La Semana Santa y su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial

La Semana Santa es una de tantas celebraciones que se encuentran arraigadas en la tradición cultural. Pero también se ha convertido en un reclamo turístico y, en última instancia, en un elemento patrimonial que merece ser protegido, integradose en lo que llamamos Patrimonio Cultural.

Tiempo de lectura: 10 minutos

Por Natalia Solís Sánchez

La Semana Santa es una de tantas celebraciones que se encuentran arraigadas en la tradición cultural de diferentes países alrededor del mundo. Desde solemnes procesiones hasta representaciones teatrales, esta festividad religiosa guarda un profundo significado espiritual para millones de personas, pero también se ha convertido en un reclamo turístico y, en última instancia, en un elemento patrimonial que merece ser protegido.

En este sentido, y con el paso del tiempo, todo lo que rodea a la Semana Santa se ha integrado en lo que llamamos Patrimonio Cultural, fomentando su preservación como parte de la memoria e identidad de numerosas comunidades.

Esta festividad, una de las más importantes dentro del calendario litúrgico, tiene sus orígenes en la Pascua judía, cuando se conmemora la salida del pueblo hebreo de Egipto en el decimocuarto día del primer mes lunar del año. Es en la noche del banquete pascual cuando acontece el prendimiento de Jesús y se inicia la Pasión, Muerte y Resurrección.

Aunque al principio hubo una serie de polémicas sobre qué día debía celebrarse este último acontecimiento, finalmente en el Concilio de Nicea en el año 325 se estableció el domingo como día oficial festivo del cristianismo. De esta manera, el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera – una fecha variable entre el 22 de marzo y el 25 de abril – se iniciaría la Semana Santa.

Esta celebración se alargaría más tarde con el llamado Triduo Pascual, que se refiere a la Pasión y la Muerte de Cristo, junto al periodo posterior hasta el final en Pentecostés (momento en que el Espíritu Santo se aparece a los discípulos).

Una vez establecido, y a partir de entonces, poco a poco se irían incorporando representaciones y escenificaciones de estos acontecimientos, que irían variando según la región geográfica, pero manteniendo siempre la solemnidad y devoción con la que son celebradas. Su importancia se acrecentaría gracias a la labor de la orden franciscana por Europa, entre los siglos XII y XIII.

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María Santísima de la Amargura. Semana Santa en Arcos de la Frontera

Centrándonos en España, y como se ha comentado, hay numerosas manifestaciones que se celebran a lo largo de esos días: Procesiones, Penitentes, Pasiones Vivientes, Viacrucis (o Vía Crucis), Romerías, etc. Ya desde el siglo XI se encuentra documentada en Cataluña y Aragón y, como en el resto de Europa, a partir del siglo XIII experimentó un gran impulso. El Concilio de Trento produjo un punto de inflexión en la celebración de las procesiones, estableciendo la base de las representaciones durante la Semana Santa que hoy conocemos.

En este sentido, se potenció el uso de las imágenes y el culto a las mismas, relegando a un segundo plano la expiación personal, con mayor relevancia hasta entonces. Ello contribuyó a la generalización de procesiones donde las imágenes escultóricas devocionales eran las protagonistas, las cuales realizaban recorridos más o menos fijados con parada obligatoria en los templos. Así mismo, estos recorridos se acompañaban de escenificaciones.

El siglo XIX trajo consigo nuevas reformas en la configuración de la Semana Santa, simplificando algunos cultos o eliminando elementos que resultaban contradictorios. También se dotó a las Hermandades de nuevos estatutos. Sería a lo largo del siglo XX
cuando esta festividad sufriría los mayores altibajos, aunque desde hace unas décadas ha resurgido con gran interés, y hoy es un acontecimiento de gran relevancia en España.

Por todo ello, no es de extrañar que todo lo que rodea a la Semana Santa haya sido susceptible de convertirse en parte del Patrimonio Cultural. Y es que no hay más que mirar a las diferentes representaciones que se desarrollan durante esos días para apreciar no sólo la devoción sino la identificación de estas como parte de “lo nuestro”. La sensación de que forma parte de nuestros valores y tradiciones, muestran una identidad como colectivo y un marcado componente social que ha contribuido a que fuera propuesta como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de España.

