Margarita Castañeda, la victima de la limpieza de sangre de la Inquisición

El mundo mestizo se enfrentaba en las colonias americanas a la obsesión castellana por la pureza de sangre. Los Borbones, como jardineros ilustrados, intentaron imponer orden en medio de ese caos. Conocemos el caso de Margarita Castañeda, un caso singular que sufrió la crueldad del sistema.

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Por Kael de Albur

Desde su creación, la sociedad Novohispana ha vivido entre el mestizaje, imprescindible por la escasez de españoles para poblar tan inmenso territorio, y la obsesión por la pureza de sangre, respaldada por leyes y costumbres. Esta tensión hunde sus raíces en la Edad Media peninsular, y llegó a su exacerbación con la entronización de los borbones que legislaron para ordenar un mundo mestizo, fruto de las mezclas de españoles, indígenas o africanos, impuro y caótico.

Fruto de esta dualidad, surgió un sistema de castas que clasificó a los individuos en función del porcentaje de sangre de cada linaje. Esta ansiedad social se refleja tanto en el arte, a través de los “cuadros de castas”, como en la vida cotidiana, permeando aspectos como matrimonios y negocios. Acompañamos a conocer cómo surgió esta sociedad y viaja de nuestra mano a los tribunales de México para conocer el caso de Margarita Castañeda, española que tuvo que apelar a los tribunales para demostrar la limpieza de su sangre.

Juan Correa: Las cuatro partes del mundo, h. 1670-1730, biombo de diez hojas pintado al óleo, 5.56 × 1.99 metros, Museo Soumaya, D.F. México. Wikimedia Commons

Cristianos viejos y cristianos nuevos

La sociedad colonial se construyó sobre las bases de la sociedad medieval peninsular, a partir de sus ideas, aciertos, errores y obsesiones. Mientras Colón zarpa a las américas, los castellanos intentan gobernar territorios donde el islam seguía presente a pesar de las conversiones forzadas. Sobre el papel todos eran católicos, pero la realidad oculta en las casas de los neoconversos (cristianos nuevos) era otra.

Muchos de los conversos se mantuvieron en su fe, y aunque exteriormente aparentaran ser cristianos, seguían en sus hogares conservando las tradiciones y rituales islámicos o judios. En los casos en que la conversión era sincera, en muchas ocasiones no sabían vivir como cristianos pues conocían escasamente la religión y no podían dejar de conservar, a pesar de sus esfuerzos, las costumbres heredadas de sus antepasados musulmanes.

La sociedad colonial se construyó sobre las bases de la sociedad medieval peninsular, a partir de sus ideas, aciertos, errores y obsesiones.

La Inquisición desempeñó un papel crucial en la formación de una ideología española y cristiana centrada en la genealogía. Se promovió la idea de que poseer un «linaje puro» era el indicador innegable, no solo en términos de una fe compartida, de un estatus humano superior. La impureza de sangre, según la perspectiva de los españoles, se fundamentaba en tener ancestros que, o bien no fueran cristianos (como musulmanes, judíos o paganos), o porque tuvieran poco honor que fueran hijos ilegítimos, o peor, esclavos. Existen otros factores que pueden limpiar o enturbiar un linaje como la ocupación de la persona, su riqueza, honor y el lugar de origen. Para poder descubrir esa impureza y extirparla de la sociedad, la inquisición recurrió al viejo juego de la delación.

Palacio del Tribunal del Santo Oficio de la Santa Inquisición – Wikimedia Commons

Un «linaje puro» otorgaba un estatus humano superior.

Para sobrevivir, a los cristianos nuevos se le exigía demostración desmedida de la fe católica y estricta observancia de sus normas, pero en el fondo solo la pureza del linaje, un árbol genealógico sin la macula de judíos o musulmanes, otorgaba seguridad absoluta frente al tribunal eclesiástico. La sospecha llevó a que los impuros no pudieran acceder a ciertos cargos, se desconfiase de ellos y se les excluyese, y en lo legal esta marginación quedo plasmada los estatutos de limpieza de sangre, si bien su aplicación fue muy arbitraria y poco sistemática.

La forma más despiadada de ese rechazo a los impuros se ejemplifica con los estatutos de judíos expulsados en 1492 (70.000 – 100.000) y moriscos en 1609 (alrededor de 350.000 personas), así como las sucesivas persecuciones contra los gitanos (la más importante de ellas la denominada Gran redada de 1749 que buscaba terminar con esta población, pero que fue un fracaso enorme).

La sospecha llevó a que los impuros no pudieran acceder a ciertos cargos, se desconfiase de ellos y se les excluyese

Retrato del marqués de la Ensenada organizador de la Gran Redada – Wikimedia Commons

Gobernar un nuevo mundo con ideas viejas

Todas estas ideas de pureza llegaron a las Américas de la mano de la inquisición española y se encontraron con una sociedad construida por tres grupos diferenciados; los cristianos viejos, los indígenas y los africanos, siendo la primera la mejor considerada y la última poco más que bestias de carga sometidos a las cadenas.  De sus mezclas surgen múltiples líneas impuras, que se pueden contar por decenas. Como sucedió con los conversos, los mestizos eran considerados una impureza, pues presentaban una mácula que no permitía asimilarlos a ninguno de estos tres grupos originales ni aplicarles sus reglas.

