Los piratas que asolaron el imperio romano. Roma se defiende

A finales del siglo II a.C. había un fenómeno que aterrorizaba a los habitantes de la vasta república romana: los piratas. Durante mucho tiempo, Roma había aparcado su labor como potencia marítima en favor de sus aliados. Sin embargo, su creciente imperialismo, la debilitación de sus adversarios y su escaso interés por mantener el orden en los mares, provocó un “mal” difícil de remediar. Te lo contamos

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Por Danny Noya Velazco

La piratería se extendió por todo el Mediterráneo y con la llegada de las guerras civiles en el seno de la República no hicieron más que agravar el problema.  No sería hasta la llegada del gran Pompeyo Magno y, posteriormente, Augusto y su limpieza de los Mares, cuando sería “erradicada”. Detrás de todo este proceso hay numerosas cuestiones que debemos debatir y ciertas imágenes y mitos que debemos desmontar para poder comprenderlo. 

Neptuno-y-los-piratas

¿Cómo es un pirata en el mundo antiguo?

Generalmente cuando nos imaginamos un pirata inevitablemente vienen a nuestra mente una serie de imágenes: un barco con cañones, una bandera negra con una calavera, parches y demás estereotipos heredados de la Edad Moderna y las películas de Hollywood. En la Antigüedad es algo más complicado, puesto que realmente aquellos colectivos nombrados como “piratas” realmente no se sentían identificados como tal.

Solían ser grupos pueblos marítimos cuyas actividades principales eran el comercio y el saqueo. De hecho, había poblaciones cuyo prestigio se cimentaba en esta labor. Tenemos un ejemplo muy claro en la sociedad que refleja Homero en sus historias. Los aristócratas o aristoi eran poseedores de barcos los cuales eran empleados para el comercio marítimo y para elaborar saqueos tanto de barcos como de poblaciones costeras. Su tripulación respondería a su clientela más cercana, es decir, aquellos dependientes de su oikos o unidad de gobierno.

Trirreme-romano

Con el tiempo, el saqueo de poblaciones y barcos supuso más una pérdida que una ganancia. Una vez establecidos estados con cierto nivel de centralización y unas relaciones comerciales regionales y en el Mediterráneo, estas acciones, la piratería, empezaron a ser condenadas. 

A pesar de condenar estas acciones, aún había piratería en el Mediterráneo y siguió persistiendo durante toda la Antigüedad. Había diferentes razones para llevarla a cabo ya sea por necesidades económicas o de subsistencia, por motivos políticos, bélicos o incluso financieros. Realmente la piratería absorbe diferentes esferas de la población, no solo a los más necesitados, sino que muchas personas insertadas en los entresijos económicos de las ciudades y las regiones lo empleaban como un arma en favor de sus beneficios. 

En sintonía con estos hechos, la misma Roma se benefició de la piratería para suplir su demanda de esclavos. Se trata de un tema debatido por los investigadores,  pues se piensa que la piratería fue una fuente importante de suministro de esclavos. Sin embargo, llegará un momento en el cual Roma deberá poner fin a la piratería

Roma y la lucha contra los piratas

A medida que Roma ampliaba sus dominios en torno a los siglos III y II a.C. sus obligaciones como gran potencia crecían. Desde el siglo V-IV a.C. se habían establecido, supuestamente, tratados para frenar la piratería con grandes entidades políticas, como  serían Cartago. Sin embargo, a medida que Roma vencía e implantaba su dominio, el mar fue un elemento que se dejó de lado progresivamente.

Guerras-púnicas
Guerras púnicas

Muchos son los investigadores tienen opiniones dispares sobre el carácter marítimo de Roma: hablan desde una potencia exclusivamente terrestre hasta tener una armada desde los primeros momentos de la República. Lo que sí podemos afirmar con cierta claridad es que Roma medía muy bien sus pasos a la hora de tomar decisiones o ejecutar acciones así como una cierta aversión al medio marítimo debido a la incertidumbre y el peligro que alberga.

La actitud de Roma frente a la piratería cambiaría a finales del siglo II a.C. A medida que se extendía por Oriente e iba debilitando a sus diferentes adversarios, el mar quedó como un medio libre para la proliferación de piratas. De igual manera, a medida que las potencias helenísticas se debilitaban, millares de mercenarios se quedaban sin ocupación y tuvieron que reorientar sus intereses en función de sus propios beneficios. El resultado fue la proliferación de la piratería, un problema para los aliados de Roma a este lado del Mediterráneo.

Para acometer la piratería fue necesario un esfuerzo coordinado con las diferentes potencias aliadas, entre ellas, Rodas, quien en época helenística actuó como agente policial del mar. Se elaboraron diferentes leyes, campañas e incluso se fomentó una ideología favorable para su lucha. Cicerón elaboró un discurso en el cual las comunidades humanas se basan en las leyes y el respeto por las labor de los demás, por lo tanto, aquellas personas que empleaban la violencia para obtener beneficios -los piratas- eran considerados enemigos de la humanidad –hostis humanis generis-.

