Misterios y curiosidades de El Escorial

Muchos conocen el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial como «la octava maravilla del mundo», e incluso, como una de las joyas arquitectónicas más representativas del renacimiento español. Sin embargo, pocos saben los secretos y curiosidades que encierra este monumento una vez traspasadas sus puertas. Te lo contamos

Tiempo de lectura: 10 minutos

Por Macarena Moyano Fernández

Cuenta la leyenda que el monasterio se construyó en este lugar donde se creía que estaban situadas las puertas del infierno, por lo que al erigirse el edificio, cubriría las mismas. El origen de esta creencia se apoya en alusión a una tormenta acaecida el día en que los técnicos del rey Felipe II, fueron a inspeccionar el terreno para su emplazamiento, de tal manera que los rayos que cayeron allí, tomados como una señal supersticiosa, les hicieron decidir su actual ubicación.

El monasterio se mandó construir por el rey Felipe II entre el año 1563 y 1584, nada más ni nada menos que 20 años. Este dato podría parecernos muchísimo tiempo, pero dada la envergadura del complejo, es bastante poco, lo que supone ya desde el primer momento un reto para los artífices. En su levantamiento participaron dos arquitectos relevantes: Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera.

Monasterio-de-El-Escorial
Monasterio de El Escorial. Imagen 1

El primero muere en 1567, por lo que Herrera tuvo que hacerse cargo del proyecto, y de ahí que el Escorial tenga ese estilo herreriano tan característico: la predominancia de la pizarra como material exterior, la casi ausencia de decoración, la horizontalidad, y sus torres rematadas en chapiteles cónicos o piramidales. Este estilo se denomina también “escurialense” porque precisamente es este edificio el que asienta un paradigma.

Hay un dato curioso de este arquitecto y es que cuando acabó la bóveda que forma el suelo del coro de la basílica, colocó justo en medio una columna hueca de cartón piedra pintada de granito para que sirviera de sustento. Cuando mandó llamar al rey y se la enseñó, éste indignado mandó derruirla, pero Juan de Herrera empujó la falsa columna quedando una bóveda plana que parecía sustentada en el aire. A ello, asombrado, Felipe II le dijo: “Herrera, con los reyes no se juega”. Desde aquel momento, el rey le nombra arquitecto real.

Fachada-sur-de-El-Escorial
Fachada sur de El Escorial. Imagen 2

Siguiendo la curiosidad arquitectónica, aunque no exento de partes contrarias en los últimos años, se ha defendido que si viésemos la planta del edificio desde arriba, encontraríamos que tiene forma de parrilla. Tendría sentido, ya que la parrilla es el símbolo del martirio de San Lorenzo, el santo a quien va dedicado el monasterio. Pero, ¿por qué San Lorenzo?.

Para explicarlo, debemos remontarnos al año 1557, concretamente al 10 de agosto, cuando Felipe II entra en batalla en San Quintín contra las tropas francesas comandadas por el rey Enrique II. El 10 de agosto es precisamente la festividad de San  Lorenzo, así que, como Felipe II obtuvo la victoria en esta contienda, decidió poner el nombre del santo para agradecerle su intercesión. La referencia a San Lorenzo se repite tanto en el exterior de la fachada occidental, la que da acceso al Patio de los Reyes y a la basílica, como en el interior, donde el símbolo de su martirio aparece representado tanto en el arte, como en aquellos objetos más funcionales como las propias papeleras del edificio.  

Litografía de la batalla de San Quintín, en el Museo del Ejército. Imagen 3

Llegados a este punto, cabe preguntarnos quién fue realmente San Lorenzo, y por qué se le martirizó. Lorenzo fue uno de los siete diáconos de la ciudad eterna, cuya tarea era administrar los bienes de la iglesia y atender a los más desfavorecidos. Se cuenta que el alcalde de Roma, de creencias paganas, le ordenó entregar las riquezas de la Iglesia, Lorenzo aceptó y, al comparecer ante el prefecto, fue presentando a personas pobres, mendigos, lisiados, ancianos, en definitiva, a aquellas personas más vulnerables y desamparadas, y le dijo: “Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia”. El alcalde, tomando esto como un acto de arrogancia, decidió martirizarle asado en una parrilla. Dentro del monasterio, se encuentra un cuadro de Tiziano que representa precisamente este martirio, en realidad, una segunda versión de la historia, ya que la primera se encuentra en Venecia, en la Iglesia de los Jesuitas y que data de 1558.

