y se adjudicaron territorios a las potencias vencedoras. Se impusieron unas compensaciones de guerra a los derrotados imposibles de satisfacer, además de las prohibiciones de rearme y la composición máxima de 100000 hombres en el ejército, con restricciones en el tonelaje de los buques y en el armamento (tanques, aviones, ametralladoras, cañones…), la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena, las colonias, y gran parte de Prusia cedida a Polonia, que además quedaba partida por el llamado corredor de Danzing, la administración del Sarre durante 15 años por la Sociedad de Naciones, y Renania, ocupada por Francia. No hubo negociación como tal del Tratado de Versalles, el texto fue redactado por los vencedores y dado a Alemania para su aceptación y firma. Las posiciones de las diferentes potencias vencedoras variaban mucho ante la actitud a tener con los vencidos, así la Gran Bretaña de Lloyd George intentaba un equilibrio con Francia, con Clemenceau en la postura más intransigente, y un poco pragmático W. Wilson, presidente de USA.
Hitler, en el poder desde 1933, no tardó en llevar a cabo sus proyectos expansionistas, tratando de reconducir la pérdida de territorios que el Tratado de Versalles había establecido. El Sarre fue reincorporado a Alemania, tras un referéndum, el 13 de enero de 1935, votado afirmativamente por una ámplia mayoría tras 15 años de administración de la Sociedad de Naciones. Austria fue la primera en sufrir la desestabilización interna, entre diversas causas, por los nazis. En 1936, el 7 de marzo, las tropas alemanas irrumpen en la desmilitarizada Renania, zona fronteriza con Francia y Bélgica. Los franceses dudaron de intervenir, pero prefirieron no hacerlo por temor a que un enfrentamiento se les escapase de las manos, desconociendo que las tropas alemanas, ante una respuesta francesa, tenían órdenes de repliegue. Todo ello permitió a Hitler verificar el alcance de la política de apaciguamiento franco británica, sobre todo británica, y vio una invitación a proseguir con sus planes expansivos.

El canciller de Austria, Dollfuss, fue asesinado en julio de 1934, durante un golpe de estado realizado por los nazis austríacos, lo que indujo a Mussolini a situar tropas en la frontera listas para actuar en caso de intervención alemana. La Italia fascista era la protectora del gobierno austríaco, y mantenía todavía distancias con la Alemania nazi, que en poco tiempo serían, no obstante, salvadas, pero en esos momentos todavía intimidaban a Hitler. Dollfus fue sustituído por von Schuschnigg, que sufrió una constante presión por parte de Hitler.

La Italia fascista y la Alemania nazi fueron acercándose cada vez más, y en 1938 Austria se encontró más sola que nunca al perder a su gran valedora, Italia, ante las aspiraciones del Führer . Mientras tanto se estaba desarrollando la guerra civil española, en la que intervenían a favor de los sublevados Alemania e Italia, y, la URSS ayudando al gobierno republicano. En julio de 1938 comenzó la Batalla del Ebro, bajo la consigna de Negrín de resistir es vencer, con lo que explícitamente manifiesta su intención de esperar que, ante la inminencia de la guerra europea en ciernes, estalle lo antes posible con la República aguantando en el frente, y convertir España en campo de batalla donde las democracias europeas no tendrán más remedio que actuar, especialmente Francia.

La política no intervencionista y de apaciguamiento británica en el Continente ligaba de pies y manos a Francia que se veía obligada a una tímida oposición ante las pretensiones territoriales alemanas, con la amenaza británica de no ayudarla si decidía actuar contra Alemania. Así, quedó lastrada por Chamberlain la oposición a Hitler y su expansión. En febrero de 1938, fueron aceptadas una serie de exigencias alemanas por parte del canciller austríaco Von Schuschnigg que en la práctica significaban la pérdida de soberanía para Austria, ante la indiferencia francesa y británica, por una parte, y por otra la italiana, que en estos momentos ya apoyaba sin reparos a Hitler.

