Reina de Madagascar en el siglo XIX, en pleno apogeo colonial europeo, mantuvo a su país aislado de toda influencia extranjera. En su obsesión por mantener su religión y erradicar toda huella de cristianismo, empezó una cruzada donde aplicó toda clase de métodos y torturas que le han llevado a ser conocida por sus enemigos con los apelativos de la “Genocida”, o “Calígula” de Madagascar entre otros.
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De la infancia de Ramavo (nombre con la que se le conocía antes de ascender al trono) apenas se tiene información. Incluso el dónde y cuándo nació es incierto, algunas fuentes ponen su nacimiento entre los años 1782 y 1790, dentro de la tribu de Menabe.
En este periodo el territorio de la actual Madagascar se encontraba dividido en 4 reinos en conflicto permanente (sobre todo entre los sakalaves,y los merinos). La población de estos reinos se dividía en castas: los nobles (Adriana), los ciudadanos libres (Hova) y los esclavos (Andevo). La ley prohibía las uniones de clases sociales diferentes.
Se sabe que su padre ( de la casta Hova) alertó de un complot al rey Andrianampoinimerina que se encontraba en aquellos momentos en lucha contra el rey de Menabe y cuyo objetivo era la unificación de la isla bajo su reinado. Como agradecimiento a su lealtad, el rey decidió llevarse a Ramavo a su palacio y hacerla esposa de su heredero, el futuro Radama I.
Andrianampoinimerina no consiguió su objetivo aunque pudo unir gran parte del territorio. A su reino de Ambohimanga, unió el de de Antananarivo (donde trasladó la capital) y los territorios de Bara y Betsileo. Llevó a cabo varias reformas tanto agrarias como comerciales. Con él, se creó un sistema de administración estatal, estableció normas para el cultivo de arroz (por ejemplo, cada familia recibía tierras para su autoabastecimiento), se estandarizó el uso de escalas de peso, volumen y longitud además de regular el uso del dinero. Se construyeron canales, así como se promovió la limpieza de las calles. A su muerte en 1810 controlaba dos tercios de Madagascar. Su plan expansionista sería continuado por su hijo Radama I, llegándose finalmente a la unificación de la isla.
Aunque Radama tuvo varias esposa, Ramavo fue la primera y la única que oficialmente tenía el título de reina consorte. Radama I sucedió a su padre a la edad de 18 años.
Lo primero que hizo una vez que llegó al trono fue eliminar a todos aquellos adversarios y posibles aspirantes al trono, entre estos se encontraban gran parte de la familia de su esposa.

Desde el siglo XVIII (época en la cual los imperios europeos competían por el reparto de África), Francia y Gran Bretaña se encontraban en conflicto por el control de las rutas comerciales en el Océano Índico y en imponer su influencia en las islas de la zona. Aprovechándose de esta situación, Radama firmó varios tratados comerciales con el imperio británico. Por dichos acuerdos, se prohibía entre otras cosas el comercio de esclavos en la isla (una de las fuentes principales de enriquecimiento de la nobleza lugareña), además de permitir la entrada de misioneros protestantes de la “Sociedad Misionera de Londres“ ( creadores de las escuelas de oficios e industrias artesanales, además de ser los encargados de la alfabetización y educación de los nobles). Los británicos en contrapartida le proporcionaron ayuda militar, armas, pólvora y asesoramiento, lo que contribuyó a su victoria contra los reinos rivales de Sakalava y Betsimisaraka consiguiendo por fin la ansiada reunificación. En 1824 se convirtió en el primer rey de Madagascar siendo reconocido tanto por británicos como por franceses.
Con Radama I, tanto el cristianismo (se tradujo la Biblia al idioma malgache) como la cultura anglosajona se difundieron rápidamente por el país. Esta apertura cultural no fue bien vista por una parte de la población (entre los que se encontraba Ramavo), que lo veían como una traición por parte del rey a la cultura y tradiciones de su pueblo.