Aparte de tratarse de un monasterio, es a la vez basílica, biblioteca, panteón real, colegio y palacio real, por lo que supone un complejo arquitectónico de primer orden, no solo a nivel espacial, sino también a nivel simbólico y artístico. Viene a ser el símbolo de la monarquía y de la religión católica, en un momento en el que el protestantismo y el catolicismo se vieron enfrentados.

Fachada-principal
Fachada principal El Escocial. Imagen 4

Estas circunstancias hacen que el rey Felipe II, decida destacar esta imponente construcción como símbolo de la importancia de la monarquía española y de la presencia católica, la cual debía aplastar al protestantismo. Esta exaltación de la monarquía española viene representada en la bóveda de la escalera principal del monasterio, obra de Luca Giordano y Juan Bautista Castello, apodado el Bergamasco. Este fresco representa la Gloria o el  Triunfo de la monarquía española, donde vemos una alegoría de la Casa de Austria: desde Carlos V hasta Carlos II, acompañado por su esposa Mariana de Neoburgo, y su madre Mariana de Austria.

Todo ello también ha determinado las propias características del complejo, el cual se distingue por su sobriedad exterior en contraposición con la riqueza que encontramos en el interior: tapices, esculturas, sepulcros, pinturas, mobiliario, mapas y un sinfín de bienes de gran valor. A nivel simbólico, si entrásemos por la fachada occidental, entraríamos en el conocido como Patio de los Reyes, en el que se representan los 6 reyes de Jerusalén en la fachada que da acceso a la basílica: Salomón, David, Josías, Manasés y Ezequías. Con ellas hay por tanto, una vinculación directa con el Templo de Jerusalén. Se trataba por tanto de simbolizar por un lado, el cristianismo representado por la basílica, y la sabiduría, que estará representada por la biblioteca.

Fachada-de-la-basílica
Fachada de la Basílica desde el Patio de los Reyes. Imagen 5

Felipe II decide erigir también en este complejo arquitectónico, un Panteón Real, ya que quiere conceder a su padre, Carlos I de España y V de Alemania, un lugar digno de enterramiento, y es este Panteón precisamente, uno de los lugares que más curiosidad suscita a la mayoría de las personas que visitan el Escorial. Este Panteón está dividido en dos: por un lado, el Panteón de Infantes y, por otro, el Panteón de Reyes o Cripta Real, muy diferentes en espacio y estilo.

El primero de ellos, fue ordenado por Isabel II y se destina a príncipes, infantes y reinas que no han sido madres de reyes. En este espacio son dignos de mencionar los sepulcros de los infantes ilegítimos de don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I, así como el de Juan José de Austria, hijo también ilegítimo de Felipe IV y la actriz María Calderón, más conocida como “La Calderona”. Ambos infantes fueron reconocidos por sus padres, aunque nunca recibieron el título de Altezas Reales. Juan de Austria fue el ganador de la batalla de Lepanto, y Juan José fue nombrado por su padre Gran Prior de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Al no morir en batalla, a Juan de Austria, se le representa de manera yacente acogiendo una espada y con sus guanteletes fuera de las manos, dispuestos a ambos lados de las piernas.  

En este Panteón de Infantes también cabe destacar un curioso monumento denominado como “Tarta de Bodas”, un mausoleo poligonal, en el cual están enterrados aquellos infantes tanto de la dinastía de los Austrias como de los Borbones que no alcanzaron la edad de los 7 años. Ambas dinastías se representan con sus escudos alternados.

