La verdadera historia de los Neandertales

Desde su descubrimiento a mediados del siglo XIX los neandertales han suscitado muchas preguntas e incógnitas. Algunas de ellas, por suerte, ya tienen respuesta y aportan una idea más fiel de cómo fue en realidad esta especie. Gracias a la ciencia y a los nuevos descubrimientos arqueológicos podemos afirmar que los Homo Neanderthalensis distan mucho de la imagen denostada que se vendió de ellos a finales del siglo XIX y principios del XX. Imagen que, por desgracia, aún mantiene el arraigo en la sociedad ya que sigue usándose el nombre de esta especie como insulto o menosprecio en algunas ocasiones. Para que puedan defenderse de estas calumnias hemos querido darles voz a través de este artículo, ayudándonos del legado paleográfico que nos dejaron.

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El nombre de Homo neanderthalensis se usa por primera vez en 1864 cuando William King, geólogo de profesión, describe a esta nueva especie basándose en el hallazgo de un cráneo y parte del esqueleto axial de un individuo desenterrado en 1856 en el valle de Neander (Neandertal en alemán), cerca de Dusseldorf. Esta descripción provocó un gran revuelo en la sociedad científica de la época y no fue aceptada por muchos arqueólogos. Para entender esta reacción es importante mencionar la explicación que se había dado en 1857 sobre las “anomalías” que presentaban los huesos encontrados.

El anatomista Franz Mayer tras estudiar los restos concluyó que se trataba de un cosaco ruso aquejado de raquitismo, lo que explicaba la forma de sus piernas, que habría muerto persiguiendo a Napoleón por toda Europa. Asimismo, dijo que el pronunciado arco supraciliar del cráneo se debía a un gesto de dolor continuado provocado por el raquitismo que le hacía fruncir el ceño constantemente. Por suerte, y gracias en parte al trabajo de Charles Darwin sobre el origen de las especies publicado en 1859, la hipótesis del cosaco fue dejando paso a la teoría del nuevo homo. Este espécimen de neandertal no fue el primero en ser exhumado, hubo dos más antes que permanecieron ignorados hasta describirse la nueva especie. El primero fue hallado en 1829 en Bélgica y el segundo en 1848 en Gibraltar.

  Este grupo habitó nuestro planeta durante unos 200.000 años. La datación más antigua que se conoce está estimada en hace unos 230.000 años, y las más recientes oscilan entre 40.000 y 28.000 dependiendo de los diferentes estudios, aunque la hipótesis más aceptada es que desaparecieron hace unos 39-40.000 años. Culturalmente se conoce a esta época como Paleolítico Medio y el periodo se encuadra entre el Pleistoceno Medio y el Superior. Por lo que sabemos hasta la fecha vivieron en Europa y parte de Asia occidental, no se han encontrado restos más allá de estas fronteras. Este hecho, unido a las similitudes fenotípicas entre ambas especies, sugiere que H. neanderthalensis es una rama evolutiva del Homo heidelbergensis surgida tras la Glaciación de Mindel y desencadenada por un fenómeno evolutivo conocido como cuello de botella. Este proceso consiste en el aislamiento de pequeños grupos de una especie en una región concreta, en este caso motivado por la glaciación, lo que favorece el fenómeno de especialización que trae consigo la supervivencia del individuo mejor adaptado al entorno. Algunos autores incluso describen a las poblaciones de H. heidelbergensis como neandertales primitivos ya que los individuos con dataciones más recientes tienen rasgos muy similares a los primeros especímenes de H. neanderthalensis. Esta es la teoría evolutiva más aceptada hoy en día, aunque debido a la revolución que estamos viviendo últimamente con los hallazgos en prehistoria, quién sabe si tendremos que reeditar este artículo antes de que usted termine de leerlo.
De dónde vienen los neandertales está bastante claro, o eso creemos, la incógnita principal es a dónde se fueron. En este caso hay múltiples hipótesis que han ido alternando su importancia hasta solaparse. Por eso en este momento se considera la desaparición de esta especie como un fenómeno multicausal. El cambio climático del Pleistoceno Superior alteró el paisaje europeo, con la desaparición de la vegetación arbórea se pasó a un escenario estepario. Esto supuso una alteración en el hábitat de muchas especies y las presas de los neandertales pasaron de ser pequeños y medianos mamíferos a enormes mamuts y bisontes, entre otros. Las herramientas de caza, de las que luego hablaremos, estaban más preparadas para los animales de menor tamaño. Muchas plantas de las que se alimentaban desaparecieron y es muy probable que debido al desabastecimiento de alimentos la especie se viera afectada. Además, en esta época había otro depredador con el que competir por estos alimentos en la misma zona, un cazador mejor adaptado a la caza de grandes presas y al clima árido estepario, Homo sapiens.

