La Guinea Ecuatorial española durante la Primera Guerra Mundial

Al estallar la Primera Guerra Mundial, las autoridades españolas de Guinea Ecuatorial se convirtieron en primera línea de combate de las potencias enfrentadas. Falta de medios y sin ninguna planificación, debieron de enfrentarse a una situación muy complicada. Te lo contamos

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Por Sergio Sánchez Gallego

Cuando el 28 de julio de 1914 las potencias europeas se enfrascaron en la Primera Guerra Mundial, España no estaba preparada para entrar en ella. Eran muchas las razones. Por un lado, la cuestión del antimilitarismo imperante en la sociedad española, que veía como una sangría de hombres y dinero se iba en los campos de Marruecos para imponer un Protectorado que ponía a prueba la capacidad del país, por no decir que superaba las posibilidades reales del país.

Desde luego, la sociedad española no vería con buenos ojos la entrada del país en una guerra en la que además, no íbamos a lograr ningún beneficio. Más aún, que costaría un dinero del que no disponíamos.

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Portada de «El Socialista», anunciando la declaración de guerra

Pero además, la sociedad tampoco estaba unida junto a uno de los dos bandos enfrentados. Para empezar, el rey, parecía más inclinado al bando alemán, así como la clase militar. También una parte de la clase política y, por qué no decirlo, una parte de la sociedad. Pero otras gran parte de la sociedad y de la clase política, estaban más inclinadas hacia el bando franco-británico. Entre los políticos más inclinados hacia el bando franco-británico, estaría el Conde de Romanones. En líneas generales, podemos decir que la parte de la sociedad más progresista estaría en el bando franco-británico y la parte de más conservadora, en el bando alemán.

En estas circunstancias, ningún gobierno se hubiera atrevido a entrar en una guerra de este tipo. Por eso, cuando el gobierno conservador de Eduardo Dato declaró la neutralidad de España, a todo el mundo le pareció lo más acertado. Sin embargo, España tenía posesiones en África, rodeadas de posesiones coloniales de los países contendientes.

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Eduardo Dato

Los territorios españoles se dividían entre el Protectorado español de Marruecos, y el territorio de Guinea Ecuatorial. Sin embargo, en ambos territorios, la posesión era más teórica que real. Sin embargo, la situación de ambos territorios no era la misma. 

En Marruecos, el Protectorado español estaba rodeado por el francés. Pero allí no se produjeron combates porque no había territorio alemán. Pero Guinea Ecuatorial se encontraba justo entre el Camerún alemán y el África Ecuatorial francés. Es decir, estaba justo en la línea de guerra.

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Mapa de Africa en 1914. Milenioscuro, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

En Guinea estaba como gobernador Ángel Barreda y Luyango, un marino que llevaba en el cargo desde 1910, algo inusual en la historia de gobernadores de ese territorio. Se debía a su buen hacer. Siempre tuvo buena relación con los gobiernos e intentó tenerla también con los jefes tribales y con los criollos enriquecidos de la colonia. Pero el estallido de la guerra le complicó las cosas.

España apenas tenía presencia en el continente, ya que la ésta estaba sobre todo en la isla de Santa Isabel (Fernando Poo). Para el control de la colonia apenas contaba con unos cientos de guardias coloniales y sin una munición adecuada.

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Palacio de Gobierno de Santa Isabel. http://bioko.net/postal/displayimage.php?album=5&pos=4

Así, al iniciarse los combates, Barreda tuvo claro que Alemania sería derrotada y que las tropas en retirada, cruzarían la frontera de Guinea por su frontera norte, por eso entendió que allí era donde debía de establecer su presencia.

El temor del gobernador era que las tropas francesas cruzaran la frontera guineana en persecución de las alemanas, violando así la neutralidad española. Por ello, decidió establecer una serie de puestos en la frontera.

