Petrus Gonsalvus, el «salvaje de las Canarias» en la corte francesa del siglo XVI

La hipertricosis lanuginosa se trata de una afección congénita muy poco frecuente caracterizada por la profusión excesiva del vello corporal en zonas no deseadas, esta alteración genética puede tener múltiples causas llegando a ser un problema estético que no supone ningún riesgo para la salud física, pero en cambio, si confiere un llamativo aspecto. 

Tiempo de lectura: 10 minutos

La documentación que existe sobre este trastorno es muy escasa y solo se tiene constancia que han habido unos 50 casos desde la Edad Media, siendo el más antiguo y popular que fascinó a media Europa del siglo XVI, el de Pedro González y su familia. Algunos científicos especulan con que se trata de una mutación atávica, una herencia genética que ha permanecido inactiva por haber sido prescindible en algún momento de nuestra evolución. 

Retrato de Petrus Gonsalvus. Anónimo s.XVI. Castillo de Ambras

Pedro González nació aquejado de esta enfermedad denominada hipertricosis, y sus primeros años de vida son todo un misterio por ser escasos los datos que se conocen. Las fuentes que manejamos nos remontan a la “Canarias” del siglo XV, tras finalizar la conquista de la isla de Tenerife, la última en someterse a las tropas castellanas después de treinta y dos años de lucha contra los núcleos alzados de guanches, y su posterior anexión a la Corona de Castilla, se irá produciendo una gradual colonización con inmigrantes llegados del incipiente Imperio Español.  Al igual que en el resto de las islas, la población indígena, o bien sucumbía a enfermedades infecciosas importadas como la gripe o la viruela a consecuencia de no tener desarrollado el sistema inmune debido a la situación de aislamiento, o bien eran capturados y vendidos por tratantes de esclavos. 

Coronación de Enrique II de Castilla
Coronación de Enrique II en la catedral de Reims

En la Europa de aquella época, las sociedades precientíficas asociaban a las personas aquejadas de alteraciones genéticas con “hombres salvajes” que causaban asombro y sobretodo provocaban superstición, y en ese mismo contexto creció nuestro personaje del que trascendió descendía de menceyes guanches (jefes o reyes de una demarcación territorial antes de la conquista), otras fuentes señalan más directamente que fue hijo de uno de ellos, que lo abandonaron al nacer, y que en sus primeros años vivió bajo la protección de una orden religiosa bautizándole en 1543 como Pedro González, aunque la fecha de nacimiento aparece en algunos textos en 1537, y que siendo un niño de apenas 10 años acabó apresado por tratantes de esclavos como si de un auténtico animal exótico se tratase. Fue enviado, según nos cuenta el historiador Roberto Zapperi, a la gobernadora de los Países Bajos y tía del emperador Carlos V, siendo muy probable que durante la travesía fuese capturado víctima de las incursiones de corsarios franceses y entregado como presente al nuevo rey de Francia, Enrique II, el mismo día de su coronación en 1547 en la Catedral de Reims. 

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Catalina de Médici, vestida de negro en “Una mañana frente a la Porte du Louvre” 1880. Museo de arte Roger-Quilliot, en Clermont-Ferrand.

Era habitual que nobles y monarcas europeos del Renacimiento se obsesionaran por coleccionar las piezas más extrañas traídas de lugares remotos ya fueran humanas o no, así que ser dueños de algún ser especial con alguna malformación les fascinaba y era símbolo de estatus, y aquel niño velludo encajaba a la perfección con aquella moda de recopilar seres híbridos humano-animal. 

En la corte parisina fue recibido como una auténtica atracción pero Enrique II se asombró e interesó, pese a su apariencia insólita y la rareza de su vellosidad, por aquel extraño regalo nada más verlo así como por la rapidez con la que adquiría destrezas y modales al igual que cualquier joven cortesano del siglo XVI. Tal vez su función iba a ser la de entretener al rey, su corte, e impresionar a los visitantes, pero Petrus Gonsalvus, como así fue rebautizado, corrió mejor suerte y tuvo la fortuna de recibir la protección del monarca y la reina consorte, Catalina de Médici, que en vez de encerrarlo en una jaula se propusieron demostrar que era posible educar a un “salvaje” y ordenaron que recibiese refinamiento social y una buena educación, lo que le permitió estudiar humanidades, latín (reservada a la aristocracia), otras lenguas europeas, así como tácticas militares.  

El monarca lo integró en su servidumbre nombrándolo ‘sommelier de panneterie bouche du roy’ (servicio de boca del rey) y aunque debía mostrarse cuando el monarca se lo pedía, le concedió el tratamiento de “Don” para equipararlo a la nobleza, teniendo en cuenta su vinculación con reyes aborígenes de los que él le contaba que procedía.

A pesar del trato de favor recibido, Don Petrus Gonsalvus no dejó de ser una propiedad más del monarca susceptible de ser vendido o regalado, y eso fue precisamente lo que sucedió tras la muerte de su mentor y protector Enrique II como consecuencia de las graves heridas sufridas en un torneo de caballería en 1559.  El “salvaje de las Canarias”, como también se le conocía, pasó a depender de su esposa-viuda, Catalina de Médici de Valois, y esta, para continuar con el experimento, se ocupó de concertarle matrimonio eligiendo, para que procrearan, a una bella joven cortesana de París de la que poco se sabe, salvo que se llamaba Catherine y que probablemente era una de las damas del séquito de la reina.