Tenemos también enterradas aquí a dos de las esposas de Felipe II: María Manuela de Portugal, su primera mujer, y a Isabel de Valois, su tercer matrimonio. Los restos de ésta última fueron los primeros en llegar al monasterio, junto con los de Carlos de Austria, fruto de su primer matrimonio. María I de Inglaterra, su segunda esposa, apodada “La sanguinaria”, por la persecución contra los protestantes, fue enterrada en la Abadía de Westminster, y Ana de Austria se encuentra enterrada en la Cripta Real del monasterio.

Esta cripta, a diferencia del Panteón de los Infantes, se trata de una pequeña cámara circular construida en el siglo XVII, originalmente hecha en granito, y que posteriormente en época de Felipe III, se cubrió de mármoles y bronces. Aquí descansan los reyes y sus esposas, en el caso de haber sido madres de reyes. Llama la atención la disposición de las urnas: si miramos de frente a la escalera, los Reyes descansan en el lado derecho del altar, mientras que las reinas lo hacen al izquierdo, alternándose por orden cronológico desde Carlos V hasta Alfonso XIII, un periodo de cuatro siglos. Están ausentes los cuerpos de Felipe V y su hijo Fernando VI, pues desearon ser enterrados en La Granja de San Ildefonso y en el Monasterio de las Salesas Reales de Madrid.  El padre de Juan Carlos I también se encuentra enterrado aquí.

Como dato curioso, subiendo desde la cripta, a ambos lados de la escalera, encontraremos dos puertas enfrentadas, se trata del pudridero, donde los Reyes pasan un periodo de aproximadamente 25 años para una vez que el cuerpo se descompone, los huesos pasen a las urnas de la cripta. Los Reyes actuales no se sabe aún dónde serán enterrados, ya que no hay más espacio. De momento, es un misterio por resolver.  

Una vez pasado el panteón de infantes, existe una sala conocida como “Sala de los secretos”. Juan de Herrera, su constructor, consiguió que dos personas colocadas en ángulos opuestos de este espacio pudieran conversar sin alzar la voz y con claridad, mientras que los que estaban en medio no oían nada. Una solución perfecta para aquellos que conspiraban contra el rey y su séquito.

Biblioteca
Biblioteca. Imagen 6

Uno de los espacios más atractivos de El Escorial es su Biblioteca, fuente de conocimiento y que responde a una de las principales preocupaciones que tuvo el Rey a lo largo de su vida, la del coleccionismo y atesoramiento de libros. En los textos en los que le expusieron sus pareceres sobre este ambicionado proyecto, que aún se conservan, encontramos la explicación de que el actual recinto que conocemos como Salón Principal o Salón de los Frescos no se viera reducido a ser un mero depósito de las colecciones de libros, sino que acogiera también otro tipo de obras que pudieran servir para hacer de la biblioteca un lugar de estudio y de trabajo científico: dibujos y grabados, retratos, instrumentos matemáticos y científicos, mapas, esferas, astrolabios, reproducciones de fauna y flora, colecciones de monedas y medallas, y un sinfín de bienes de gran valor, concibiendo así una especie de cámara de las maravillas.

En el Salón Principal se colocaron los libros impresos de autores antiguos, como griegos, latinos y hebreos, y cuyos cantos dorados se disponen hacia fuera para lograr una mayor sensación de uniformidad y romper la monotonía, y también por temas de conservación. Debido a la impresionante decoración de la cubierta, se ha llamado a este espacio como Salón de los Frescos. Su planta rectangular tiene como precedente estructural la biblioteca Laurenziana de Miguel Ángel, que fue la que configuró un nuevo modelo espacial de librería.

Los frescos representan las Artes Liberales con sus correspondientes figuras alegóricas:  el Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica) y el Quadrivium (Aritmética, Música, Geometría y Astrología). En los frontispicios testeros se hallan representadas la Filosofía (al norte, representando al saber adquirido) y la Teología (al sur, representando el saber revelado).

