K-141 KURSK, LA MAYOR TRAGEDIA NAVAL DE LA HISTORIA RUSA POSTSOVIETICA

El 12 de agosto del 2000, el submarino ruso K-141 Kursk encalló en el Mar de Barents provocando la muerte de sus 118 tripulantes en la que hasta el momento se considera como la mayor tragedia naval de la historia de la Rusia postsoviética.. Te lo contamos

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A las 11:28 del 12 de agosto del 2000, se produjo una fuerte explosión a unas 85 millas del Lago Severomosk registrada incluso por sismógrafos ingleses y noruegos. En aquel preciso instante, el destino del mayor submarino nuclear del mundo así como de su tripulación, estaban escritos.  

El K-141 Kursk fue uno de los mayores submarinos jamás construídos. Su nombre conmemoraba la victoria del Ejército Rojo contra las tropas nazis en 1943, recordada como una de las mayores y más importantes batallas de blindados de la historia. El Kursk pertenecía a la clase Antey –apodada por la OTAN como Oscar II– integrada  por naves de propulsión nuclear diseñadas principalmente para atacar portaaviones. Estaba dotado de un arsenal de 18 misiles antisubmarinos SS-N-16 Stallion y 24 misiles de largo alcance P-700 Granit (SS-N-19 Shipwreck) repartidos en silos a cada lado de la aleta. Estos misiles de crucero alcanzaban las 400 millas con velocidades de hasta 2,5 Match. El Oscar operaba junto a una flota de buques encargados de escoltar a los submarinos mientras procedían con sus operaciones de ataque. 

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Perfil de un submarino tipo Oscar II

A diferencia de otros submarinos, el Kursk tenía un casco doble y una serie de características técnicas como sus nueve compartimentos estancos, que le permitían absorber el impacto de un torpedo e incluso volver a la superficie en caso de sufrir daños severos, lo que le hizo ganar el trágico apelativo de “inhundible”.

Con sus 155 metros de eslora y un calado de 600 metros, pronto se convirtió en la joya de la Armada rusa y en uno de sus sistemas defensivos de tecnología mas avanzada. Su tamaño era tal, que los oficiales de mayor rango contaban con camarotes propios, y entre sus instalaciones había una sauna, solarium e incluso piscina. Su tripulación podía llegar a permanecer en el interior sin emerger por un tiempo indefinido debido a la energía suministrada por su corazón nuclear.

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Maqueta del submarino Kursk

La siempre enquistada Guerra Fría y los conflictos chechenos que habían sembrado el país de una oleada de atentados suicidas, hacían necesaria una demostración de poder que devolviera la confianza del pueblo ruso hacia sus autoridades y placara el clima de inestabilidad reinante. Además, un recién llegado Vladímir Vladímirovich Putin intentaba devolver al país a su papel de potencia fundamental en el mapa geopolítico mundial. A tal fin se proyectaron en el Mar de Barents los mayores ejercicios navales llevados a cabo desde el hundimiento de la Unión Soviética. Junto al Kursk participarían otros dos submarinos nucleares y 30 buques de guerra. 

A las 14 horas de la tarde del 11 de agosto, los tripulantes del K-141 Kursk se preparaban nerviosos para el lanzamiento de un misil de crucero. La armada rusa raramente disparaba misiles reales en este tipo de ejercicios, conscientes de que el país escondía un trágico historial de accidentes como el ocurrido con el K-278 Komsomolets en 1989. En el incidente del Komsomolets– dotado de dos reactores nucleares, dos torpedos con cabeza nuclear y 16 misiles de crucero- se produjo un incendio de combustible en la bodega de misiles que acabó por hundirlo junto a 42 de sus 69 miembros. 

Submarino-K-278
K-278 Komsomolets. Wikipedia

Pero en el Kursk todo parecía haber salido según lo previsto y una vez disparado el misil la nave volvió a sumergirse. 

El 12 de agosto, segundo día de maniobras y etapa final de su misión, el Kursk se preparaba para lanzar dos torpedos de prácticas al hipotético enemigo. El tipo de torpedo 65 Kit o“fat girl” tal y como era conocido popularmente, medía 65 cm de ancho, 11 m de largo y pesaba 4 toneladas y media. Como todos los torpedos de prácticas carecía de ojiva nuclear. La confirmación de iniciar el falso ataque será la última noticia que se tenga del submarino. 