A pesar de ello, el canciller austríaco convocó inesperadamente un referéndum sobre la anexión sorprendiendo a todos, para el 13 de marzo. Hitler movilizó el ejército y solicitó un aplazamiento del plebiscito, y el canciller austríaco, presionado tanto en el interior como en el exterior, acabó cediendo y suspendió la votación. Hitler no tenía suficiente con ello, y solicitó la dimisión del canciller y la sustitución por Seyss-Inquart, nazi austríaco. Von Schuschnigg dimitió, pero Seys-Inquart no había sido aún nombrado cuando los alemanes irrumpen por la frontera el 12 de marzo, presentándose Hitler en Viena el 15 de marzo, tras visitar su localidad natal, proclamando la anexión a Alemania. Austria, por el Tratado de Saint-Germain en-Laye, de 1919, tenía prohibida su unión con Alemania sin previa autorización de la Sociedad de Naciones, cláusula que fue denunciada unilateralmente por los austríacos. Austria, Osterreich, literalmente Imperio Oriental, sustituyó su nombre por Ostmark, Marca Oriental. El 10 de abril de 1938 se realizó el referéndum en Austria para ratificar el Anschluss, es decir, su anexión a Alemania, con un resultado de más del 99% de votos a favor, no pudiendo votar ni judíos ni gitanos.

Mientras, estas y otras cláusulas del Tratado de Versalles se iban incumpliendo de forma amenazadora, las potencias vencedoras de la Gran Guerra, mostraban su flaqueza y su nula capacidad para detener las aspiraciones nazis, que ya en 1935, en lo que a claúsulas de limitaciones militares se refería, fueron denunciadas por Hitler. En Alemania existía un gran resentimiento a los acontecimientos finales de la guerra en 1918, en la que en poco tiempo se pasó de poder ganarla a perderla por agotamiento, no por ser vencidos en el campo de batalla, como manifestaban, resentimiento que fue exacerbado por el Tratado de Versalles y sus imposibles clausulas impuestas. Francia y Gran Bretaña presentaron sus protestas diplomáticas al Ansclhuss y pasaron página ante los hechos consumados.

Parecía que Hitler tenía un cheque en blanco otorgado por parte de las potencias occidentales, que se limitaban a las protestas diplomáticas ante sus pretensiones, envalentonándose con estas tíbias reacciones en el convencimiento que de esta forma no habría guerra.
Solucionado el tema de Austria, le tocaba el turno a Checoslovaquia, y más concretamente a la zona de los Sudetes, fronteriza con Alemania, poblada por mayoría de alemanes. Ya en 1933 se creó el Partido Alemán de los Sudetes, apoyado por los nazis alemanes y con claras intenciones de unión a Alemania,.
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Drôle de guerre
Entre septiembre de 1939 y mayo de 1940 en Francia, la gran potencia continental de la Europa democrática, la guerra con la Alemania nazi fue conocida como drôle de guerra. Una guerra de broma, según decían los mismos franceses. Buceando en los archivos podemos encontrar ejemplos de hechos insólitos también en nuestra Guerra Civil. Lee…
Leer másAsí, y siguiendo una hoja de ruta, el 24 de abril de 1938, el Partido Alemán de los Sudetes , liderado por Henlein , promulga los Decretos de Carlsbad, en demanda de autonomía y libertad para profesar la ideología nazi. Gran Bretaña medió sin resultado positivo, al presentarse por Henlein claúsulas que a sabiendas, por instrucciones expresas de Hitler, serían rechazadas por el presidente checoslovaco Edvard Benes. Aumentó la tensión durante los meses de verano, para culminar con un septiembre lleno de acontecimientos, disturbios, amenazas, y con la movilización checa el 23 de septiembre a raíz de la instauración de un nuevo gobierno austríaco con el general Syrovy a la cabeza.