Muchos historiadores consideran simplista considerar este sistema como meramente “racial”

Fue la inquisición quien estableció una definición legal de quiénes debían ser considerados como «cristianos nuevos» y “cristianos viejos” y lo hizo aplicando en los nuevos territorios los Estatutos de Limpieza de Sangre que trajo de España a América. En ocasiones un linaje con máculas pueda considerarse limpio si se demuestra calidad en todas las expresiones de la vida, respeto de la religión, cumplimiento de las normas, honor, profesión honrosa. La interrelación de estos elementos ilustra la complejidad y la variabilidad de los criterios que determinaban la pureza en la sociedad española colonial de la época. Es por ello por lo que muchos historiadores consideran simplista considerar este sistema de castas como meramente “racial”.

Fuente Cindy Yasmin López

En resumen, se implantó en la sociedad colonial un sistema jerárquico y aristocrático fundamentado en la genealogía, considerado por muchos expertos como un auténtico sistema de castas. En este sistema, los derechos de los ciudadanos estaban directamente vinculados a la pureza de su sangre. Acceder a la educación universitaria, ejercer determinadas profesiones, disfrutar de exenciones fiscales, evitar la prisión por deudas impagadas, reclamar como herederos legales, ingresar a gremios, unirse a órdenes religiosas y, en general, integrarse en las estructuras sociales de la colonia, estaban condicionados por este concepto de limpieza de sangre. En términos generales, tanto para los indígenas como para los españoles, la mezcla con cualquier otro linaje resultaba perjudicial, ya que implicaba la pérdida de los beneficios legales asociados con la pertenencia al linaje puro, así como el encaje social.

La llegada de los Borbones, jardineros ilustrados

La violenta guerra de sucesión y un conflicto internacional que dejó devastado el continente marcó el fin de la era de los Habsburgo y la llegada de los Borbones al trono español. Con su acceso al poder, los Borbones introdujeron las ideas ilustradoras y uniformizadoras provenientes de la corte francesa, cuyas repercusiones también alcanzaron las Américas.

Felipe V, instaurador de la dinastía borbónica en España – Wikimedia Commons

En Francia, los Borbones imponían al mundo un orden racional a sus elementos sociales, de manera similar a como lo hacían en sus jardines palaciegos. El modelo de jardín francés es una joya de precisión, que se distingue por su diseño geométrico, persiguiendo la perfección estética y el control meticuloso del espacio. Organizaban lo salvaje con parterres y avenidas rectilíneas, eligiendo cuidadosamente los elementos que formaran el jardín, creando un lienzo visual con una paleta de colores cuidadosamente elegida. Se imponían a la naturaleza con uso de la razón.

Detalle de jardín estilo francés – CC0 Dominio publico

El modelo de jardín francés es una joya de precisión, que se distingue por su diseño geométrico, persiguiendo la perfección estética y el control meticuloso del espacio, de manera similar a la sociedad que buscaban crear

En América, a pesar de los esfuerzos por promover la pureza de sangre, surgía una populosa sociedad mestiza en los márgenes. Lo que encontraron los Borbones en América fue ese jardín salvaje, donde destacaba la falta de control y estructura, con la maleza creciendo de manera libre y desordenada. Este entorno bullía en una diversidad descontrolada, natural y espontánea. La tarea de los Borbones consistía en asumir esta sociedad aparentemente desordenada y volver a orientarla.

Adoptaron el papel de jardineros y, a través de leyes y ordenanzas, trabajaron en esa dirección. En 1776, la Pragmática Sanción, una ley borbónica que reguló los matrimonios, imponiendo restricciones adicionales a las uniones matrimoniales entre diversos grupos sociales. El objetivo era evitar matrimonios desiguales y preservar la integridad de los estamentos sociales, fortaleciendo así la idea de la pureza de sangre.

La tarea de los Borbones consistía en asumir esta sociedad aparentemente desordenada y volver a orientarla

Brillando en lo diverso

Desde el siglo XVIII, la diversidad social que enriquecía la colonia se convirtió también en cierta manera motivo de orgullo, era uno de los factores distintivos de la sociedad colonial, reflejándose en el arte a través de la pintura de castas, que emergió en la Nueva España y el Virreinato del Perú. Estas obras, influenciadas por las ideas de la Ilustración y el enciclopedismo, buscaban representar las variadas castas resultantes de la mezcla tras la Conquista y el mestizaje entre españoles, indígenas y africanos en la América española, trasladar su exotismo y también una idea moralizante sobre cada una de ellas.