La relación entre sapiens y neandertales no fue solo de competencia por los recursos. Las teorías más antiguas sugieren que los humanos anatómicamente modernos acabaron con la vida de sus primos hasta extinguirlos. Si bien es cierto que hay pruebas suficientes como para defender que, en ocasiones, hubo peleas entre ambos grupos que acabaron con la vida de algunos de ellos de forma violenta, no son suficientes como para defender que los primeros sapiens europeos extinguieron a los neandertales. De hecho, las nuevas investigaciones demuestran más bien lo contrario. Cada nueva evidencia que sale a luz apoya el fenómeno reproductivo entre ambas especies con más fuerza y ha quedado demostrado que era bastante más frecuente de lo que se pensaba. De la unión entre ambos surgieron individuos fértiles que siguieron reproduciéndose hasta conseguir la asimilación completa de la especie por H. sapiens. Consecuencia de ello es que en pleno siglo XXI haya personas de ascendencia euroasiática, que aún mantienen entre un 1,5% y un 4% de ADN neandertal. Y es que en la evolución de las especies pasa, como bien dice el refranero, que cuanto más primo más me arrimo.

Otra teoría apoya que el fin de la estirpe fue a consecuencia de la endogamia, secundaria al reducido número de individuos que había en cada grupo.  También se ha barajado la idea de que no fuera una desaparición gradual, sino más bien brusca por algún tipo de catástrofe o fenómeno meteorológico adverso, como la erupción de un volcán en Nápoles hace 39.000 años que cubrió de cenizas toda Europa. Ninguna de estas teorías es excluyente y lo más seguro es que la desaparición de los neandertales se deba a una combinación de todas ellas. 

Después de analizar de dónde venían y cómo desaparecieron cabe preguntarse cómo eran. Su esqueleto axial era muy robusto, con extremidades cortas y una caja torácica en forma de barril. El cráneo tenía una capacidad de 1500 cm3, con la frente huidiza y un torus supraorbitario muy marcado. La mandíbula carecía de mentón y presentaban un prognatismo meso facial. En resumen, eran más bajitos y fuertes que nosotros. Con una capacidad craneal mayor que la nuestra, su frente era baja e inclinada y sus arcos supraciliares estaban muy marcados (las cejas del cosaco descrito por F. Meyer). La mandíbula se presentaba más adelantada que la cara y no tenían barbilla. Analizando su ADN en los casos en los que ha sido posible, se sabe que eran de piel pálida. De ellos heredamos los ojos de color verde y el pelo de color pelirrojo, pero también algunas enfermedades autoinmunes, así como la resistencia y predisposición a padecer ciertas enfermedades entre las que se incluyen ciertas infecciones. Estudios recientes han encontrado dos genes en nuestro ADN que tienen origen neandertal y que parecen tener que ver con la evolución y facilidad de contagio por covid-19, uno de ellos protector, el otro no tanto. 

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¿Pero, qué hicieron para demostrar que no eran los trogloditas primitivos y violentos que una vez se pensó? Para desmontar esta idea errónea que tanto arraigo tiene disponemos de muchos ejemplos. Uno de ellos es la industria lítica. La cultura material de H. neanderthalensis es conocida como cultura Musteriense y en ella destaca la talla Levallois. Este método de tallado es complejo y pone en evidencia una planificación previa. Inicialmente se prepara el núcleo de piedra para extraer del mismo las lascas preconcebidas que después se convertirán en los distintos útiles. Estas lascas se tallan para darles la forma y utilidad final, entre ellas pueden destacarse las puntas de flecha musterienses, los raspadores, los hendedores y denticulados, los cuchillos, las raederas, los perforadores y los buriles. Además de tener un método riguroso de tallado también hay pruebas de que enmangaban los soportes líticos con brea de abedul. Se cree que la cultura Musteriense dio lugar a la Châtelperroniense, pero el origen neandertal de esta es muy discutido.

Otro ejemplo importante es el sentimiento artístico. En el año 2012 se descubrió en un yacimiento francés que decoraban sus cuerpos con adornos. Esto trajo consigo un cambio de paradigma muy importante ya que probaba que tenían capacidades de pensamiento simbólico. Sabemos que pintaban sus pieles con ocre y carbón, que decoraban sus hombros y su pelo con plumas de aves grandes preferiblemente de color negro y que realizaban joyas de piedras y huesecillos.