Aunque los soviéticos pensaban ayudar al ejército checo, la no intervención occidental, más el hecho de tener que pasar por Polonia, Rumanía y Hungría, para intervenir, imposibilitaba la ayuda. Ingleses y franceses solicitaron a checos que cedieran los Sudetes, mientras húngaros y polacos aprovechaban para manifestar también sus pretensiones territoriales. El 15 de septiembre Chamberlain se había reunido con Hitler, manifestándole éste las intenciones de no solicitar más territorios. Chamberlain viajaría dos veces más a Alemania ese mes, el 22 a Colonia, y finalmente el 29 Múnich, donde culminaría lo que en Checoslovaquia fue conocida como la Traición de Múnich. Chamberlain indujo a Daladier, primer ministro francés, para que conminara a los checos que aceptaran las exigencias alemanas, y se dirigió a Mussolini para que Hitler postergase su ultimátum de invasión, el 1 de octubre, fecha tope dispuesta para que los Sudetes formaran parte de Alemania.

Así pues, finalmente se convoca la Conferencia de Munich. El 29 y 30 de septiembre, en el Führerbau de Múnich, se firmarían los Pactos de Múnich, por los mandatarios de Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia, sin la presencia checa, lo que por Edvard Benes sería considerado un pacto “acerca de nosotros, sin nosotros y contra nosotros”. Tampoco se invitó a la Unión Soviética, que manifestaba su oposición a la entrega de los Sudetes. Firmado el acuerdo, Chamberlain solicitó de Hitler una entrevista en privado que se acordó para la mañana siguiente. Así, antes de irse, le instó para firmar un acuerdo anglo-alemán en el que se manifestaba el deseo de las dos potencias de no volver a la guerra y la importancia que de esta voluntad que representaban los acuerdos acabados de firmar. Hitler firmó sin problema ni objeción. Este fue el documento que a su llegada a Gran Bretaña mostró como símbolo de su éxito nada más bajar del avión, entre grandes muestras de entusiasmo por parte de la mayoría de la opinión pública.

Checoslovaquia tenía tratados de defensa con la URSS y con Francia que la obligaban a intervenir ante la agresión nazi, pero Gran Bretaña advertía una y otra vez a los franceses que si lo hacía no la seguiría. En pos de la paz, ya se había constituido el Comité de No Intervención en la guerra de España, que únicamente consiguió la no intervención francesa y británica, con lo que con estos antecedentes no es de extrañar que ante la crisis de los Sudetes se optara por una opción no bélica. De esta manera, Checoslovaquia se encontraría sin voz ni voto sobre su territorio y habitantes; Gran Bretaña, más interesada en su imperio de ultramar que en asuntos continentales, y advirtiendo a Francia que no se embarcara en aventuras porque no la seguiría; Francia, sin interés alguno en una guerra, y menos sin los británicos, veía la amenaza nazi con temor; una débil Unión Soviética poco involucrada, pero con un pacto defensivo con los checos, sola no podía intervenir contra Alemania; y finalmente Italia, que ya había cedido los asuntos de Europa Central a Hitler, quedándose los asuntos mediterráneos.