Torpedo-tipo-65-o-fat-girl
Torpedo tipo 65 Kit o «fat girl»

En ese instante, una explosión recorrió el centro de mando llenando la sala de humo tóxico y acabando con parte de la tripulación. La situación no podía ser mas comprometida. El Kursk se hallaba en medio de un polvorín. Rodeado de 100 toneladas de explosivos, 24 misiles y dos reactores nucleares que, aunque aislados del casco por potentes absorbentes de impactos que resistirían una sacudida 50 veces superior a la gravedad normal, de nada servirían en caso de explosión, convirtiendo al Kursk en la bomba más “sucia” de la historia. La única posibilidad quedaba reducida a una emersión inminente.  

Pero en apenas 2 minutos y 15 segundos, se produjo una segunda explosión. En ese momento se toma la decisión de apagar los reactores nucleares. El joven oficial Dmitry Kolesnikov de tan solo 27 años asume el control de la nave que comienza su descenso hasta el fondo marino. 

La magnitud de los daños hizo que los escasos 23 supervivientes de las explosiones fueran conscientes de que no podrían acceder a la escotilla de escape de la aleta. La única salida viable era la escotilla trasera situada en la parte final del submarino, y los hombres comenzaron a hacinarse en los compartimentos de popa. 

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Interior de un submarino tipo Oscar II con las salidas marcadas como Hatch

Dos horas después del siniestro, los marineros intentaron comunicar su posición a través de un código sonoro al exterior y el oficial Kolesnikov comenzó a registrar a tientas tanto los acontecimientos sucedidos como los nombres de los tripulantes que habían conseguido resistir al catastrófico encadenamiento de explosiones.

Aun a pesar de que la explosión produjo una potente onda expansiva, el Almirante Popov que supervisaba las maniobras desde el buque Pedro El Grande, no concedió demasiada importancia a los hechos y la pérdida de comunicación con la nave, incluso si cinco de los seis submarinos- todos excepto el Kursk– habían informado con éxito de sus misiones. Después de todo, el gran orgullo naval ruso, era “indestructible”. 

Finalmente y tras 12 horas de espera, la Marina rusa declaró el estado de emergencia y desplegó una operación de búsqueda y rescate del submarino. La intervención era muy complicada ya que a pesar de haber localizado el foco de la explosión registrada en la mañana, el casco exterior de la nave estaba revestido de una capa de caucho de 6,5 cm de espesor que absorbía las pulsaciones del sónar para convertirlo en un arma prácticamente indetectable

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El minisumergible tripulado británico LR5, uno de los medios usados para el intento de rescate

Llevó horas localizar el sumergible, pero los dos submarinos de alta tecnología de los que disponía el país para ofrecer soporte al equipo de rescate no se hallaban operativos ya que habían sido contratados para una inmersión privada en la zona de hundimiento del mítico Titanic y se encontraban a más de 5000 km de distancia. Los tres submarinos restantes de rescate se hallabann en un estado deplorable tras largos años de abandono, y sus tripulantes carecían de la experiencia necesaria como para llevar a buen término la operación de salvamento, lo que hizo perder un tiempo precioso. El intento de la Marina rusa por rescatar a su tripulación fue un flagrante fracaso pero aun con ello, no se admitió ayuda externa hasta que la presión internacional obligó a aceptar la intervención de un equipo mixto de submarinistas noruegos y británicos

Nueve días después del accidente, buzos noruegos consiguieron abrir las escotillas del Kursk pero la escena era desoladora. El compartimento entre las escotillas estaba completamente inundado y sus 118 tripulantes muertos. El doble casco del submarino estaba roto y con ello se había abierto un agujero de mas de 60 m de largo. Todo el equipo había perecido como consecuencia directa de las explosiones, la inundación o por la asfixia causada por la disminución irreversible de oxígeno. Se tiene constancia de que los supervivientes intentaron una maniobra desesperada en busca de aire respirable, pero ésta acabó causando otra explosión y con ello la muerte de algunos de los refugiados en el noveno compartimento. 

Una vez desentrañado el terrible final, era el momento de comenzar con la indagación de los hechos que habían provocado tanto las deflagraciones como el hecho de que la tripulación no hubiera podido emerger a la superficie. 

Se descartó la hipótesis del atentado terrorista suicida para apoyar a la guerrilla chechena tras haber investigado la trayectoria de varios de los pasajeros. Entre ellos los daguestaníes Mamed Gadjiev y Arnold Borissov que no formaba parte de la dotación propiamente dicha del Kursk sino de la empresa Dagdiesel

USS-Menphis
USS Menphis

Entonces algunos militares como el Almirante Valentin Best comenzaron a propagar la teoría de la colisión con un aparato extranjero. Era bien sabido que submarinos estadounidenses como el USS Memphis o el USS Toledo, junto con una serie de buques y aviones de guerra americanos y noruegos, espiaban muy de cerca cada movimiento del Kursk en el contexto de la contienda tecnológica en materia de desarrollo bélico, y del temor que implicaba la posesión de un arma de semejante letal envergadura. 