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Tropas camerunesas en 1914

No era una idea nueva pues desde 1907, Barreda venía defendiendo que la conquista de Guinea debía hacerse mediante el establecimiento de puestos militares, comunicados mediante amplios caminos que sirvieran además para el comercio. Nunca dejó de pedir presupuesto para los mismos y nunca lo obtuvo. Pero en 1914, el marqués de Lema, dio el visto bueno para la instalación de los puestos mediante un plan a 5 años. Pero Barreda no tenía 5 años, por lo que decidió establecer los primeros 5 puestos con el excedente del presupuesto de la guardia colonial.

Apenas pudo destinar a ellos 30 guardias coloniales mandados por sus mejores oficiales. Pero estaba claro que no podrían resistir un ataque y su papel era testimonial mostrando la presencia española en la frontera. Sin embargo fueron efectivos y la inmensa mayoría de los alemanes en retirada llegaron ilesos a Bata.

Bata
Bata

La operación se había desarrollado apenas sin coste, pero cuando Barreda pidió al marqués de Lema más presupuesto para seguir con la instalación de puestos, el ministro se irritó por el uso del dinero hecho por Barrera y pidió un informe al Consejo de Estado sobre la actuación. Éste alabó lo realizado por Barreda y sugirió a Lema dar más medios al gobernador.

Y el tiempo dio la razón a Barreda. Conforme las tropas alemanas fueron derrotadas, se dirigieron hacia la frontera guineana. Lo hicieron con un orden envidiable, llevando con ellos todo lo que tenía un valor para no dejarlo al enemigo. Eso hizo que cruzaran la frontera 45.000 cameruneses, siendo gran parte de ellos cargadores.

Conforme las unidades cruzaban la frontera, colgaban de un árbol un documento en el que indicaba que abandonaban las hostilidades y entraban en territorio neutral. En una zona concreta de la frontera, se abandonaron tantos documentos de ese tipo, que hasta hoy en día es conocido como “afan bekalara” (el bosque de los papeles). Al entrar en territorio guineano, se dirigían al puesto colonial más cercano y se entregaban oficialmente. Eran escoltados hasta Bata, desarmados e internados.

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Guardia colonial española

Sin embargo, en Guinea no había una infraestructura para poder atender a 45.000 refugiados. El gobernador lo sabía, por lo que decidió entregar a las tropas de ocupación de Camerún a todos aquellos que no suponían un objetivo de guerra, es decir, cargadores, criados, etc. De esta forma, 25.000 cameruneses fueron reexpedidos  a la frontera contra su voluntad. 

Aun así, quedaban 20.000 refugiados concentrados en las playas de Asonga mal atendidos, vigilados por unas pocas decenas de guardias. El hambre y las epidemias se empezaron a extender. Y además, las autoridades francesas e inglesas temían que pudieran reorganizarse y atacar desde allí de nuevo a Camerún, por lo que pidieron al gobernador español que entregara a las tropas o al menos que separara a los alemanes de los cameruneses. Barreda se negó pero el 3 de febrero de 1916 llegó a un acuerdo con las autoridades francesas e inglesas para trasladar a los refugiados a la isla de Fernando Poo y más tarde, trasladaría a los ciudadanos alemanes a España, donde quedarían retenidos hasta el fin de la guerra.

Desde el momento del traslado, el gobernador no dejó de recibir presiones para la entrega de los prisioneros. Sin embargo, siempre se negó. Más aún, vió con gran admiración la organización alemana. Al llegar a Santa Isabel, los refugiados fueron internados en 3 campos sin apenas capacidad de atenderlos, por ello, se vieron obligados a comer lo que encontraron, escasamente vigilados y murieron alrededor de 1000. Además en mayor de ese año, la “gripe española” llegó a la isla. Sin embargo, los oficiales alemanes empezaron a organizar los campamentos y poco después, la organización era perfecta. Se producía el alimento necesario, la disciplina era perfecta, incluso la urbanización de los campos, con las calles perfectamente construidas. Cierto es que ayudó la llegada de ayuda en dinero y alimentos desde la embajada alemana en Madrid.

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Párroco español en Guinea

El embajador no ocultaba la admiración que sentía hacia ellos, llegando incluso a ser ejemplo para algunas realizaciones en la misma organización española de Guinea. La dirección de los campamentos estaba a cargo de las autoridades militares españolas en teoría, pero en la práctica, eran los mandos alemanes quienes dirigían todo.