El 27 de julio de 1828 el rey murió prematuramente a los 35 años de edad. Sobre su muerte existen varías hipótesis, oficialmente fue debido a una fuerte intoxicación como consecuencia de un alcoholismo avanzado que fue deteriorando su salud., otras fuentes indican que murió durante una campaña militar, otras que pudo ser envenenado por su esposa o incluso que se quitó la vida.
Años antes de su fallecimiento debido a que Ramavo y él no habían tenido descendientes, la reina fue apartada y excluida de la línea sucesoria. Según la tradición al morir sin heredero, su sucesor debía ser su sobrino mayor Rakatobe.
Durante los años en que fue apartada de la corte, Ramavo aprovechó para crear una serie de alianzas tanto con nobles como militares que al igual que ella no veían con buenos ojos la “europeización” del país en detrimento de los valores locales que estaba realizando su marido. A la muerte del monarca y anticipándose a los acontecimientos, la reina y sus aliados antes de que Rakatobe tuviera constancia del fallecimiento de su tío, realizaron un golpe de estado donde fueron capturados todos los potenciales opositores, proclamándose Ramavo el 1 de agosto de 1828 como nueva reina del país, subiendo al trono con el nombre de Ranavalona I.
Para afianzar su poder mató a todos sus opositores así como realizó una purga con todos los familiares de su difunto esposo. Según las tradiciones estaba prohibido derramar sangre real, por este motivo mandó estrangular o envenenar a gran parte de los miembros de la familia real, entre ellos a Rakatobe, mientras que a otros, los dejó morir de hambre como fue el caso de su cuñada y madre del verdadero heredero.
De esta forma comenzaba su reinado de más de tres décadas.
En su discurso de investidura (al cual pertenece el siguiente fragmento) ya dejaba entrever cuál sería su política tanto religiosa como territorial:
“Gobernaré para la buena fortuna de mi pueblo y la gloria de mi nombre. No adoraré a ningún Dios más que a los de mis antepasados. El océano será el límite de mi reino y no cederé ni el grosor de un pelo de mi territorio”

A diferencia de la política aperturista de Radama I, la nueva reina no veía con buenos ojos la rápida expansión del cristianismo en su territorios y lo sentía como una amenaza tanto para su cultura como a sus creencias malgaches, por lo que adoptó una política de aislamiento.
Para acabar con el colonialismo europeo que se había establecido en su territorio, entre sus primeros actos como nueva soberana, rompió todos los tratados internacionales que se habían firmado entre dichas potencias y su antecesor. Cerró los centros educativos. Expulsó también a los principales agentes europeos, siendo los más perjudicados franceses y británicos,que se enfrentaron en varias ocasiones a la reina fracasando en todo sus intentos.