En 1938 Alemania estaba en pleno rearme, no obstante, aún lejano de los mínimos que se requerían para un conflicto con los aliados y Francia había enterrado un gran presupuesto en la Línea Maginot,( y con él la posibilidad de una guerra de movimiento) con una táctica obsoleta en la que se sentían seguros tras las enormes extensiones de fortificaciones, y los británicos, si bien habían abandonado en 1932 la peculiar regla de los diez años, (por la que no preveía una guerra importante en los diez años futuros), se encontraban aún con un bajo presupuesto militar. La URSS, en fin, estaba en el momento de las purgas stalinistas, que descabezaron lo mejor del ejército Rojo.
Es necesario advertir, en cuestiones puramente militares, que la Alemania de septiembre de 1938, estaba lejos de la de la invasión de Polonia de 1939, y lejísimos de la invasión de Francia en 1940, y en ello tuvo mucho que ver la incorporación al ejército alemán tanto de los efectivos checos como de la zona industrial, con la fábrica Skoda a la cabeza. Sin duda, los juicios sobre el potencial alemán que se hicieron a posteriori con la guerra ya finalizada y a sabiendas de lo conseguido al inicio en Polonia y Francia por los alemanes no refleja la realidad de septiembre de 1938, en el momento que analizamos y son muchos los autores que no dan como vencedora a Alemania en el caso de que hubiera conflicto, tanto es así que había una conspiración en marcha por parte de algunos generales del ejército alemán para el caso que Hitler hubiese ordenado la ocupación de Checoslovaquía, puesto que sabían de primera mano las carencias militares que consideraban que podrían llevarles a un desastre, puesto que una respuesta francesa, soviética, británica, y de un muy importante y bien pertrechado ejército checo, dan pocas posibilidades de éxito alemán sobre el papel, circunstancia que fue reflejada en la película, con una conjura en ciernes.
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Simo Häihä, la muerte blanca. El francotirador que hizo temblar a Stalin
Cuando los soviéticos invadieron Finlandia en el invierno de 1939 no se esperaban que el ejército finés se defendiera de una forma tan valerosa. A la falta de medios respondieron con un gran conocimiento del terreno, mucho valor y un arma secreta, los francotiradores. De ellos, el mejor fue Simo Häihä. Los soviéticos estaban tan…
Leer másLa cuestión era que se había abierto la Caja de Pandora, puesto que, en 21 de septiembre, Hitler manifestó tener también pretensiones sobre territorios polacos y húngaros, al tiempo que estas dos naciones también las tenían con Checoslovaquia a la que arrebataron territorios,: Tesin, Zaolzie y los alrededores de Lesnica y Skalité, por parte de Polonia (que serán recuperados en septiembre por la República Eslovaca con el ataque alemán) y la Rutenia Transcarpática, por parte de Hungría). Además, hay que mencionar el concepto Polaco de Miedzmorze, que pretendía la federación de Lituania, Bielorusia y Ucrania liderada por Polonia. A todo ello, en marzo de 1939 se constituyó la República de Eslovaquia, con la aquiescencia alemana, al tiempo que la zona checa ocupada se convertía en el Protectorado de Bohemia-Moravia. Los eslovacos, a pesar de tener garantías territoriales por parte de los alemanes frente a polacos y húngaros, sufrieron la agresión de estos últimos en la conocida como Pequeña Guerra, del 23 de marzo al 4 de abril de 1939, atacados desde la recientemente ocupada Rutenia Transcarpática, teniendo que ceder más territorios. Con los Sudetes no se acabó el tema de las pretensiones alemanas sobre territorios que otrora le habían pertenecido: Posnania, Eupen, Alsacia y Lorena, Alta Silesia, Prusia Oriental, con Memel y Danzing.
En la cinta que da lugar a este comentario, se muestra como prueba definitiva de las intenciones nazis un documento de fecha 5 de noviembre de 1937, el Memorandum Hossbach, a raíz de una reunión en la que Hitler y los demás presentes en la reunión en esa fecha y en la que el Coronel Hossbach redactó las notas de la misma. El Führer manifestó la intención de llevar a cabo la consecución del Lebensraum, espacio vital, con Austria y Checoslovaquia en primer lugar, para posteriormente poder desarrollar el Drang nach Osten o empuje hacia el este, donde serían los territorios soviéticos los ocupados y explotados, en provecho de la raza superior ária.