La situación no pasaba desapercibida para las fuerzas francesas e inglesas que temían que las fuerzas alemanas se hicieran con el control de Santa Isabel contraatacaran, por lo que no dejaban de presionar a Madrid. Finalmente, la mejoría de la situación en Marruecos, donde la guerra había supuesto una reducción casi total de la actividad militar, permitió el envío de un destacamento militar a Guinea, lo que aumentó la presencia militar española allí. En el mismo barco, fue enviada a Madrid la mayoría de los ciudadanos alemanes, obedeciendo al acuerdo hecho con las autoridades anteriormente. Sin embargo, Barreda dejó en Santa Isabel un grupo de oficiales que consideraba necesario para mantener la organización en los campos.

La presión ante Madrid de franceses e ingleses durante toda la guerra terminaron por tener efecto. Barreda no dejaba de ser visto por ambos como germanófilo, cuanto menos, si no como colaborador con las fuerzas alemanas en otros casos. Puede ser que hubiera algo de germanofilia o simplemente defendiera la neutralidad española y la situación de unas tropas refugiadas a las cuales él comprendía muy bien pues él mismo había estado internado en un campo de concentración tras la rendición española en Filipinas en 1898, donde él estaba destinado.

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Imagen de la Guinea española

Lo cierto es que al final el gobierno de Dato en Madrid cedió a las presiones y en mayo de 1918, se concedió un permiso de larga duración al gobernador para alejarlo de Guinea. Pero tras el fin de la guerra la verdad prevaleció. El gobierno inglés aceptó que el gobernador volviera, incluso reconocieron, como el resto de contendientes, que la actuación del gobernador había sido adecuada. El mismo vicecónsul inglés, le organizó un homenaje y el gobierno alemán le condecoró por su trato a los refugiados.

Una vez de vuelta a su cargo, entre agosto y diciembre de 1919, se organizó la repatriación de los refugiados que quedaban, muchos de ellos obligados, tras la garantía de las autoridades de ocupación de Camerún de que no serían represaliados. Aun así, un grupo de 500 se negaron en rotundo a volver, y fueron contratados como braceros para las plantaciones españolas de Santa Isabel. E incluso, Barreda siguió protegiendo a un grupo de jefes tribales que colaboraron con los alemanes, ante el temor que fueran castigados al volver. Finalmente, las autoridades francesas tuvieron que ceder y garantizar la libertad al volver de esos jefes tribales (Camerún no se concedió como colonia sino como mandato a Francia, supervisada por la Sociedad de Naciones, lo que limitaba su poder allí). Así, en noviembre de 1930, los últimos 150 refugiados cameruneses, volvían a su tierra.

En este artículo hemos tratado de la actuación española en el escenario de una guerra mundial, en la que permanecía neutral. Dejamos para el siguiente artículo la actuación dentro de la colonia para el dominio de las tribus.

Por ello, lo que encontramos es un papel complicado para España. La colonia, en 1914 apenas cuenta con presencia permanente española en el continente. Es en San Isabel donde se concentra la actividad española, con grandes plantaciones. Pero es en el continente donde se desarrolla la guerra. El gobernador lo sabía, y sabía también que era imposible defender la neutralidad española en esas circunstancias. El plan diseñado por él mismo, de establecer una serie de puestos de vigilancia en la frontera norte, era el único viable. Pero chocó con el problema del dinero. No había presupuesto para enviar. Y apenas sin medios, fue capaz de establecer una presencia mínima, al menos de vigilancia, pero que suponía poder ejercer esa neutralidad si, como era más que previsible, la retirada alemana se realizaba por allí. 

Es decir, España tuvo que defender su neutralidad y soberanía sobre un territorio en el que apenas tenía presencia, en un contexto de guerra mundial, y en un territorio que se convirtió en primera línea de combate. Los resultados, fueron los mejores que se pudieron dar. En el siguiente artículo, veremos como el dominio del territorio en este periodo también fue muy complicado.

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