Madam C.J. Walker, primera millonaria afroamericana de Estados Unidos

Lavandera, negra, huérfana y pobre, Sarah Breedlove, a quien hoy conocemos como Madam C. J. Walker, fue la primera mujer afroamericana en convertirse en millonaria. Su triste y complicada infancia hizo de ella una mujer resiliente. Hija y hermana de esclavos, Sarah supo sobreponerse a su época. Hoy es, definitivamente, un ejemplo de emprendimiento y superación.

Tiempo de lectura: 10 minutos

La pequeña Sarah nació el 23 de diciembre de 1867, en Delta, Louisiana, Estados Unidos. Era la sexta hija del matrimonio compuesto por Owen y Minerva Breedlove. Estos, junto a los hermanos de Sarah, trabajaban como esclavos en una plantación de algodón, pero Sarah nació libre gracias a la Proclamación de Emancipación de 1863 hecha por el presidente Abraham Lincoln. A la edad de seis años su madre muere de una enfermedad no confirmada, aunque todo apunta que sufría de cólera. Un año más tarde su padre también fallece, quedando huérfana con tan solo 7 años.

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Cabaña en la plantación de algodón donde nació Sarah.

A partir de este momento, la menor de los Breedlove se muda a Mississippi para vivir con su hermana mayor, Louvenia, y su cuñado Powell. Esta nueva situación no fue del agrado de Sarah debido a los maltratos por parte de su cuñado. En su infancia, Sarah no recibió ningún tipo de educación académica, solo unas pocas lecciones de alfabetización en la iglesia del pueblo. Tuvo desde muy pequeña que trabajar como empleada doméstica y en una plantación de algodón donde fue explotada por Powell. A la edad de catorce años Sarah encuentra una vía de escape a la vida que tenía al lado de su hermana y contrae matrimonio con Moses Mcwilliams.

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Moses Mcwilliams, primer esposo de Sarah Breedlove.

A los pocos años de casada da a luz a su hija Lelia. Lamentablemente, Moses fallece cuando Lelia tenía dos años de edad. Sarah y su pequeña quedaron en condiciones bastante difíciles. Dada esta situación, decide mudarse con el resto de sus hermanos quienes eran barberos en la ciudad de San Luis, en Misouri. Allí trabajó como lavandera. Tiempo después vuelve a contraer matrimonio, esta vez con un joven de apellido Davis. El nuevo esposo de Sarah era un hombre violento adicto al alcohol, por lo que antes de una década esta relación llega a su fin. Para este momento Sarah sufría de pérdida del cabello. Los motivos eran varios, estrés, mala alimentación, falta de condiciones para una buena higiene y mala calidad de los productos para el cuidado del cabello. 

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Sarah y su hija Lelia.

Desesperada por esta situación y en busca de una solución definitiva, llega hasta la empresaria Annie Malone, quien fabricaba productos para el cuidado del cabello. Sarah, además de usarlos, comenzó a venderlos y eventualmente creó su propia fórmula y vendió sus nuevas creaciones dentro de la comunidad afroamericana, donde muchas mujeres también sufrían de problemas capilares. Además de ayudar con el crecimiento del cabello, los productos de Sarah eran de gran utilidad para el alisado, dejándolos con un aspecto muy saludable. En el año 1906 conoce a quien sería su tercer esposo, el señor C. J. Walker, del cual tomaría el nombre de Madam C. J. Walker. Con la ayuda de su esposo, que era vendedor de publicidad, crean lo que se conoció como Madam C. J. Walker Manufacturing Company. Ambos viajaron a varias comunidades afrodescendientes para promocionar la nueva empresa y vender sus productos. La fama de la eficacia de sus creaciones llega a oídos de Annie Malone quien emprende una demanda en contra de Walker alegando que uno de los productos de Sarah era una copia de los suyos. Afortunadamente esto no llegó a mayores ya que Sarah los iba perfeccionando ganando terreno y popularidad en sus clientas, sobre todo por dos importantes razones, ella estaba totalmente involucrada en todo el proceso de producción y era una usuaria fiel de los mismos.

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Primer establecimiento oficial para la fabricación de los productos.

Aunque Walker contaba con la ayuda de su familia, pronto empezó a necesitar manos extras y es así como ella comienza a emplear mujeres en su fábrica, convirtiéndolas no solo en sus trabajadoras, sino que también creó una escuela para ellas, educándolas en esta rama de la cosmética, lo que ayudó a que muchas mujeres de la época tuvieran la oportunidad de ser independientes y autosuficientes. El colegio llevaba el nombre de su hija Lelia y gracias a esto muchas mujeres pudieron tener una vida diferente. En el año 1910 Walker establece sus oficinas en Indianápolis. Allí creo nuevas fábricas, escuelas y hasta un laboratorio. A pesar de que su matrimonio con C.J. Walker terminó, ella y su empresa cada día se establecían más en el mercado nacional e internacional. Sus productos llegaron hasta Centroamérica y el Caribe de la mano de sus agentes de ventas.

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Producto para el cabello elaborado por Walker.

Todo el sacrificio y dedicación de Sarah a su negocio trajo hermosos beneficios para ella, su comunidad y su familia. Fue propietaria de mansiones, autos exclusivos y su riqueza monetaria alcanzó lo que hoy serían alrededor de más de 6 millones de dólares. Fue precursora de los negocios multinivel y luchó contra los prejuicios machistas de su época. Fue una gran defensora de su comunidad negra, sobre todo de las mujeres. A los 51 años Sarah fallece debido a complicaciones renales que padecía. Su empresa y legado perduraron hasta 1981, aunque algunas marcas modernas todavía llevan productos asociados a los de Sarah, quien fue reconocida por el libro de los Record Guinness como la primera mujer en ganar una fortuna personal de más de un millón de dólares.

Podemos encontrar en Netflix una serie que narra su vida, también su tataranieta publicó un libro sobre su historia. Esta ambiciosa millonaria hecha a sí misma es un ejemplo de voluntad y trabajo duro. Tal y como ella dijo alguna vez: “No hay un camino lleno de flores hacia el éxito; y si lo hay no lo he encontrado, porque si he logrado algo en la vida es porque he estado dispuesta a trabajar duro”.

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