Limpieza étnica, violaciones y crímenes en la Guerra de Yugoeslavia (II)

La desintegración de Yugoslavia implicó toda una serie de barbaries que no se veían desde la II Guerra Mundial. Especialmente compleja fue la guerra de Bosnia-Herzegovina, desde la proclamación de su independencia en 1992 hasta la creación del Plan Dayton a finales de 1995. Todo este proceso se caracterizó por el uso de la limpieza étnica que causó la muerte de cientos de miles y el desplazamiento de millones de personas.

Tiempo de lectura: 10 minutos

Por Karina Rodríguez Groba

Uno de los motivos principales por los que se caracterizó este proceso fue por el uso continuo a lo largo de todas sus fases de la limpieza étnica como una herramienta más. Hay varias definiciones en torno a este concepto, pero podemos entenderlo como el conjunto de acciones llevadas a cabo para asegurar y, en algunos casos, acelerar la expulsión de un territorio de toda la población que no pertenezca  a un determinado grupo étnico. Por lo tanto, supone el paso de una población heterogénea a una homogénea en pro de la pureza étnica.

Los diferentes tratados internacionales existentes en la actualidad tipifican, en sus bases, la limpieza étnica como un crimen contra la humanidad y, en consecuencia, su uso está castigado por el derecho internacional. Hay autores que asocian esta práctica intrínsecamente al nacionalismo y a la creación de nuevos Estados-naciones. Proceso en dónde se establece una relación tácita entre los políticos y el ejército en la que los segundos saben cuál es el objetivo final sin necesidad de recibir un plan explícito, ni que los políticos se posicionen oficialmente, siendo conscientes que una vez implantada la semilla del odio las tropas llegarán  hasta el final  aunque ellos abandonen el barco durante el proceso.

Exhumaciones en Srebrenica en 1996. Required text: «Photograph provided courtesy of the ICTY.» (Attribution or Attribution), via Wikimedia Commons

La limpieza étnica puede ir acompañada del uso de violencia como pueden ser las masacres, pero no es un requisito indispensable y se recurre a él para acelerar la expulsión forzada del grupo que se quiere desterrar. Es aquí dónde radica la diferencia entre los términos de limpieza étnica y genocidio. En este último las matanzas son un acto premeditado y que forma parte del propio proceso de exterminio de dicha comunidad.

Existe un debate entre los investigadores en torno al uso de ambos conceptos para referirse a todos los acontecimientos que sucedieron en la desintegración de Yugoslavia. Esto se debe, en parte, a la complejidad de este proceso, que por varios de los elementos implicados, lo hacen único.  Una de las tendencias opina que hablar de limpieza étnica, en lugar de genocidio es un eufemismo. También critica  como ineficaz la actuación de la ONU  al no ser capaz de actuar a tiempo para evitar gran parte de las masacres sabiendo que estaban teniendo lugar.

Por otra banda, Michael Mann en su obra El lado oscuro de la democracia (2009) establece que este proceso histórico necesita explicarse de forma específica sin compararlo con otros sucesos. Él concibe que es más correcto emplear el término de limpieza étnica que de genocidio. A su vez marca una diferenciación entre lo que sucedió en este caso con la limpieza étnica que tuvo lugar en Ruanda en 1995, dónde sí tuvo un componente genocida.

Alija Izetbegović, nacionalista bosnio musulmán y líder de Bosnia hasta 1996. The original uploader was ChrisO at English Wikipedia., Public domain, via Wikimedia Commons

Con esta explicación Mann no quiere negar el salvajismo que tuvo lugar en este conflicto, sino que tengamos en cuenta todos los elementos que tuvieron lugar para llegar a entender plenamente la particularidad de la guerra de Yugoslavia y, especialmente, el caso de Bosnia-Herzegovina. Además, tenemos que ser conscientes de que una vez finalizada la guerra no se llegó a un consenso histórico ni a una narrativa global. Esta ausencia de una historia oficial conjunta llevó a que cada territorio crease la suya propia, que  solía negar lo que había tenido lugar otros puntos del proceso. En ocasiones, los criminales de un lado acostumbran a ser los héroes o mártires del otro. Esto lleva a entender el peso ideológico que conlleva cierta terminología y, que en ocasiones, plasma los interesen de quién los utiliza.

En este conflicto bélico, la limpieza étnica fue parte del objetivo y no simplemente una consecuencia más. Se utilizó especialmente en aquellos lugares, que por su localización estratégica jugaban un papel importante. Gracias a este procedimiento el bando serbio consiguió unir sus regiones autónomas en una entidad geográfica más o menos continua sin población musulmana. Todas las partes implicadas hicieron uso de este recurso en algún momento, aunque no todos los bandos lo utilizarían con la misma intensidad.

Franjo Tuđman, nacionalista croata y líder de Croacia hasta su muerte en 1999. A1C Carson Harrison., Public domain, via Wikimedia Commons

En Croacia, las milicias serbias realizaron una serie de actividades con el objetivo de acabar con la presencia croata con aquellos territorios conquistados, produciendo las primeras olas de desplazados; En Eslavonia Oriental, durante el verano de 1991, cerca de 100.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares. Sin embargo, al ejército croata tampoco le tembló el pulso a la hora de utilizar los mismos procedimientos con algunas comunidades serbias. Con todo, fue en el conflicto en Bosnia-Herzegovina donde tuvieron lugar las mayores catástrofes alcanzando la cifras de 250.000 víctimas y en torno a 3 millones de desplazados.