Este documento, es considerado como la evidencia de las intenciones de Hitler de conquista y que todo se desarrollaba según un plan prefijado, y por ello fue presentado como prueba en los juicios de Nuremberg. Evidentemente había un plan prefijado y el mismo se había desarrollado en el Mein Kampf lugar de exposición de las intenciones de Hitler. En su libro, en el segundo volumen, capítulo 14, encontramos este texto: “Paramos el interminable movimiento alemán hacia el sur y el oeste, y volvemos nuestra mirada hacia la tierra en el este. Por fin rompemos con la política colonial y comercial del período anterior a la guerra y pasamos a la política del suelo del futuro. Si hablamos de suelo en Europa hoy, podemos pensar principalmente sólo en Rusia y sus estados fronterizos vasallos.”

Dejando aparte la cuestión literaria, Mein Kampf fue uno de los libros de mayor edición y distribución, millones en Alemania en la época por razones obvias, llegando incluso a regalar dos ejemplares a las parejas que se casaban, se hace algo difícil pensar que en Londres no hubiesen tenido ninguno a mano para ver por dónde iban las intenciones de Hitler. No hacía falta que se mostrase el Memorandum Hossbach como si fuera la gran prueba de las intenciones expansionistas nazis, pudiendo ser simplemente la hoja de ruta. Como ocurre siempre que se comete un error, intentar solucionarlo con más errores conduce al desastre, y esto es lo que sucedió con los tratados que dieron fin a la Gran Guerra, (cuya vigencia duró escasos veinte años, y desembocó en una guerra de proporciones superiores a la anterior) y sus “soluciones” particulares de las demandas de Hitler, a medida que este marcaba la agenda.

Paradoja de todo esto, y sintomático de cómo se percibían los hechos en el momento, fue que Chamberlain fuera propuesto para el Nobel de la Paz de 1939, a lo que el parlamentario sueco socialdemócrata Erik Brandt sugirió de forma sarcástica que también se incluyera a Hitler en el premio. Parece que la política del apaciguamiento intentaba en cierta medida paliar lo que en opinión de Chamberlain había sido un Tratado de Versalles excesivo, produciéndose una revisión de facto del mismo sobre la marcha de los acontecimientos. Pero en cualquier caso, el punto final de la cinta en la que se menciona que gracias al aplazamiento de Múnich se ganó tiempo para el rearme y vencer a Hitler, no soporta la realidad.
Con la anexión de Austria y Checoslovaquia, Alemania era mucho más poderosa que antes, con muchas más tropas y mucho mejor equipada y armadas, sobre todo con los excelentes blindados de origen checo, amén de producir más armamento que los aliados occidentales, y liberar las tropas que había en España con el fin de la guerra en abril de 1939. Y prueba de ello es que tras la declaración de guerra a Alemania, franceses e ingleses no hicieron nada por atacar a una, en ese momento, muy débil Alemania en el oeste, dejando que Polonia cayese en manos, al principio solo de nazis, y posteriormente de soviéticos, a partir del 17 de septiembre. En este caso, ni Francia ni Reino Unido declararon la guerra a la URSS por el mismo hecho que dos semanas antes lo habían hecho a Alemania.
No cabe duda que el enorme trauma de la Gran Guerra era profundo, y dado que se había cerrado en falso, tocaba realizar el segundo tiempo, con una Alemania cada vez más fuerte que no había ocultado sus intenciones. En occidente y las antiguas colonias, no había pretensiones de Hitler más allá de Alsacia y Lorena, y se resigna al papel de Gran Bretaña y su imperio por el mundo. Ello conllevaba naturalmente el ser la potencia predominante en el continente a costa de Francia. Pero sus ambiciones estaban en el este, lugar en el que pensaba crear su imperio. Tras el ataque a Polonia el 1 de septiembre de 1939, Hitler se sorprendió cuando Francia y Reino Unido le declaran la guerra el día 3, siendo entonces cuando Goering dijo “Que Dios se apiade de nosotros si perdemos esta guerra”, una guerra que Churchill predijo a la llegada Chamberlain de Múnich cuando manifestó que “A nuestra patria se le ofreció elegir entre la guerra y la humillación; ya aceptamos la humillación y ahora tendremos la guerra”.
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