La Armada rusa había documentado más de 25 casos de colisión subacuática desde 1967 y presentó una serie de fotos satelitares que mostraban al USS Memphis averiado en el puerto noruego de Bergen al que habría llegado seis días después de la desaparición del Kursk. También aportó pruebas de una gran hendidura en el sumergible atribuída al impacto con la quilla de la nave norteamericana o en su defecto de una británica. 

Las acusaciones rusas hicieron que el Gobierno estadounidense saliera rápidamente a desmentir cualquier responsabilidad en la tragedia marítima. Noruegos y británicos por su parte iniciaron una investigación a partir de la detección de actividad sísmica compatible con una explosión maritima equivalente a una deflagración de cinco toneladas de TNT y no con una colisión en las cercanas aguas del Mar de Barents. La comisión concluyó que las dos anomalías sísmicas registradas el 12 de agosto se habían debido a sendas explosiones submarinas, la segunda de ellas con una intensidad 100 veces mayor que la primera. 

Los expertos occidentales afirmaron que su causa se relacionaba con el empleo de peróxido de hidrógeno o agua oxigenada, líquido empleado como combustible de propulsión del motor de los torpedos. Los miembros de la OTAN habían abandonado el empleo del peróxido de hidrógeno como consecuencia del incidente del submarino HMS Sidón en 1955 en el que perdieron la vida 13 tripulantes, pero la Marina rusa seguía haciendo uso del mismo. 

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HMS Sidon

Finalmente en un informe de los hechos emitido en febrero de 2002, el jefe de la Armada rusa, el Almirante Kuroyedov, confirmó que el combustible del torpedo, de una mezcla muy volátil que incluía peróxido de hidrógeno,  entró en ignición generando una explosión que a su vez desencadenó otra mayor, provocando una hendidura en el Kursk que acabó por enviarlo al fondo. Asumió que el combustible era altamente inestable y su contacto con ciertos metales podía causar consecuencias imprevisibles. Las llamas provocadas por la primera explosión habrían continuado avanzando por la proa del submarino incendiando todo a su paso. Poco después, todos los torpedos del Kursk habrían estallado provocando la segunda explosión que hundió  el submarino, obligando a los escasos supervivientes a resistir hacinados en los compartimentos de popa. Además reconoció las negligencias personales y profesionales tanto del Comando de la Flota del Norte como de la propia tripulación del Kursk. Todo ello confirmaba las posiciones iniciales de los expertos occidentales. 

La presión internacional y la de las propias familias de los afectados, obligaron a Putin a garantizar que no escatimarían esfuerzos ni recursos a la hora de reflotar el Kursk. El gobierno ruso destinó una partida económica dos veces mayor a la del presupuesto anual de operaciones submarinas para la recuperación de la nave, y las empresas holandesas Mammoet y Smit International dirigieron los trabajos de rescate de los restos que devolvieron a la base naval de Múrmansk. 

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Mapa con los emplazamientos de las bases de la Flota del Norte, incluidos astilleros y depósitos de material radiactivo.

El incidente del Kursk dejó en evidencia el calamitoso estado de conservación en el que se hallaba la Armada rusa, consecuencia del colapso de una superpotencia que había legado al país una insostenible y envejecida maquinaria militar. Las cuatro flotas rusas (Mar del Norte, Báltico, Negro y Océano Pacífico) sufrían enormes carencias y, concretamente, los submarinos nucleares se encontraban en una situación de peligro potencial debido a la falta de mantenimiento y reparación. 

La importancia de la eficaz asignación presupuestaria en cuanto a recursos humanos y materiales; la imprescindible colaboración internacional; la contemplación de dispositivos de escape desde la máxima profundidad factible o el reconocimiento de las propias limitaciones, fueron tan solo algunas de las lecciones que el K-141 Kursk legó a la historia naval internacional, con la esperanza de que no volviera a repetirse la impune y agónica tragedia que acabó con la vida de 118 personas.

Créditos de las fotos:

Mike1979 Russia, CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0, via Wikimedia Commons

Alexpl, CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0, via Wikimedia Commons

Pjotr Mahhonin, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

http://www.histarmar.com.ar/InfGral/SubmarinosAcc/Fotos/kOscar_diagram.gif

DoD photo by: JOC David Fliesen, U.S. Navy, Public domain, via Wikimedia Commons

U.S. Navy photo by Paul Farley., Public domain, via Wikimedia Commons

Royal Navy official photographer, Public domain, via Wikimedia Commons

User:Insider, CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0, via Wikimedia Commons

BAE Systems, OGL 3 http://www.nationalarchives.gov.uk/doc/open-government-licence/version/3, via Wikimedia Commons

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