Hace 40.000 años en Australia marsupiales gigantes y colosales lagartos dominaban la isla continente, llevaban miles de años en un continente virgen de homínidos, sin embargo, cuando llegaron los primeros seres humanos se produjo una rápida extinción que en menos de 10 mil años acabó con aquellos otrora dioses de Oceanía. La ciencia debate, ¿fueron los seres humanos los ejecutores de esta extinción masiva?
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Hace algunos años llegó a mis manos un libro, “Armas, gérmenes y acero”, que es sencillamente maravilloso, un clásico en la biblioteca de todo aquel que quiera ensanchar sus perspectivas acerca del surgimiento de lo que llamamos civilización. En este libro Jared Diamond, catedrático de geografía en la Universidad de California (UCLA), lanza preguntas muy interesantes acerca de por qué fue Eurasia, y no otras regiones del planeta como América o África, la que desarrolló una civilización sofisticada, que acabó por extender su hegemonía por el planeta entero a partir del siglo XV.
Cuando valoraba Oceanía como casilla de salida para la civilización, enumeraba una serie de grandes inconvenientes: es uno de los continentes más pequeños y está ocupada por grandes desiertos; está enormemente fragmentada en islas de diverso tamaño, lo que complica tremendamente las relaciones comerciales, y dispone de pocas especies vegetales silvestres que fueran susceptibles de domesticarse para alimentar a la población, como sí lo fueron el trigo escanda, trigo espirilla, cebada, lentejas, garbanzos y arveja que estaban todos presentes en el creciente fértil; y aquí lo que me llamó más la atención, a pesar de su inmensa diversidad animal, no hay grandes mamíferos que fueran susceptibles de ser domesticados, con lo que los aborígenes australianos lo tuvieron muy difícil para dejar de ser cazadores-recolectores y convertirse en agricultores o ganaderos, y de ese modo poder avanzar hacia la construcción de sociedades más complejas.
Sin embargo, hace 40.000 años, antes de la llegada del hombre a Oceanía, sí que existía lo que denominamos megafauna, animales que superan los 30 kg, sí que existían candidatos para esa domesticación, ¿Qué pasó con ellos?
Para hacernos una idea en lo que actualmente es Australia podíamos encontrar un espectáculo más rico y majestuoso en cuestión de grandes animales que el actual, algo como esto:
En la imagen podemos ver al Diprotodon, Diprotodon optatum, una especie de wombat gigante de 2700 kg de peso que se alimentaba de arbustos y hierbas que alcanzaba 1’8 metros de altura.
Junto a él otros animales como el canguro gigante, el Procoptodon goliah; de rostro chato a diferencia de los canguros que conocemos y que sería ciertamente un herbívoro descomunal, alrededor de los dos metros.
Esta megafauna estaría compuesta por reptiles gigantes, emparentados con el varano y un predador gigante, el bautizado como león marsupial, Thylacoleo carnifex.
Algo más pequeño que el león africano sin embargo tuvo fuerza y velocidad similar. Fuente Peter Schouten
¿Por qué desaparecieron estos gigantes de Oceanía súbitamente? En su día Jared Diamond, recordemos que el libro se publicó en 1997, sostenía que no podía aceptar la teoría de que las sequías y el deterioro climático fueron las que súbitamente les barrieron del mapa, no lo creía porque estos colosos se habían enfrentado estos fenómenos a lo largo de miles de años de cambios drásticos en el clima, y que hubieran sucumbido sincronizadamente en todos los hábitats sin excepción, tanto bosques como sabanas, desiertos como junglas tropicales. Además, teniendo en cuenta que los arqueólogos, como Frédérik Saltré en 2016, determinaron los seres humanos y estas grandes bestias coexistieron durante 13.000 años, para Jared Diamond estaba claro que la irrupción del ser humano tuvo mucho que ver en estas súbitas extensiones.
La llegada del hombre a Oceanía se produjo hace 50000 años cuando el nivel del mar era mucho más bajo y lo que ahora son islas desconectadas eran un continente que denominan los científicos Sahul.
Frente a él como se puede ver en el mapa se encontraba un sudeste asiático que se extendía mucho más al sur, una plataforma emergida llamada Sunda. Entre Sunda y Sahul existía un archipiélago de islas e islotes llamado Wallacea, y los investigadores han descubierto que fueron muchos cruces de Sunda a Sahul, múltiples llegadas humanas, las que permitieron colonizar los nuevos territorios, no se trató de un evento aislado.
Uno de los yacimientos más emblemáticos es el de Willandra Lakes, los primeros humanos encontraron allí un lago de prodigiosa riqueza que desde hace 18.000 años es así:
En este lugar se encontraron algunos de los restos humanos más antiguos de Australia y que permiten realizar estas dataciones de la primera llegada del ser humano a Australia.
Sabiendo entonces que los humanos entraron en Oceanía justo en el pico una gran extinción de grandes animales, la sospecha era más que evidente. Durante largo tiempo la ciencia ha debatido sobre si estas grandes extinciones fueron causadas por la llegada de un homínido a Oceanía, su impacto debió ser desde luego muy potente pues era un continente a diferencia de Eurasia y África que jamás había sido alcanzado por ningún homínido previamente. Sabemos que la llegada de los colonos europeos, miles de años después provocó una cadena de extinciones en el continente como la del tigre de Tasmania o el dodo, ¿pero qué pensar de toda esta megafauna que desapareció? ¿Fuimos nosotros los causantes? La lista fue muy larga
Han pasado casi 30 años y el debate parece haber alcanzado algunos consensos, por un lado, que estas extinciones de megafauna empezaron antes de la llegada del ser humano, lo sabemos gracias a una mejora de las dataciones por carbono 14 y por el descubrimiento de más restos de aquellos grandes gigantes, y por otro siguen sin aparecer muestras de esos grandes cazaderos de megafauna que deberían existir como si existen de mamuts, para justificar la mano humana en su desaparición.
Los científicos del equipo de Frédérik Saltré llevan proponiendo desde 2019 a la vista de las evidencias acumuladas que Oceanía se volvía cada vez más árida, y la llegada del ser humano, como competidor por recursos más que como cazador, combinado con sequias estacionales cada vez más frecuentes a las que no lograron adaptarse estos grandes gigantes parecen ser la solución correcta a la desaparición de estos increíbles animales que apenas podemos imaginar.

Según Jacob Dembitzer en una publicación muy reciente (2022) “Small brains predisposed Late Quaternary mammals to extinction” un factor que pareció tener especial relevancia de acuerdo con es el tamaño del cerebro, estos gigantes de Australia sin embargo contaban con cerebros no excesivamente desarrollados, al menos no para su colosal tamaño, y esta puede ser la razón de que esta megafauna no pudiera aguanta los cambios ni adaptarse a ellos como si lo hizo otra megafauna mundial como hipopótamos, elefantes y rinocerontes.
Finalmente parece que los seres humanos solo fuimos un clavo más en el ataúd de la megafauna australiana, demasiado grande para un continente cada vez más árido por el cambio climático que recorría el planeta, sin la capacidad mental para adaptarse y que sucumbió dejando a los aborígenes australianos huérfanos de animales domesticables para desarrollar su ganadería, lo cual tuvo mucho que ver en la perpetuación de la caza y la recolección como forma de vida hasta la llegada de los europeos.
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Bonjour, avez-vous lu le livre de Jared Diamond? Y-a t’il eu le même genre d’étude sur la mégafaune américaine? Merci d’avance!
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Me ha encantado el articulo. Seguid asi, me encanta leeros
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Muchas gracias por tu comentario!!!. Nos anima mucho a seguir trabajando
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