Una gran muestra de este pensamiento simbólico llegó en 2014 con el conocido como “hashtag neandertal”. Se descubrió en una cueva de Gibraltar una inscripción hecha por neandertales, con forma de almohadilla que tenía unos 40.000 años de antigüedad y que había precisado de hasta 60 repeticiones para conseguir la profundidad deseada en el trazado de cada una de sus líneas. Existen múltiples ejemplos de huesecillos y garras de rapaces tallados por esta especie. El más reciente es el publicado en julio de 2021 sobre un hueso de ciervo gigante encontrado en la cueva alemana de Einhornhöhle y que tiene unos 51.000 años de antigüedad.

Pero sin duda la revolución llegó en 2018 con la publicación en la revista Science del hallazgo de unas pinturas rupestres hechas por neandertales en tres cuevas españolas. Las obras eran conocidas con anterioridad y atribuidas a humanos anatómicamente modernos, pero tras analizarlas con el método del uranio-torio se llegó a una datación más precisa que las sitúa en unos 65.000 años de antigüedad. El estudio concluye que esta datación sólo puede corresponder a una mano de obra neandertal ya que no hay evidencia de la presencia de H. sapiens en la zona hasta hace 40.000 años. 

Se ha visto que cuidaban de sus enfermos. Esto demuestra altruismo, sentimientos de pertenencia a un grupo y la existencia de lazos familiares. En 1957 se descubrió en Kurdistán el esqueleto de un neandertal que había llegado a la edad adulta a pesar de ser totalmente dependiente. Tenía un brazo amputado desde el codo, heridas en las piernas que limitaban su movilidad, un traumatismo craneoencefálico que muy probablemente provocó lesiones cognitivas y evidencias de una grave deficiencia auditiva. Todo ello lo convertía en una presa muy fácil para los depredadores y peligros del Paleolítico Medio, pero a pesar de ello llegó a la vejez gracias a los cuidados y la ayuda de sus congéneres como se demostró en 2017. También se ha encontrado evidencia de que eran capaces de medicarse al descubrir en la dentición de un individuo que sufría un absceso dental el ADN de un hongo con propiedades antibióticas. Hay algunos ejemplos de enterramientos intencionales, pero no ha podido demostrarse si era algo generalizado o un hecho puntual.

Probablemente hablaban entre ellos. Esto se deduce por un lado porque hay evidencias anatómicas en el registro fósil de que tenían la capacidad para emitir un lenguaje articulado, y por otro lado por las técnicas de caza. Se ha verificado que fueron capaces de acechar a sus presas y cazarlas con lanzas de corto alcance de forma organizada y atacando desde diferentes ángulos. Para ello debían ser capaces de comunicarse de alguna manera por lo que se cree que podían hablar.

Por último, podría decirse que fueron unos gourmets.  Hay evidencia de que eran capaces de nadar y de bucear por los hallazgos en algunas cuevas de Gibraltar de restos de mariscos que viven a poca profundidad en el lecho marino. La única forma que hay de llegar a ellos es sumergiéndose por lo que debía de gustarles mucho este manjar. En Irak y Bélgica hay restos de alimentos cocinados en el sarro de algunos individuos encontrados. Esto demuestra que fueron capaces de cocinar sus alimentos y que probablemente dominaron el fuego.

Para terminar, podría decirse que los neandertales son muy parecidos a nosotros aún hoy en día, con algunas diferencias obvias. Se medicaban, cocinaban, cuidaban de sus enfermos, se maquillaban, se emperifollaban y parece que también eran capaces de crear arte. Siendo una especie tan sensible, humana y con tantas en común a la nuestra cómo no íbamos a quererlos. 

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3 comentarios

  1. Está bien el artículo, quizás carece de rigor alguna frase fuera de lugar, pero para entender el contexto general de la especie, es válido. También es cierto que uno acostumbra a leer artículos demasiado encorsetados en los marcos científicos. Gracias.

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  2. […] Volviendo al estudio del yacimiento de Nesher Ramla, en 2010 Zidner y su equipo descubrieron indicios de una industria lítica correspondiente al paleolítico medio y en la que había restos de herramientas de talla Levallois. Por este motivo, el profesor Rightmire de Harvard discute que el fósil hallado sea el de una nueva especie y cree que se trata de un neandertal arcaico. Asimismo, propone que la población neandertal emigrase desde Europa hasta esta zona en vez de haber surgido en ella. Para descubrir más en profundidad el mundo neandertal, puede visitar nuestro articulo sobre La verdadera historia de los Neandertales. […]

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