 Las grandes campañas hasta la llegada del Principado

Una vez establecidas las bases contra la piratería, solo quedaba lanzar las expediciones. Éstas fueron encabezadas por diferentes magistrados a los cuales les fue concedido un poder ilimitado en el ámbito marítimo, un imperium infinitum. En total se realizaron 4 campañas, protagonizadas por Marco Antonio Orador, Publio Servilio Vatia, Marco Antonio Crético y, finalmente, Pompeyo Magno. Los tres primeros recibieron duras críticas por parte de las fuentes clásicas pues, a su juicio, sus campañas habían sido un total fracaso. Salieron especialmente perjudicados los dos Marco Antonios, abuelo y padre respectivamente del Marco Antonio más conocido, el amante de Cleopatra, fiel cesariano y rival de Octaviano en las guerras civiles. Incluso ambos contaron con un final muy dramático, el primero asesinado y decapitado por los partidarios de Mario durante las guerras civiles, mientras el segundo murió en una de sus campañas en Creta, que le valió la burla y el apodo de Crético. 

La campaña definitiva vendría de manos de Pompeyo. No solo sometió a los piratas en un sospechosamente corto periodo de tiempo, sino que además lo reasentó para cambiar su modo de vida. Ello le granjeó la lealtad de numerosas figuras en el oriente mediterráneo y obtuvo el apoyo de una amplia clientela que le fue leal durante su posterior enfrentamiento contra César. En el mapa que hemos mostrado, Bellum piraticum, podemos ver el alcance de sus campañas, las cuales englobaron prácticamente todo el Mediterráneo.

Bellum-piraticum

Dentro de los muchos colectivos a los cuales se enfrentó cabe destacar los piratas cilicios. Recibían dicho nombre por estar asentados en la costa cilicia en Asia Menor y supusieron un enorme problema para el poder romano. Los piratas cilicios son un tema de debate apasionante, de hecho, algunos investigadores han llegado a plantear la posibilidad de una nación de piratas. La creación de la piratería cilicia fue fruto de los hostilidades desarrolladas entre los diádocos y su amplio uso de mercenario, quienes terminaron asentándose y tomando el poder de la costa cilicia. Para prolongar su dominio, establecieron diferentes bases con difícil acceso lo cual permitía reponer provisiones y escapar de las patrullas. 

Pompeyo Magno será quien finalmente les venza y absorberá nuevos lazos de dependencia que perdurarán hasta la llegada de su hijo, Sexto Pompeyo, tras su muerte. Él se apoyó en diferentes piratas a la hora de elaborar una guerra de guerrillas en la Península Ibérica contra los cesarianos y, posteriormente, una guerra mayor escala contra Octaviano, futuro Augusto. El conflicto llegó a enquistarse a las maniobras navales de Sexto sumadas al apoyo de Marco Antonio desde Oriente. Incluso, muchos esclavos, partidarios contrarios a Octaviano y simpatizantes de los tiranicidas de César se cobijaron bajo su figura.

Pompeyo
Pompeyo

A pesar de todos los apoyos, Sexto Pompeyo sería finalmente derrotado y huiría a Oriente, donde moriría a manos de los agentes de Marco Antonio. Su figura fue empañada con el tiempo tras su derrota. Los escritores de Octaviano, una vez triunfador indiscutible de las guerras civiles, se ocuparon de hacer pasar su contienda como la de una guerra servil. Acusaba a Sexto Pompeyo de haberse servido de piratas y esclavos, dándoles carta blanca para hacer sus fechorías. Si bien es cierto que en varias etapas, Sexto empleó tácticas de rapiña y saqueo, la principal acusación de Augusto en su Res Gestae, era el de tener piratas en puestos altos. No obstante, diversos testimonios han demostrado que algunos de estos mismos piratas cambiaron de bando e incluso fueron de sustancial ayuda para Octaviano (Augusto) para lograr sus victorias navales.

Una vez acabado el conflicto civil, Augusto se retribuyó el prestigio de Pompeyo Magno, robado a su hijo Sexto. Se estableció como aquella figura que llevó a cabo la limpieza final de los mares. Sin embargo, tanto en el Principado como en el Alto Imperio, es decir, los sucesores de Augusto, tuvieron que enfrentarse a cruentos episodios piráticos, lo cual demostró que si bien no se había puesto fin a su existencia, si se puede reducir a unos límites tolerables. De esa manera, se cerraría el ciclo pirático de la República para dar comienzo al Imperio. 

Créditos de imágenes:

Carole Raddato from FRANKFURT, Germany, CC BY-SA 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0, via Wikimedia Commons

Carole Raddato from FRANKFURT, Germany, CC BY-SA 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0, via Wikimedia Commons

of the modification : Eric Gaba (Sting), Public domain, via Wikimedia Commons

Pompejus.JPG: Gunnar Bach Pedersenderivative work: DanieleDF1995, Public domain, via Wikimedia Commons

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