Gonsalvus y su esposa Catherine c.1580. Joris Hoefnagel. Galería Nacional de Arte, Washington

El mismo día que se celebraba la boda en 1573, cumpliendo Catherine con la orden impuesta por la regente del nuevo rey Carlos IX, conoció horrorizada al que sería su marido, un “ser especial” medio hombre, medio animal. Pero aquel matrimonio acordado perduró y tuvieron hijos, los dos primeros completamente normales lo cual amenazaba con fracasar el experimento de la reina pero para su mayor satisfacción los cuatro siguientes nacieron con la alteración genética del padre, llegando a padecer la hipertricosis incluso varios de sus nietos.

Retrato de Madeleine Gonsalvus. Anónimo del s. XVI. Castillo de Ambras

Esta historia de finales del siglo XVI y principios del XVII era digna de permanecer en la memoria colectiva y algunos investigadores han considerado que este matrimonio inspiró a la novelista francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve en el clásico relato “La Belle et la Bête”, del cuento de hadas tradicional francés “La jeune américaine, et les contes marins” en 1740, de la que más tarde retomaría y haría la versión escrita más conocida y la que se cree es la base de casi todas adaptaciones posteriores del cuento Jeanne-Marie Leprince de Beaumont en 1756.

Retrato de Enrique Gonsalvus, Anónimo del s. XVI. Castillo de Ambras

En el período en que Francia se encontraba inmersa en un enfrentamiento de religiones se produce el fallecimiento de  Catalina de Médici en 1589 quedándose la familia Gonsalvus sin benefactor, es entonces cuando el primer Gran Chambelán de Francia y “duque de Mayena”, Carlos de Lorena, cede la propiedad de esta singular familia a los duques de Parma, casa aristocrática italiana de los Farnesio, donde se instalaron y fueron respetados con los mismos privilegios que disfrutaban en Francia, aunque los hijos que heredaron la hipertricosis paterna fueron vendidos a otras familias nobles.

Archduke Ferdinand II of Further Austria.jpg
Archiduque Fernando II de Austria

Como curiosas rarezas, pero con atuendos propios de una familia aristocrática, los retratos de él y de su familia se encuentran repartidos hoy en día por varios museos de Europa y Norteamérica. Destacaremos los óleos de cuerpo entero donde se representa a Don Petrus Gonsalves y sus hijos Madeleine y Enrique ataviados con gorguera. Estos retratos se encuentran en el magnífico Castillo-Palacio renacentista situado en las colinas de Innsbruck, uno de los lugares más importantes de Austria. Cabe destacar como en el fondo de estos retratos se ve recreada una caverna natural, que para algunos autores hace alusión a la procedencia canaria del padre, por considerar que los guanches vivían y enterraban a sus muertos en cuevas volcánicas.

El hecho de que los cuadros de la familia se encuentren en el viejo gabinete de maravillas (sala de Arte y Curiosidades) de este lugar se debe a que uno de los moradores del castillo, entre 1563 y 1595, fue el culto archiduque de Austria Fernando II, humanista interesado en la promoción de las artes y las ciencias y uno de los coleccionistas de arte más destacados de la historia que los recibió como obsequio de su sobrino Alberto V, duque de Baviera para su colección de fama mundial en uno de los museos considerado de los más antiguos del mundo, el castillo medieval de Ambras

Entre las pinturas y grabados que existen de la familia también se encuentra el de la artista Lavinia Fontana, una de las pocas pintoras de la época que realizó el lienzo más hermoso que se conserva, el de Antonietta Gonsalvus. La pequeña aparece vestida con lujosos vestidos, mirando directamente al espectador sosteniendo entre sus manos un papel en el que cuenta una breve biografía de su padre y donde dice que la niña pertenece, como si de un contrato de propiedad se tratara, a Isabella Pallavicina, marquesa de Soragna, una de las amantes del duque de Parma a la que ofreció como regalo una vez despojó de sus padres. El retrato de la pequeña Antonietta de unos seis o siete años se puede visitar en el Castillo de Blois, en Francia. 

Retrato de Antonietta Gonsalvus por Lavinia Fontana. 1575. Museo del Castillo de Blois, Francia

Respecto a su hermano Enrique, también sometido a los caprichos de su amo, sabemos que fue retratado cuando vivía con el cardenal Odoardo Farnesio siendo el propio prelado quien encargó al pintor y grabador Agostino Carracci en 1598, la tarea de realizar una pintura de personajes que vivían en la corte de la familia Farnesio y que eran considerados como “anomalías” de la creación, este es el caso del retrato de grupo “Amón el enano, el bufón Pietro el loco y el joven Enrique (o Arrigo) el peludo”. 

Agostino Carracci - Harry el Peludo, Peter el Loco y Tiny Amon.jpg
Retrato triple de Agostino Carracci: “Harry el Peludo, Peter el Loco y Tiny Amonit”. 1598

A principios del XVII, Petrus y su esposa Catherine se retiraron definitivamente para su descanso a la pequeña villa italiana de Capodimonte donde fallecieron tras más de cuarenta años de matrimonio, ella en 1623 y respecto al óbito de Petrus no figura inscripción alguna en los registros, tal vez porque no se anotaba la defunción de aquellos que no eran tratados como humanos. Después de vivir en dos mundos tan diferentes, Petrus Gonsalvus se cree que murió en torno a los 80 años de edad, algo que tampoco era lo habitual para la época, fue estudiado por médicos famosos y desde 1933 la colección de retratos de Austria ha servido para designar la enfermedad de hipertricosis como “Síndrome de Ambras”. 

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