Biombo con desposorio indígena y palo volado – Wikimedia Commons

Los cuadros de castas representan la mezcla surgida tras la Conquista, trasladar su exotismo y también una idea moralizante sobre cada una de ellas

Estas pinturas no solo abordaban las combinaciones raciales, sino que también exploraban aspectos de la vida cotidiana, incluyendo la vestimenta, el ajuar y la alimentación. Destacados artistas como Miguel Cabrera, Andrés de Islas y José Joaquín Magón crearon ejemplos notables de conjuntos de pinturas de castas que proporcionan una perspectiva sobre la sociedad y la diversidad cultural de la época colonial, capturando la complejidad y la riqueza de la interacción entre distintos grupos sociales en la América española. En estos cuadros aparecen representados los grupos básicos que se detectan en documentos para definir los grupos mestizos:

CategoríaDescripción
MulatoPersona de ascendencia española y africana.
MestizoPersona de ascendencia española e indígena.
CastizoPersona de ascendencia española y mestiza.
MoriscoPersona de ascendencia española y mulata.
LoboPersona de ascendencia indígena y africana, o mulatas e indígena

Los cuadros de casta nos proporcionan un registro de categorías menos conocidas, probablemente debido a su complejidad, que quizás nunca adquirieron una gran relevancia social. Entre estas figuran albino, torna atrás, tente en el aire, chino cambujo, albarazado, barcino, zambuigua, chamizo, coyote. Las definiciones de estas categorías eran objeto de discrepancia, y se pueden hallar diversas listas al respecto.

Sin embargo, lo que sí estaba claro era que las mezclas entre indígenas y españoles eventualmente resultarían en una ascendencia española, siempre y cuando se introdujera «sangre blanca» en cada generación. Este proceso de blanqueamiento no era aplicable a los afrodescendientes. Además, hemos de tener en cuenta que siempre que la madre sea esclava, según la doctrina legal castellana, sus hijos también lo deben ser, independientemente de quien sea el padre dado que se supone que siendo la madre esclava es imposible saber quién es el padre.

Siempre que la madre sea esclava, según la doctrina legal castellana, sus hijos también lo deben ser

Margarita Castañeda, y la ambigua definición de pureza de sangre

En medio de este complejo contexto, emerge el intrigante caso de Margarita Castañeda. En 1789, su esposo, Cristóbal Ramón Bivian, acude al tribunal eclesiástico de Ciudad de México para poder subsanar un error en el registro civil de Margarita, quien, según él, no figura en el libro de españoles, siendo ella limpia de sangre. Temiendo las implicaciones de la Pragmática Sanción sobre matrimonios entre diferentes castas, implementada en la Audiencia de México en 1779, Ramón aboga por la pureza de sangre no solo para su esposa, sino también para preservar el estatus criollo de futuros hijos.

Cuadros de Castas de Miguel Cabrera. De izquierda a derecha: de español e india, mestizo; de español y negra, mulato; de negro e india, chino – Wikimedia Commons

Ramón aboga por la pureza de sangre no solo para su esposa, sino también para preservar el estatus criollo de futuros hijos

Don Cristóbal Ramón Bivian presentó cuatro testimonios ante el tribunal. En primer lugar, dos sacerdotes que, sin conocer a los padres de Margarita, afirmaban la pureza de su sangre basándose en sus costumbres, honor y educación. En segundo lugar, un tercer testigo sostiene que del pase de Doña Margarita por española nadie duda.

Finalmente, la criada negra Petra Pozas, que crio a Doña Margarita, quien asegura la pureza de sangre de la señora basándose en que si bien no sabía si los padres eran españoles, todos los consideraban como tales. Ninguno de los testimonios hace referencia a características físicas específicas para juzgar la españolidad o no de Doña Margarita, en cambio, resaltan lo que denominan su calidad, buen juicio, vestimenta y joyas. Este conjunto de testimonios deja claro que, en ese contexto, la pertenencia al grupo de los españoles se basaba hasta un punto más en valores y significados sociales más que en atributos físicos.

De izquierda a derecha cuadro de castas de Andrés de Islas y anónimo, nos muestra también que la vida marital de estas parejas estaba salpicada por la violencia, el primitivismo y el salvajismo eran características que se atribuían a la población afrodescendiente – Wikimedia Commons

Ninguno de los testimonios hace referencia a características físicas específicas para juzgar la españolidad o no de Doña Margarita

Lograron a lo largo de un complejo proceso que fuera Margarita aceptada como española, y leyendo las actas del proceso descubrimos que al acumularse pruebas y testimonios para apuntalar su calidad de española aparecieron informaciones que habían quedado ocultas. Se descubrió el porqué del “error” al no inscribir a Doña Margarita en el libro de españoles, que no era tal sino deliberado, y es que era hija adulterina, entre su padre Miguel Agestos y Mariana Ligueredo, embarazo que fue ocultado y que asumió como propio la esposa de Miguel, Antonia. Este oscuro secreto fue motivo de que no fuera registrada en el libro. El honor emerge como una parte fundamental de la limpieza de sangre, junto con la religión propia y de los padres, la ocupación y la ascendencia, por encima de consideraciones físicas de otro tipo.

Al ser doña Margarita hija adulterina de dos españoles, el menoscabo de su honor, llevó a que no se la inscribiera como española

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