La masacre  o genocidio de Srebrenica es de las más importantes, debido al número de bajas causado, en donde se utilizó la limpieza étnica. En julio de 1995 las fuerzas serbias, lideradas por el general Ratko Mladic atacaron la región del este de Bosnia, Srebrenica y cometieron entre 7.000 y 8.000 asesinatos entre la población bosnia musulmana. Este caso fue de los más drásticos y el único en considerarse genocidio. Treinta años después sigue existiendo un debate historiográfico con una gran carga polémica y política.

Miembros del Cuerpo de Paz de las Naciones Unidas evacuando los cuerpos en Ahmići, en abril de 1993. (Fotografía provista por cortesía del TPIY). Required text: «Photograph provided courtesy of the ICTY.», Attribution, via Wikimedia Commons

Además que supuso el deterioro de la imagen de las fuerzas de la ONU, las cuales se consideraron incapaces de defender el enclave ante el ataque serbio bosnio. La masacre tuvo lugar  en plena negociación del Plan Dayton y los altos mandos de las fuerzas internacionales de Bosnia, así como muchos de los responsables políticos y militares occidentales, eran plenamente conscientes de los planes que Mladic tenía para ese verano y nadie hizo nada para evitarlo. En cambio, la OTAN sí salió victoriosa, proyectando la imagen de ser la única organización internacional capacitada para llevar a cabo una “intervención humanitaria”.

El ataque a Kozarac, una pequeña villa del noroeste de Bosnia habitada mayoritariamente por población bosnia musulmana, es el ejemplo perfecto de que en la práctica la limpieza étnica consiste en un proceso asociado a un proyecto político de homogenización del territorio, y no en el uso de una violencia ciega. En 1992 una unidad paramilitar serbia bombardeó y asedió la zona, la cual cayó en pocos días debido a la inferioridad estratégica de la comunidad bosnia. Los hombres en edad de combatir fueron encerrados en la antigua fábrica de Keraterm, transformada durante la guerra en un lugar de detención. Las mujeres fueron violadas y expulsadas junto con los niños y niñas y las personas ancianas a territorios controlados por los bosnios. Además de todos estos métodos de violencia, las milicias serbias saqueaban los bienes a las víctimas.

Cadáveres de los asesinados en abril del 1993 cerca al poblado de Vitez. (Fotografía cedida por cortesía del TPIY). Required text: «Photograph provided courtesy of the ICTY.», Attribution, via Wikimedia Commons

En  la región de Ahmici en el valle de Laska tuvo lugar en 1993 una matanza realizada a manos de las milicias croatas que acabó con la vida de 119 personas de etnia musulmana y en torno a 600 de la comunidad serbia durante varias semanas de 1995 mientras intentaban huir a Krajina, territorio serbio.

Finalmente está el asedio a una de las ciudades más importantes de Bosnia-Herzegovina: la ciudad de Mostar en 1993 a cargo del Ejército Croata de Bosnia (HVO) contra la población musulmana. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) responsabilizó a seis exmilitares y políticos bosniocroatas de crear una estrategia criminal organizada con el fin de llevar a cabo una limpieza étnica. Entre ellos se encontraba uno de los principales comandantes de las milicias bosniocroatas: Slobodan Praljak, al cual condenaron  a veinte años de cárcel en el 2013 por perpetuar crímenes de guerra contra la población bosnia musulmana.

Él mantuvo siempre su inocencia y en noviembre de 2017, en el momento de establecerse su sentencia volvió a declarar no ser un criminal de guerra antes de ingerir el veneno que llevaba guardado en su bolsillo en un pequeño frasco. Murió a las pocas horas de la ingesta. Los cinco reos restantes juzgados fueron: Jadranko Prlic, ex primer ministro de la autoproclamada República Herzeg-Bosnia en 1991, a veinticinco años de cárcel; el antiguo ministro de defensa, Bruno Stojic; el ex general,  Milivoj Petkovic, a veinte años de prisión; Valentin Coric, comandante de policía, a dieciséis años y, por último Berislay Pusic, procesado a diez años por estar a cargo de un intercambio de prisioneros.

Por lo tanto, una vez explicado el contexto en el que surge el estallido del conflicto y las peculiaridades del mismo en los diferentes territorios, es importante ser conscientes que no se debería culpabilizar a comunidades enteras de lo acontecido, sino a colectivos concretos de las mismas. Estos actos, a su vez, hay que entenderlos dentro de una campaña común en los conflictos bélicos: la creación de un enemigo que reúne toda una serie de características negativas con las que una comunidad no se siente identificado y con las que hay que acabar.

Este proceso lleva a la existencia de un grupo de “buenos” o “nosotros” y el de los “malos” o los “otros”, en dónde se procede a deshumanizar al segundo para que a la hora de atacarlos los soldados del primer bando no tengan remordimientos. Todo esto es lo que el psicólogo social Albert Bandura denominó, en sus investigaciones, como mecanismos de desconexión de la responsabilidad.

En este proceso el foco principal fue la comunidad musulmana y en torno a ella se construyó toda una serie de eufemismos que llevaron a la deshumanización de dicha cultura. Esto explica el gran número de víctimas que encontramos y la particularidad que tuvieron las violaciones en este conflicto, especialmente hacia las mujeres bosnias musulmanas, con respecto a otras contiendas, pero esto merece un espacio propio para poder desarrollarlo con total claridad.

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