A finales del siglo XIX y principios del XX tuvo lugar una serie de expediciones a la Antártida, con el objetivo de conseguir ser el primero en realizar auténticos desafíos, en una de las zonas más inhóspitas del planeta, la última frontera. Fue conocida como la Edad heroica, en la que un componente romántico, aventurero y arriesgado era su denominador común. Con los precarios medios de la época, se lanzaron a la exploración de los desiertos de hielo. Una de estas expediciones, en 1914 y liderada por Ernest Shackleton, cobró fama, no tanto por el objetivo que tenía y no consiguió, como por la odisea que tuvieron que soportar sus integrantes durante el regreso, tras quedar su barco, el Endurance aprisionado entre los hielos y posteriomente hundirse. A principios de 2022 se localizó su lugar de naufragio mediante novedosos sistemas técnicos.
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Shackleton, irlandés nacido en 1874, realizó su primera expedición, como tercer oficial, en la Antártida en la llamada Dyscovery, (las expediciones se conocían popularmente por el nombre del barco que las llevaba), organizada por la Royal Society y la Royal Geographical Society, comandada por R. Scott, entre 1901 y 1904, que consiguió numerosos datos científicos, pero no uno de sus objetivos prioritarios, que era alcanzar el Polo Sur. Shackleton, en 1907 regresó a la Antártida en el Nimrod, oficialmente Expedición Imperial Británica, que se desarrolló entre 1907 y 1909. Tampoco alcanzó el Polo Sur, llegando a menos de 200 km del mismo, y en una prudente decisión, se optó por la vuelta atrás ante las dificultades en las que se encontraban por el mal tiempo. Al regreso, no obstante haber fracasado en llegar al Polo Sur, fue nombrado Sir por el rey. Quien lo consiguió al fin, fue el noruego Amundsen, quien logró ser el primero en 1911, y tras él, Scott al año siguiente, falleciendo este durante el regreso en una tormenta.

Shackleton, con ánsia de escribir su nombre en esta especial competición de logros suicidas, optó por realizar otra hazaña: atravesar la Antártida pasando por el Polo Sur. Para ello, puso nombre a su expedición: Trans-Antártica Imperial.
Según parece (puesto que hay voces discordantes que desmienten este punto calificándolo de leyenda), Shackleton puso un anuncio en la prensa, en 1914, en el que literalmente decía: “Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito”. Unas 5000 personas lo contestaron, de los que 27 fueron las escogidas, que por supuesto, amén de ser buenos en las habilidades que se les requería, también habían de tener ciertas experiencias, cualidades psicológicas, saber interactuar, etc. El barco principal, tenía un nombre premonitorio de lo que se les avecinaba, “Endurance” (resistencia).

La expedición estaba compuesta por este buque y el “Aurora”, que tenía la misión de situarse en el lado final con el objeto de proveer a los componentes que realizaran el cruce de la Antartida, puesto que no llevarían provisiones para tantos días. El Aurora tuvo su odisea particular, trágica en este caso, que merece ser contada aparte. Pocos días antes del inicio de la I Guerra Mundial, el 1 de agosto de 1914, el Endurance y sus 28 tripulantes partieron rumbo a la isla de Georgia del Sur, donde practicaron la última escala, y el 5 de noviembre, se dirigieron ya a la Antártida. A pesar de ser el verano austral, había una cantidad excepcional de hielo, formando una banquisa que atrapaba una y otra vez al barco, no sirviendo los grandes esfuerzos que realizaban para liberarlo, puesto que en poco tiempo el hielo lo volvía a aprisionar y lo desplazaba de la ruta.
Finalmente, en febrero de 1915, el hielo bloqueó completamente el barco. El verano austral de 1914-15 transcurría entre partidos de fútbol, desplazamientos por el hielo, carreras de trineos y entretenimientos variados. Shackleton, en previsión de que tendrían que pasar el invierno atrapados en el barco, organizó la tripulación de manera que no estuviesen ociosos, reparando material, cuidando los perros y realizando trabajos de mantenimiento del buque. De esta manera, cuando llegó el invierno, pasaban las horas en el interior del barco, leyendo, representando teatro, o tocando música, mientras en el exterior había la total oscuridad.