Sin embargo, su principal empresa fue la imposición de la religión tradicional animista y para ello realizó una cruzada religiosa con el fin de acabar con la fe cristiana. Expulsó a los misioneros protestantes y prohibió el cristianismo, cerrando los centros religiosos y castigando su práctica con multas. Será a partir de 1835 cuando se endurezcan las leyes en referencia a este asunto. Cualquier persona sospechosa de profesar la fe cristiana o de ser conversa sería sometida a tortura y condenada a muerte. Ordenó la matanza sistemática de los cristianos. Se estima que el número de víctimas que murieron por dicha persecución fueron alrededor de unas 150.000.
Una de las mártires cristianas más conocidas fue la malgache Rasalama, que adoptó el nombre de “María”. Estudió en la Sociedad Misionera de Londres y fue de las primeras en bautizarse. Cuando la reina Ranavalona prohibió el culto a los cristianos, Rasalama vivió en la clandestinidad hasta que fue encontrada en la cueva en que habitaba. Arrestada y esclavizada, durante dicha época sufrió maltrato constante por parte de su amo, se rebeló contra él negándose a trabajar los domingos y reafirmando su fe cristiana, siendo finalmente condenada a muerte. La noche anterior a su muerte permaneció encadenada y al día siguiente fue ejecutada siendo atravesada por una lanza. Su cuerpo una vez muerto fue entregado a los perros como comida, no pudiéndose ser enterrado. Hoy en día se la recuerda tanto en su país, a través de una iglesia que marca el lugar de su martirio, como en Bristol donde hay una placa conmemorativa en la capilla de Brunswick
Entre las torturas a las que sometía a las víctimas (muchas eran población malgache) destacaba la de colgar a la persona boca abajo sobre abruptos acantilados hasta que las cuerdas se iban deshaciendo y finalmente la víctima caía al vacío. Otras muchas fueron enterradas en profundos hoyos donde se les vertía agua hirviendo, a otras se las quemaba viva o se las decapitaba. Se dice que incluso muchas fueron devoradas por perros hambrientos.
Aquellas personas de las que no se tenía la certeza de culpabilidad en vez de pasar por un procedimiento judicial se les hacía pasar por pruebas, si conseguían superarlas se las consideraba inocentes. Una de ellas era la de lanzar al sospechoso a un río infestado de cocodrilos, si sobrevivía era declarado inocente. Pero la favorita de la reina era la “prueba de Tangena”, que era la forma habitual que se utilizaba en el reino desde el siglo XVI para enjuiciar a ladrones y brujas y que popularizó Ranavalona con los cristianos. La prueba recibía el nombre del árbol Cerbera manghas (conocido en Madagascar como Tangena) que producía unas semillas altamente tóxicas. Para probar su inocencia, la víctima debía ingerir el veneno del árbol justo después de haber ingerido tres trozos de piel de pollo. El veneno provocaba fuertes vómitos, el acusado sería perdonado si era capaz de no vomitar. Por el contrario si moría o si vomitaba y no aparecían los trozos de las pieles era considerado culpable.
Con Ranavalona, la causa de muerte a través de esta prueba pasó del 2 al 20% anual. Aunque Radama II prohibió su uso en 1863, era tan popular que seguiría usándose durante varias décadas más.

Con los años se acrecentó su violencia y crueldad. Sus excentricidades también fueron causa de muerte. Un ejemplo de ello fue cuando en 1845 formó una expedición para cazar búfalos que se adentró por el interior del reino durante meses, llevando consigo un número considerable de esclavos y parte de la corte. Una quinta parte del grupo (varios miles de personas) tras 4 meses de marcha murieron por agotamiento o falta de alimentos.
Durante su gobierno se dotó de un ejército de entre 20.000 y 30.000 soldados. Las potencias europeas intentaron varias veces acabar con su reinado, incluso hubo un intento conjunto anglo-francés en 1845. La mayor parte de los conflictos fueron con la marina francesa cuyo objetivo era acabar con el reino de terror de “Ranavalona la Cruel”. Todos los intentos terminaron en fracaso pues además de su ejército, la reina contaba con la ayuda indirecta de la malaria que fue la causante de la mayoría de las muertes de los soldados franceses.
Para minar la moral de los franceses la reina hacía exponer las cabezas empaladas en pica de los soldados enemigos por toda la costa para que pudieran ser vistas desde sus barcos.
Cada provincia debía aportar un número de soldados (unos 2500 por territorio), esto provocó el malestar de algunas zonas las cuales se le revelaron. Toda rebelión local fue sofocada pasando a convertir su población en esclavos. Estos conflictos provocaron grandes hambrunas en el país que junto a la malaria produjeron una elevada mortalidad.
Aunque la gran mayoría de europeos fue expulsado, algunos permanecieron en la corte colaborando con la monarca para realizar tímidos avances para modernizar la isla. Fue el caso del francés Jean Laborde. Este se convirtió en su ingeniero principal,(se especuló también que fue su amante), y en uno de los propietarios más importantes del lugar. Creó en la capital una industria dedicada a la producción de armamento ( mosquetes y pólvora) para el ejército real. Tuvo bajo su cargo a trabajadores forzados, (se cree que fueron unos 20.000) gracia a los cuales pudo construir un gran complejo industrial en la zona de Mantasoa, donde se fabricaba gran variedad de productos, desde los armamentísticos, como cañones o espadas, hasta cerámicas, ladrillos, porcelana e incluso ron. Fue también el encargado de construir el Palacio de la Reina y la tumba del segundo esposo de ésta, Rainiharo con el que se casó en 1833 y que ostentó el cargo de primer ministro y comandante en jefe de las fuerzas armadas.

