Quiero que algo de mi perdure después de la muerte
Con estas palabras de Ana Frank recordamos que el pasado 12 de marzo se cumplieron 77 años de su muerte. Aquella pequeña de tan solo 15 años, víctima del nacismo y del tifus, nos ha dejado un triste recuerdo de lo que fue el Holocausto. Su diario, al que llamó “Kitty”, cuenta su vida oculta en un pequeño anexo de la fábrica donde trabajaba su padre y que sirvió de refugio a ocho personas judías.
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Annelies Marie Frank fue la hija de Edith Hollander y Otto Frank, quienes contrajeron matrimonio el 12 de mayo de 1925 en Aquisgrán, ciudad alemana fronteriza con Bélgica y los Países Bajos. En 1926 nace la hermana mayor de Ana, Margot Betty Frank Hollander y tres años más tarde, el 12 de junio de 1929, nace la segunda hija de los Frank, hoy conocida como Ana Frank.
En 1933 llega a Alemania el Partido Nacionalista Obrero Alemán de Adolfo Hitler, promulgando la nueva prosperidad de Alemania y culpando de todos sus problemas a los judíos, los cuales a partir de este momento comienzan a ser apresados y llevados a los campos, sus libros se queman, son despedidos de sus trabajos, discriminan a los niños en las escuelas, y todo comienza a ser muy peligroso en Alemania para los judíos.
Esta familia alemana judía se muda a Holanda huyendo de las nuevas medidas políticas hitlerianas. El padre, que había trabajado en un banco en Frankfurt, sería el primero en trasladarse a Ámsterdam encontrando trabajo como director en una empresa llamada Opekta que se dedicaba a la elaboración de mermeladas. Edith y sus hijas irían a vivir a la casa de su madre y algunos meses después encontrarían una casa en un barrio nuevo de Ámsterdam, y aunque Ana y Margot crecieron como holandesas, nunca abandonaron sus costumbres y raíces alemanas. Van a la escuela y hacen muy buenas relaciones con las otras niñas de su clase, muchas también eran refugiadas judías. Su madre añora volver a su país natal, pero la situación política iría empeorando.
En noviembre de 1938 en Alemania y Austria ocurre el mayor pogromo de la historia, conocido como “la noche de los cristales rotos”, llevado a cabo por las fuerzas de asalto conocidas como SA. Arrestan a miles de judíos, rompen sus tiendas y edificios, destruyen sus escuelas con mazos y alrededor de noventa y una personas son asesinadas. Después de esta noche todo fue mucho más triste para los judios alemanes y austríacos, muchos se suicidaron y la mayoría trató desesperadamente de huir lejos de la implacable furia hitleriana.
El primero de septiembre de 1939 el ejército alemán invade Polonia, aliado de Inglaterra y Francia, países que el 3 de septiembre declaran la guerra a Alemania, comenzando así la segunda Guerra Mundial. En 1940 Holanda es invadida por los nazis. Luego de bombardeos continuos, el ejercito holandés se rinde y los judíos que allá vivían ya no estaban seguros. Cinco años después más de doscientos cincuenta mil holandeses y extranjeros habrían muerto antes del fin de la guerra.
Ana y su hermana tuvieron que comenzar a ir a otra escuela, el liceo judío, ya no podían asistir a la misma escuela que los niños no judíos, esta sería una de las muchas medidas discriminatorias a las que serían sometidos.
A la edad de trece años Ana recibe como regalo un diario, en el cual comienza a escribir y trata a su nuevo regalo como si fuese una más de sus amigas. Pocas semanas después a su hermana Margot le llega una citación para ir a trabajar a Alemania, la familia entra en pánico y tienen una difícil decisión que tomar, finalmente abandonan su hogar y buscan un escondite seguro. El padre de Ana, ya había estado preparándose para este momento. Tiene un escondite en su empresa, cerca de la iglesia, el edificio tenia dos partes, una donde estaban las oficinas y el almacén y en la otra una pequeña casa, algunos de los empleados sabían sobre el escondite y habían estado ayudando a Otto a prepararlo, acto que no estaba permitido, todo aquel que ayudase a algún judío ponía en riesgo su vida.
Junto a la familia Frank, otra familia compartiría el lugar y se acomodarían en la planta alta de la casa. No podían mirar por las ventanas, no debían hacer ruidos, ningún vecino podía saber de su existencia. Durante el día todo debía estar en silencio. A los amigos y conocidos de Ana y su familia ya los estaban trasladando a campos de concentración. Por la radio inglesa los escondidos ya habían escuchado sobre la muerte en las cámaras de gas.
This is the day!, se escucha en la radio el 6 de junio de 1944, el ejército nazi es vencido por Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Esta noticia alienta un poco a los Frank y sus compañeros de escondite. Aunque en este punto de la historia no cesan los bombardeos y la aniquilación.
Ana iba cada día escribiendo cómo ella estaba viviendo toda esta difícil situación, sus noches de insomnio debido a los ruidos de guerra, su miedo compartido y algunos detalles de su vida cotidiana en lo que ella llamaba “la casa de atrás”. Cada día luego de escuchar las noticias en la radio ella reflejaba en su diario y reflexionaba sobre lo que estaba pasando y su vida futura, tenia muchos planes y esperanzas. Era una adolescente valiente y con muchas ganas de vivir, fijando su mirada y pensamientos al lado positivo de la vida.
«No pienso en la miseria sino en la belleza que aún permanece».
Ana Frank
Desafortunadamente, Ana no vuelve jamás a conocer la libertad, el 4 de agosto de 1944 alguien denuncia que había judíos escondidos en esta pequeña buhardilla. La policía llega a la casa y apresan a todos. Ana es trasladada a varios campos de concentración, quedándose finalmente en Bergen-Belsen y cinco meses después muere de tifus, epidemia que cobraría la vida también de su hermana Margot. Se supo que su madre también murió en el campo de exterminio de Auschwitz. Todos los escondidos de la casa de atrás, meno Otto Frank, murieron víctimas de los nazis.
En mayo de 1945 los nazis perdieron la guerra. En junio de ese mismo año Otto regresa a Holanda, recupera el diario de Ana, quedando poderosamente impresionado al leer con detalle como ella había podido expresar a tan corta edad una situación tan angustiante y conoce la intención de su pequeña de publicar un libro, entonces decide dedicar el resto de su vida a promulgar los escritos de su hija y a honrar con estos al millón y medio de niños que murieron durante el Holocausto nazi. Hoy la pequeña casa es un museo llamado La Casa de Ana Frank.
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