Meses después, atrapados en medio del desierto blanco, en septiembre de 1915 la situación cambió a peor: el barco comenzaba a ceder a la presión del hielo y su casco crujía, hasta que comenzó a inclinarse. Shackleton tomó la que quizás era la única decisión posible, el 27 de octubre, y mandó sacar todos los víveres posibles, armas y munición, ropas y demás materiales necesarios para sobrevivir, montando un campamento junto al barco, hasta que este se hundió. El objetivo ahora era regresar vivos. Cargaron todo lo que pudieron en tres barcas que deslizaban por el hielo y emprendieron camino sobre el mar helado. No era fácil avanzar, puesto que las crestas de hielo salientes impedían transporte rápido, y prueba de ello es que en tres días avanzaron tan solo tres kilómetros. Y lo que es peor, la deriva del hielo los desviaba de su rumbo, tierra firme de la Antártida o Paulet Island.
En febrero de 1916 comenzaron a sacrificar a los perros dado el preocupante descenso de alimentos y por su situación actual, muy desviada de la ruta, debido a la deriva de los hielos y que solo les permitía acceder a Clearence Island o Elephant Island. Mientras dormían, el 8 de abril, el hielo sobre el que se soportaban se empezó a resquebrajar y hundir, teniendo el tiempo justo de subirse a los botes con los alimentos y tiendas. Ahora estaban ya sobre el mar, y remaron dirección a Elephant Island, hasta que llegaron a ella. El problema fue encontrar un posible y seguro lugar para acercarse y desembarcar puesto que las olas los hubiesen estrellado contra las rocas. Finalmente, navegando por la isla, la suerte les sonríe, y hallaron una pequeña playa que les permitía poder acercarse y desembarcar. Después de año y medio pisaron tierra firme. Pero era solo eso, tierra firme, puesto que la isla era un lugar inhóspito, ventoso y frío, lejos de todas partes en medio de la nada y de cualquier ruta regular de navegación.
Por tanto se imponía salir de la isla lo antes posible en dirección a la lejana Georgia del Sur, a unos 1500 km con el riesgo de sobrepasarla y encontrarse sin tierra hasta la costa de Sudáfrica, lo cual significaba sin duda, la muerte, dado que las corrientes impedían la vuelta atrás. Shackleton y cinco hombres más emprendieron el viaje sin plan B, en el que todos confiaban. La fortuna les sonrió a las dos semanas de navegación, y pudieron llegar a Georgia del Sur y desembarcar. Ahora solo les faltaba hallar la estación ballenera de Stromnes, que estaba al otro lado de la isla. Hacerlo por mar era muy peligroso a causa de las corrientes y que tanto los podían alejar como estrellar contra la isla, por lo que ante la penosa situación en que se encontraban, Shackleton y dos hombres más, sin demora, comienzan a cruzar a pie la isla, por montañas nevadas y bajo un intenso frío, lugares que aún no habían sido pisados por el hombre y mucho menos cartografiados, caminando sin descanso puesto que cualquier parada podía ser la última.

El 21 de mayo, por la mañana, oyen a lo lejos la sirena que convoca a los trabajadores de la estación ballenera, y no hay duda que eso fue lo que les salvó, ya que les dio el empuje necesario para seguir. No mucho después, se encontraron por fin, ante los asombrados trabajadores de la estación ballenera al ver surgidos de la nada a tres hombres en penoso estado. Después de un breve descanso, a la mañana siguiente, rescataron a los tres hombres que habían llegado con ellos en el bote que estaba al otro lado de la isla. Y luego, ya en agosto de 1916, después de tres intentos fallidos, finalmente con ayuda chilena, rescataron al grueso de la tripulación, los 22 restantes, que se quedaron a la espera en Elephant Island.

La expedición, con un objetivo que había acabado antes de empezar, al final concluyó felizmente, al no perderse ninguna vida durante la odisea del regreso, y que a la postre, en los siguientes años convirtió mundialmente célebre y famoso a Shackleton, quien demostró a la postre haber tenido muy buenas cualidades de líder y saber aglutinar y guiar a un grupo con todo en contra.

Los siguientes años realizó misiones en América del Sur a favor de la causa aliada en la Gran Guerra, y en encargos para el gobierno británico en remotas tierras polares. De su famoso viaje austral, publicó un libro titulado South. Un personaje como este, no podía permanecer mucho tiempo en la tranquilidad de su hogar, y después de convocar a los miembros de la tripulación del Endurance que permanecían con vida, a principios de 1922 se dirigió de nuevo a la Antártida, siendo este su último destino, puesto que un ataque al corazón le fulminó al instante cuando estaban entrando en la bahía de Grytviken, Georgia del Sur.Hacía años que padecía problemas cardíacos, pero ello no era ningún obstáculo para sus deseos de aventura. Fue, pues enterrado en el pequeño cementerio de la isla.

Su singular aventura, lograda sin tener que lamentar ninguna muerte y regresar con todos sus integrantes, ha inspirado libros, películas, series, documentales, y hasta canciones, como la que le dedicó Franco Battiato en1998 en tributo a la expedición que se realizó mientras en el mundo combatía I Primera Guerra Mundial. En principio, su gesta de supervivencia no fue ni celebrada ni objeto de gran atención, puesto que la guerra lo absorbía todo. Como contrasentido, las vidas que la naturaleza respetó después de 20 meses en el frío, no lo fueron por los hombres, y muchos de sus miembros encontraron la muerte en el frente.