Otro europeo que se ganó la confianza de la reina fue el también francés Joseph-François Lambert, hombre de negocios que había amasado una gran fortuna gracias al comercio de esclavos. Bajo el reino de Ranavalona I estrechó lazos con el príncipe heredero Rakoto que pasaría a ser el futuro rey Radama II..
Varios fueron los complot que sufrió a lo largo de su reinado, frustrados todos por su red de espías. Dichos intentos provinieron tanto del exterior (franceses y británicos) como del interior, destacando el protagonizado por su hijo Rakoto.
Al parecer, entre los actos “desesperados” realizados por el príncipe para acabar con la tiranía de su madre fue escribirle una carta en 1854 al emperador francés Napoleón III solicitando ayuda militar para acabar con el reinado de Ranavalona. La autoría de esta carta posteriormente fue cuestionada por los británicos los que alegaron que no fue el príncipe quien la escribió ( ya que no sabía escribir en francés) sino Jean Laborde. En esta ocasión la ayuda fue desoída.
En 1857 el heredero junto a Laborde y Lambert planearon un golpe de estado que fracasó. Como consecuencia de ello, la reina ejecutó a todos los lugareños implicados (a excepción de su hijo al que perdonó) y expulsó a todos los europeos que aún quedaban, incluyendo a ambos comerciantes, confiscando además todos sus bienes.
Ranavalona I murió en su palacio por enfermedad en 1861. Tras su fallecimiento se decretó en la isla 9 meses de luto oficial. En su accidentado funeral se sacrificaron 12.000 cebúes (animales bovinos) y distribuida su carne entre los súbditos. En el momento de la ceremonia, celebrada en la ciudad sagrada de Ambohimanga, una chispa encendió un barril de pólvora provocando la muerte de varias personas además de la destrucción de 3 residencias reales. En 1897 y ya bajo el imperio francés, tanto su cuerpo como el de otros monarcas merinos fueron trasladados a la capital.

A su muerte subió al trono su hijo Rakoto que gobernaría con el nombre de Radama II. Una de sus primeras acciones fue la reapertura de las fronteras y la reactivación comercial con los europeos, sobre todo con los franceses. Este acercamiento no fue bien visto por la nobleza local que protagonizó varios intentos de golpe de estado. Uno de ellos fue encabezado por el que fue el tercer marido de su madre, Rainijohary que al igual que la reina estaba a favor de la exclusión de los europeos. El complot resultó fallido y como consecuencia de ello, Rainijohary fue exiliado a Ambohimanga.
Sin embargo, el 12 de mayo de 1863 se produjo un golpe de estado por parte de un grupo de oficiales del sector más tradicionalista, siendo el rey asesinado por estrangulamiento, evitándose así el derramamiento de sangre real.

Aún como príncipe, redactó la que se conoce como “La Carta de Lambert” por la que se le concede a Lambert y sus herederos el derecho de explotación temporal de las tierras desocupadas a cambio de la entrega de un porcentaje para la corona. Años más tarde, una vez fallecido el monarca, el incumplimiento de lo acordado en la carta por los siguientes soberanos será uno de los pretextos usados por Francia para invadir la isla y tras las guerras contra los malgaches (1883-1895) finalmente convertirla en colonia francesa
Ranavalona I ha pasado a la historia ( relatada en su mayor parte por aquellos europeos a los que se enfrentó) como una mujer tirana y genocida culpable directa o indirectamente de la muerte durante todo su reinado de más de 2 millones de personas. Aunque estas cifras pueden ser exageradas lo que si se ha llegado al consenso es de que la monarca en su lucha por evitar que su país cayera bajo la órbita colonialista que sufría el continente africano, acabó con la vida de miles de personas utilizando para ellos la tortura y matanzas sistemáticas.

Ranavalona I no se fiaba de las intenciones provenientes de Europa a los que veía como una amenaza y consiguió durante décadas mantenerse independiente de ellos pero unos pocos años más tarde sus sospechas se hicieron evidentes pues en 1895, tras las guerras franco-hova, Francia se anexionó totalmente la isla y no sería hasta 1960 cuando Madagascar recuperó su independencia.
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