En el centro de la estancia, un amplio espacio libre deja ver los instrumentos científicos, como esferas armilares, astrolabios y globos terráqueos. La pieza estrella de la biblioteca es sin lugar a dudas la esfera armilar, que representa el sistema solar según las teorías de Claudio Ptolomeo y que era utilizada para el estudio de los movimientos de los astros. Esta curiosa esfera fue construida por Antonio Santucci en Florencia hacia 1582, para el cardenal Fernando de Medici, quien, en el mismo año, la envía como presente diplomático al rey Felipe II.

El rey la colocó al principio en sus aposentos del Alcázar de Madrid, pero posteriormente decidió enviarla al Monasterio del Escorial y a partir de 1593 aparece formando parte del mobiliario de la Biblioteca. Otro tipo de colecciones se conservan en el mencionado espacio, en total unos 7.000 grabados de los mejores artistas europeos de la época, unos 20 libros de dibujos, algunos recogidos en álbumes como el Codex Scurialensis, atribuido al taller de Ghirlandaio, partituras con piezas musicales, archivo hagiográfico, más de 2.000 monedas y medallas, encuadernaciones artísticas y más de 200 ejemplares de libros de cuentas. 

En total, podríamos calcular que la biblioteca posee más de 75.000 volúmenes y entre ellos, libros dedicados al esoterismo y a las ciencias ocultas. La biblioteca constituye así, un ejemplo de cultura, de ciencias y de artes, un dato que nos revela las preferencias del rey por lo oculto y lo misterioso, que nos revela al fin y al cabo una mente humanista, ávida de saber. Se dice que Felipe II estaba obsesionado con la piedra filosofal, y que utilizaba los tratados de alquimia para dar con ella. Por este motivo, el rey reúne también una gran cantidad de tratados relacionados con esta ciencia, así como literatura sobre magia y astrología. De hecho, se dice que incluso llegaba a consumir brebajes. Lo cierto es que en realidad se interesaba por motivos de salud.

Como colofón a esta serie de curiosidades, habría que añadir la recuperación reciente de un pergamino que formaba parte del coro de la basílica. Se trata de un manuscrito musical con inscripciones en letra gótica, fechado en el siglo XVI, y que fue robado en los años ochenta, presuntamente por un grupo de estudiantes. Este documento formaba parte de una colección de libros corales que el Rey encargó para que formasen parte del monasterio, y cuya riqueza reside en parte en que fueron elaborados por distintos miniaturistas y encuadernadores de la época, una joya en toda regla.  

En definitiva, el Escorial alberga diversidad de funciones, pues ya se ha mencionado que no solo se trata de un monasterio, sino que es basílica, palacio, colegio, panteón real y biblioteca, y es precisamente esta complejidad espacial y arquitectónica acompañada de un sinfín de simbolismos y curiosidades, que lo convierten en un lugar fascinante lleno de misterios.

Imágenes:

Imagen 1: Hans Peter Schaefer, http://www.reserv-a-rt.de, CC BY-SA 3.0 http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/, via Wikimedia Commons

Imagen 2: SalomonSegundo, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

Imagen 3: Museo del Ejército – Batalla de San Quintín (defensa.gob.es)

Imagen 4: DavidDaguerro (Madrid), CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

Imagen 5: No machine-readable author provided. Manuel González Olaechea assumed (based on copyright claims)., CC BY-SA 3.0 http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/, via Wikimedia Commons

Imagen 6: Xauxa Håkan Svensson, CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0, via Wikimedia Commons

Si te ha gustado, seguro que este artículo también te va a gustar

Los gabinetes de curiosidades, lugares misteriosos para monarcas coleccionistas

Los gabinetes de curiosidades, cuartos de maravillas o Wunderkammer, eran colecciones de objetos fascinantes por su rareza, antigüedad, belleza o valor. Los privilegiados coleccionistas se retiraban a ellas a contemplar sus preciados objetos en un intento de escudriñar los misterios del universo. 

Seguir leyendo

Puntuación: 5 de 5.

Deja un comentario