Así, en el año 2015 se iniciaron los trámites necesarios para su declaración, para lo cual se redactó un documento por parte de expertos que exponían la importancia y necesidad de que la Semana Santa fuera declarada como una manifestación representativa del Patrimonio Cultural español. Al igual que en otros casos, los pasos a seguir fueron los siguientes:

  1. Identificación del elemento como cultural y significativo para una comunidad
  2. Evaluación por expertos siguiendo criterios establecidos por la UNESCO que tienen que ver con su relevancia cultural, la autenticidad y la representatividad
  3. Incorporar evidencias documentales y resto de recursos que avalen la propuesta
  4. Una vez evaluado, las autoridades competentes emiten su informe favorable o desfavorable a la declaración oficial como parte del Patrimonio Cultural Si el informe es favorable, la declaración de un elemento como Patrimonio implica un compromiso continuo por parte de todos los interesados para salvaguardar, conservar y difundir dicho legado a las generaciones futuras
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Cofradía de la Última Cena. Elche

Por tanto, y para que la Semana Santa fuera declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial, hizo falta que primero se iniciara un largo proceso que reconociera la relevancia cultural de esta festividad. Como se decía, se redactó un documento en el que se exponía que ésta “comprende una gran diversidad de valores culturales, desde su función como forma de expresión de la religiosidad popular a su papel como marcador identitario, pasando por su importancia como vehículo de conocimientos tradicionales y su relación con oficios artesanos, así como con las múltiples obras muebles e inmuebles de valor artístico”. De igual forma, se remarcaba la relevancia que tenían las Cofradías y Hermandades como “exponentes de la capacidad de estructuración social y de las diversas formas de sociabilidad que se observan en el periodo de Pascua”, junto al resto de elementos como objetos litúrgicos, oficios tradicionales, música o gastronomía. A su juicio, todo ello merecía el reconocimiento y valorización social e institucional.

La tramitación y resolución del expediente se dilató dos años, hasta 2017, momento en que la Semana Santa fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de España. Ello marcó un hito en el reconocimiento y la valoración de esta festividad religiosa como parte de la identidad y la herencia cultural del país. Con esta distinción se resaltaba no sólo su importancia histórica y religiosa, sino que también se manifestaba el compromiso por su preservación y transmisión a las generaciones futuras. Así mismo, adquiría mayor visibilidad y favorecía el respeto por las diversas tradiciones y expresiones existentes en nuestro país.

Precisamente, y debido a esa variedad de manifestaciones – podríamos citar, como ejemplos, la procesión del Yacente de Zamora, La Madrugá en Sevilla, o Las Turbas en Cuenca – son las Comunidades Autónomas las responsables de su salvaguarda, quedando obligadas a realizar las oportunas labores de identificación, estudio, conservación y transmisión a la siguiente generación.

Finalmente, se realizaba una llamada de atención al turismo y su relevancia como motor económico para España. Sin duda, la Semana Santa supone un atractivo cultural para visitantes tanto nacionales como internacionales, lo que puede dejar cuantiosos beneficios en los lugares donde se celebra. Sin embargo, esto también puede traer consigo que se desvirtúen las tradiciones en favor del beneficio monetario, de ahí que se insista en los peligros que puede traer su explotación y, de nuevo, la importancia de su salvaguardia.

En resumen, y como conclusión, la declaración de la Semana Santa como Patrimonio Cultural Inmaterial en España representa un compromiso con la protección y la promoción de esta tradición cultural y religiosa, asegurando su lugar en el legado cultural del país y su contribución a la diversidad cultural global.

Crédito imágenes:

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Quim Gil, CC0, via Wikimedia Commons

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Un comentario

  1. Cuando el mundo se enfila a irse desprendiendo del lastre de las religiones en beneficio del progreso universal, aparecen estos retrocesos queriendo inmortalizar estas manifestaciones de enajenación mental colectiva. Pareciera que tal motivación subyace en un interés económica que en una cuestión de religiosidad.

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